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domingo, 2 de noviembre de 2014
sábado, 1 de noviembre de 2014
.- LA REDENCION DE TOM .- CAPITULOS 85º 86º 87º Y 88º
CAPITULOS FINALES!!!!
CAP
85.-
—¡Joder! —La doctora
Rubio dio una serie de instrucciones que el equipo se apresuró a cumplir.
—¿Qué pasa? —Tom agarró
la mano de _______ con más fuerza.
La mujer lo señaló con la
cabeza, sin mirarlo.
—Sacad al marido de aquí.
—¿Cómo? —Tom se puso de
pie de un salto—. ¿Qué está pasando?
—He dicho que lo saquéis
de aquí —le gritó la doctora Rubio a una de las enfermeras—. Y que baje el
cirujano de guardia. Inmediatamente.
Ésta se lo llevó hacia la
puerta.
—¿Qué está pasando?
¡Díganme que está pasando! —exclamó con impotencia.
Nadie le respondió. La enfermera
le tiró del brazo.
Tom volvió a mirar a ______.
Tenía los ojos cerrados, la cara muy pálida, el cuerpo inmóvil. Parecía que
estuviera muerta.
—¿Se pondrá bien?
La enfermera lo llevó
hasta la sala de espera de la zona quirúrgica.
—Alguien saldrá pronto a
hablar con usted. —Asintiendo con la cabeza para darle ánimos, volvió al
quirófano.
Él se dejó caer en una
silla, con la mente funcionándole a toda velocidad. No encontraba respuestas.
Habían estado preparándose para hacer la cesárea cuando de pronto... Se quitó
la mascarilla de la cara. Sintió que el pánico le recorría las venas. Sólo veía
el rostro de ______ y sus brazos extendidos, como si estuviera en una cruz.
Tom soñó que iba
caminando por el bosque de detrás de la casa de Selinsgrove. Había recorrido
ese camino mil veces. Podía recorrerlo de noche sin perderse, pero era de día. Al
acercarse al bosque, oyó que una voz lo llamaba. Se volvió y vio a Grace
llamándolo desde el porche.
—Vuelve.
Él negó con la cabeza y
señaló hacia el huerto de manzanos.
—Tengo que ir a buscarla.
La he perdido.
—No la has perdido
—replicó Grace, con una sonrisa paciente.
—Sí. Se ha ido. —El
corazón de Tom se aceleró
—No, no se ha ido. Vuelve
a casa.
—Luego volveré, pero tengo
que encontrarla. —Tom examinó los árboles antes de entrar en el bosque por si
la veía, pero no había ni rastro de ella.
Aceleró el paso hasta
echarse a correr. Las ramas se rompían tras arañarle la cara o la ropa. Al llegar
al claro se dejó caer de rodillas y apoyó las manos en el suelo. Examinó el
claro rápidamente y soltó un grito angustiado al darse cuenta de que ______ no
estaba allí.
CAP
86.-
—No me puedo creer que la
hayamos perdido —dijo una voz.
—Yo tampoco. Dos cesáreas
de emergencia a la vez. Al menos sólo hemos perdido a una — suspiró otra voz—.
Odio las noches como ésta.
—Yo también. Gracias a
Dios que ya se ha acabado la guardia.
Tom tardó unos minutos en
abrir los ojos. ¿Lo había soñado? Se frotó la barbilla. No lo sabía. Estaba con
________ en el huerto y de repente había oído hablar a las
enfermeras. Notó un
zumbido en la cabeza al recordar a _______ en la mesa de operaciones, pálida e
inmóvil. Las enfermeras tenían que estar hablando de ella.
«No me puedo creer que la
hayamos perdido.»
Luchó por contener un
sollozo al oír pasos que se acercaban. Tenía la mirada clavada en el suelo, por
lo que lo primero que vio fueron un par de zapatos muy feos. Sabía que era de
lo más inadecuado, pero no pudo evitar pensar que eran gruesos y poco
favorecedores. Parecía que estuvieran hechos de madera.
«Qué manera de malgastar
unos buenos pies.»
Levantó la cabeza. La
enfermera, a la que no había visto antes, le dirigió una sonrisa tensa.
—Soy Angie, señor Kaulitz.
¿Le gustaría conocer a su hija?
Asintiendo con la cabeza,
se levantó con dificultad.
—Siento que haya tenido
que estar aquí tanto rato. Alguien debería haber venido a buscarlo antes, pero
la guardia ha sido muy movida y acabamos de hacer el cambio de turno.
Angie lo guió hasta una
habitación cercana, donde había una cunita. Otra enfermera estaba escribiendo
en un historial médico. Tom se acercó a la cuna transparente y miró. Un pequeño
fardo blanco yacía inmóvil. Al fijarse, vio una cara rojiza y una mata de pelo
negro medio cubierta por un gorrito lila.
—Tiene pelo.
Angie estaba a su lado.
—Sí, mucho pelo. Ha
pesado casi cuatro kilos y mide cuarenta y ocho centímetros. Es un bebé muy hermoso.
Angie la cogió en brazos
y la acunó.
—Le daremos una pulsera
como la que lleva ella para que sepamos que es suya.
La otra enfermera le
colocó a Tom una pulsera de plástico blanco en la muñeca.
—¿Le gustaría sostenