CAP
19.-
—Siento no haber ido a tu
graduación en Toronto —comentó Tom, cogiendo a ______ de la mano, mientras
recorrían el museo Ashmolean, que estaba justo enfrente del hotel Randolph.
—Te busqué todo el rato.
Estaba segura de que asistirías.
—No habría podido estar
allí sin acercarme a ti. Y no podía hacerlo delante de Jeremy y del decano
Aras. Tom negó con la cabeza—. Iré a tu próxima graduación.
—¿Me lo prometes?
—Por supuesto.
Ella alzó la cara para
besarlo en los labios.
—Gracias.
Siguieron visitando el
museo en silencio, deteniéndose para admirar algunos de los objetos expuestos.
Cuando se detuvieron delante de una pintura medieval que representaba a santa
Lucía, _______ se acordó de Rachel.
—Tu hermana me ha enviado
un email. Quería saber cómo había ido la conferencia.
—¿Qué tal? ¿Alguna
novedad? ¿El bebé ya está en camino?
—No, pero no porque no lo
intenten.
Tom arrugó la nariz.
—No necesitaba esa
información.
—Estoy segura de que
Rachel tampoco necesitaba tener una parecida de ti, pero bien que se alegró
cuando le conté que habíamos consumado nuestra relación.
—Me cuesta creerlo —susurró
él, empujándola hacia un rincón oscuro.
—Dice que está deseando
que llegue el fin de semana de Acción de Gracias para venir a vernos a Cambridge.
—Cállate un poco. Estoy
tratando de besarte. (eso me causo gracia :)) )
________ se echó a reír.
—Un momento. No he
terminado.
—Date prisa —protestó él,
acercando los labios a los de ______ hasta que quedaron casi pegados.
—Es importante —lo
reprendió ella—. Rachel y Aaron quieren que encendamos una vela por ellos en Asís.
Quieren que recemos para que Dios les mande un bebé.
—Creo que las oraciones
de Richard serían más eficaces que las mías. Lo haré, pero no será lo único que
pida.
Los ojos de Tom brillaban
de esperanza, como si el deseo que albergaba su alma fuera un tesoro muy
valioso. _______ se dio cuenta, pero no dijo nada. Acababa de celebrar su éxito
en el ámbito académico justo el día antes. Y ahora él soltaba indirectas sobre
tener un bebé. La esperanza que reflejaban sus ojos la hizo sentir dolorosamente
culpable. La mirada de Tom se apagó.
—¿Por qué me miras así? —preguntó,
soltándola.
—¿Cómo te miro?
—Como si te repugnara.
—Eso es un despropósito. —________
se obligó a sonreír.
—¿Tan repulsiva te
resulta la idea de tener un hijo conmigo? —De repente la expresión de Tom se
había vuelto dura como la piedra.
—Por supuesto que no —respondió
ella, enlazando los dedos con los suyos—. Pero me cuesta pensar en niños cuando
tengo la cabeza llena con la conferencia y el programa de doctorado.
—No es una cuestión de
todo o nada, ________. Nunca te pediría que renunciaras a tus sueños. Creo que
te lo he demostrado ya —se defendió con voz glacial.
—Así es y te recuerdo que
tu sacrificio nos causó mucho dolor a los dos.
—Bien visto. —Él la soltó
y señaló hacia el vestíbulo—. ¿Nos vamos?
—Tom. —________ le apoyó
una mano en el brazo—. Ya te dije antes de casarnos que la idea de tener hijos
de ojos azules contigo me hacía muy feliz. No he cambiado de opinión.
—Entonces, ¿por qué no
podemos hablar de ello? Por el amor de Dios, _________, si planeáramos ir a África,
hablaríamos sobre el asunto. Si tuviéramos planes de construirnos una casa, lo hablaríamos.
¿Por qué no podemos hablar sobre tener un bebé?
—Porque no puedo decirte
que no. Es imposible negarte nada cuando me miras tan feliz y esperanzado —reconoció
ella, con los ojos llenos de lágrimas—. No soporto ser yo la persona que se interpone
entre tus sueños y tú, como si fuera una mujerzuela con el corazón de hielo.
—Cariño —murmuró, abrazándola
con fuerza—. Nada podría estar más lejos de la realidad. —Le levantó un poco la
melena para acariciarle la nuca cariñosamente—. No estamos en el mejor sitio
para mantener esta conversación, pero te aseguro que no es así como te veo. »Te
dije que esperaría a que te doctoraras y lo mantengo. Te entiendo perfectamente.
Ayer, durante la conferencia, estuviste fantástica. Nunca me había sentido tan
orgulloso de ti. —La besó con delicadeza debajo de la oreja—. Cuando saco el
tema de la familia, te juro que no trato de presionarte. Sólo hablo de ello
porque me hace feliz, dando por hecho que también te hace feliz a ti. Podemos
hablar sobre el futuro
sin tener que cambiar de planes en el presente. »Crear una familia es una
decisión importante, sobre todo teniendo en cuenta nuestro historial
familiar. Sé que tú también
has pensado en ello. Sólo te pido que hablemos del tema de vez en cuando. Desde
luego, no hace ninguna falta que sea ahora. Siento haber sacado el tema justo
después de la conferencia. Prométeme que lo hablaremos más adelante, aunque sólo
sea en líneas generales.
—Por supuesto, Tom. Lo
que pasa es que el tema me pone nerviosa.
—Entonces tendré que
esforzarme más en buscar un momento adecuado y no sacarlo por sorpresa. Pero no
quiero volver a oír hablar de mujerzuelas ni de corazones de hielo.
Se echó hacia atrás para
mirarla a los ojos.
—Ninguna de esas
descripciones se ajustan a la realidad y te advierto que no voy a consentir que
nadie hable así de mi esposa.
Ella asintió.
—Bien. —Tomándola de la
mano, Tom siguió andando—. Si no recuerdo mal, me estabas hablando del mensaje
de Rachel.
—Sus palabras exactas han
sido: «Estoy usando todos los recursos a mi alcance. Tengo a cristianos,
musulmanes, judíos... y hasta a un seguidor de Zaratustra rezando por mí».
Tom la miró sorprendido.
—¿Rachel conoce a un
seguidor de Zaratustra? ¿Cómo puede ser? El zoroastrismo tiene menos de
doscientos mil seguidores en todo el mundo.
—Pues una de ellas es
compañera de trabajo de Rachel. ¿Y tú cómo sabes cuántos hay?
—Lo busqué en Wikipedia.
Mantuvo la expresión
digna unos segundos antes de guiñarle un ojo.
—No crea nada de lo que
lea en Wikipedia, Profesor —dijo ________ entonces.
—No podría haberlo
expresado mejor, señorita Kaulitz. Alguien escribió un artículo sobre mí y el
contenido era jodidamente escandaloso. ¡Follaenciclopedias!
Tom la besó dulcemente
pero con firmeza, antes de oír unos pasos que se acercaban. Alguien carraspeó. Un
guardia de seguridad estaba a medio metro de distancia.
—Circulen —les ordenó,
fulminándolos con la mirada.
—Disculpe —se excusó Tom,
aunque no sonaba arrepentido en absoluto. Rodeando la cintura de ________ con
un brazo, la llevó hasta el siguiente pasillo.
—Tenemos que ser más
discretos —comentó ella, ruborizándose.
—Lo que tenemos que hacer
es encontrar un rincón más oscuro. —La mirada de Tom hizo que se ruborizara aún
más.
—Le he pedido a John
Green que le envíe a Christa una carta para que desista de su actitud.
—¿Crees que es buena
idea?
—John cree que sí. Es un
disparo de advertencia para recordarle que no estamos dispuestos a permitir que
nos difame. Esa mujer es una amenaza.
_______ respiró hondo y
contuvo el aliento antes de soltar el aire lentamente.
—La conferencia fue mejor
de lo que esperaba.
Él se llevó la mano de
ella a los labios.
—Estuviste excepcional.
—Así que tal vez las
calumnias no son tan preocupantes como creíamos.
—Las calumnias son muy
peligrosas. Recuerda la cita de Otelo:
Quien
me roba la bolsa, no se lleva nada de valor...
Pero
el que me arrebata el buen nombre
roba
algo que a él no lo enriquece,
pero
que a mí me empobrece.
—Sí, creo que te la he oído
citar alguna vez. ¿Crees que puedes conseguir que Christa deje de nhablar de
nosotros?
Tom la miró con resignación.
—No lo sé. Pero en vista
de su actitud en la conferencia, tenía que hacer algo.
CAP 20.-
Julio
de 2011
Minneapolis,
Minnesota
La caligrafía de Paulina
Gruscheva era vigorosa y sofisticada, como ella misma. Escribía con una pluma
estilográfica Montblanc y la tinta negra fluía sobre el caro sobre color crema.
Había tenido que buscar su dirección. Milagrosamente, venía en la guía telefónica
de Cambridge. Mientras miraba las letras y los números que acababa de escribir,
una sonrisa de satisfacción se formó en su hermosa cara. Tras cerrar el sobre,
se arregló para ir a tirar la carta a correos. Iba a llevarse una sorpresa.
CAP
21.-
Septiembre
de 2011 Italia
______ y Tom se
despidieron de Katherine, de Paul y de Oxford unos días después de la
conferencia. Las últimas palabras que ______ intercambió con su amigo fueron especialmente
incómodas. Conociéndole, ella se dio cuenta de que algo iba mal, pero cuando le
preguntó qué pasaba, él murmuró algo sobre ansiedad por la tesis. Cuando le dio
un abrazo de despedida, la estrechó con un poco más de fuerza de lo habitual y
durante un poco más de
tiempo. Cuando _______ le dijo que seguirían en contacto, él asintió en
silencio. Ella disculpó su actitud pensando que sentía nostalgia de su antigua
amistad. Mientras tanto, Tom distrajo a Katherine para darles un poco de
intimidad. No lo alegró ver a Paul tan incómodo, mientras trataba de parecer
feliz y despreocupado para no entristecer a _______. Ellos dos viajaron a Roma,
donde celebraron el cumpleaños de Tom el día primero de septiembre, con una
visita especial a los Museos Vaticanos. Sin embargo, hubo una sorprendente
ausencia de sexo museístico. (Ni siquiera Tom se sintió inclinado a rendirse a
la tentación dentro del Vaticano.) Pasaron varios días en Asís, donde rezaron y
encendieron velas en la cripta de San Francisco. Aunque Tom y ________ no se
contaron sus plegarias, ambos supusieron que rezaban el uno por el otro, por su
matrimonio y por el don de un bebé. ________, además, rezó pidiendo fuerza y
sabiduría. Tom pidió bondad y valor. Ambos rezaron por Rachel y Aaron, pidiéndole
a Dios que bendijera su unión con un hijo. A finales de septiembre llegaron por
fin a su casa de Todi, un pueblo de Umbría. La casa, situada cerca de un huerto
de frutales, tenía una piscina cercada, rodeada en un extremo por arbustos de
lavanda. Las flores perfumaban el aire. _______ colocó unas cuantas entre las sábanas
de la cama. Cuando se despertó al día siguiente, Tom se había ido. No se extrañó.
El sol ya estaba alto y sus rayos entraban por el balcón. Alargó la mano y notó
que las sábanas estaban frías. Sobre la almohada, que olía a colonia Aramis
mezclada con lavanda, encontró una nota:
Buenos
días, querida:
Dormías
tan plácidamente que no he querido despertarte.
He
ido a buscar unas cuantas cosas al mercado de Todi.
Llámame
al móvil si necesitas algo.
Te
quiero,
Tom
Posdata:
eres arrebatadora
________ sonrió. Era una
nota sencilla, muy parecida a muchas otras que Tom le había escrito. Pero en un
rincón, casi como una ocurrencia de última hora, había dibujado a lápiz su
perfil mientras dormía. Bajo el dibujo había escrito: Mi Beatriz.
No sabía que tuviera
talento para el dibujo, aunque su habilidad en otras disciplinas ya dejaba adivinar
una multiplicidad de habilidades manuales. El esbozo era bastante bueno. Lo
conservaría. Tal vez lo enmarcaría. Sonriendo, bajó los pies descalzos al suelo
y se dirigió hacia el armario. No le apetecía vestirse, así que se puso una de
las camisas de Tom, abrochándose un par de botones antes de rebuscar en los
cajones unos calcetines. Desde
el piso de abajo, le llegó la voz de él. Bajó la escalera con entusiasmo y entró
en la cocina.
—Hola. —Tom la besó en la
frente mientras dejaba la compra en la encimera—. Estás muy guapa. —Cuando lo
hubo soltado todo, le dio un beso en cada mejilla antes de aprisionarla entre
sus brazos.— ¿Has dormido bien? —preguntó, posando los labios en su pelo.
—Muy bien. Entre los días
en Asís y la noche pasada, creo que he dormido más que durante los últimos
meses juntos. —Le besó la nuez y Tom se apartó como si le hubiera hecho
cosquillas—. Gracias por el dibujo.
—De nada.
—No sabía que supieras
dibujar.
—Querida, me encantaría
pintarte si pudiera... con los dedos.
—Deja de provocarme,
Profesor. Cada vez que pienso en pintura, me acuerdo de lo que hicimos en
Selinsgrove. Y me pongo muy caliente. —Bromeando, ______ hizo un mohín.
—Luego me ocuparé de eso,
te lo prometo. —Tom la soltó y le dedicó una sonrisa ladeada—. Me gustan tus
calcetines.
Ella se miró los pies y
flexionó los dedos.
—Los rombos son sexies.
—Desde luego. Un amigo me
dijo una vez que los rombos eran el diseño de la seducción.
—Tienes unos amigos muy
raros... —replicó _______, negando con la cabeza y comiéndose una uva.
Tom empezó a guardar la
compra, observándola con el rabillo del ojo.
—Se te ve contenta.
Ella se sentó en la
encimera de un salto y empezó a balancear las piernas.
—Lo estoy. Por fin he
dejado atrás la conferencia y lo hemos pasado muy bien tanto en Roma como en Asís.
Estoy enamorada de mi marido y puedo disfrutar de esta maravillosa casa con él.
Soy la mujer más afortunada del universo.
Tom alzó mucho las cejas.
—¿Del universo? Hum.
Seguro que a los habitantes de la galaxia vecina no les gustará oírlo.
Ella le dio una patada de
broma con el pie cubierto por el calcetín de rombos.
—Eres un empollón.
Volviéndose hacia ella, Tom
le agarró el pie y lo levantó hasta que lo tuvo a la altura del hombro. ______
se echó hacia atrás y se apoyó en la encimera para mantener el equilibrio.
—¿Qué me has llamado? —preguntó
él, fingiendo estar enfadado, aunque sus ojos ambar como el whisky brillaban
divertidos.
—Ejem, te he llamado
empollón.
Tom alzó una ceja.
—¿Ah, sí? ¿Y crees que un
empollón haría esto? —preguntó, acariciándole el empeine con pericia.
Cuando ella suspiró de
placer, él le quitó los calcetines y los tiró al suelo por encima del hombro.
—Vamos a comprobar si es
verdad que te pones tan caliente como dices. —Su voz la hizo estremecer.
Tom le subió la mano por
la pierna lentamente, entreteniéndose en la corva hasta que ella gruñó.— _______
—susurró él, con mirada juguetona.
—¿Sí?
—No te has puesto bragas.
Con un dedo, le acarició
la parte interna del muslo una y otra vez, a ritmo lento. Cuando sus dedos se
acercaron a la parte de _______ que quedaba expuesta, ella empezó a respirar aceleradamente.
—Los empollones no tienen
fama de ser muy buenos amantes. —Tom retiró la mano de entre sus piernas y le
apoyó un dedo en la boca.
Cuando ella separó los
labios, le deslizó el dedo en su interior. _______ se lo rodeó, succionándolo ligeramente
para luego soltarlo.
Tom le guiñó un ojo antes
de usar el dedo húmedo para acariciarle la parte alta del muslo.
—¿Crees que un empollón
haría esto? —Tom se inclinó hacia ella y sopló sobre el reguero de saliva que
había dejado allí.
Cuando ______ se
estremeció, él sonrió travieso y recorrió el mismo camino con la nariz. Levantándose,
la besó apasionadamente antes de apartarse con brusquedad. Sin darle tiempo a protestar,
se dejó caer de rodillas frente a ella.
—Mmm —murmuró, colocándose
las piernas de _______ sobre los hombros—. Esta encimera tiene la medida
perfecta. Supongo que tienes razón al decir que eres la mujer más afortunada
del universo.
hey!!! esta caliente el ultimo cap no?? ^^... bueno ... ahora otra preocupacion, que tramara paulina?? dios que nervios!!! pense que esa mujer ya los dejaria en paz pero veo que no ... bueno sin mas que decir me despido, cuidense mucho ... 4 o mas y agrego ... adios :))
Ay noo Paulina tenía q aparecer otra vez >.<
ResponderBorrarAl menos Crista se fue ya no son dos.
Pobre Paul!! ..
Siguelaaa Virgo muero por leer mas xD
:o volvera paulina o dios problemas vienen ajajaj
ResponderBorrarsiguela pronto :)
Diooos q ardiente jeje, ahora q estará tramando Paulina?? pensé q no saldría mas, estoy muy intrigada x saber q estará tramando la boba de Paulina.. me encanto espero los próximos caps!!!!
ResponderBorrarSube los próximos caps hoy mismo virgii pleaseee estoy muy intrigada x saber q estará tramando Paulina.. ya hay 4 comentarios asi q subelos please!!!
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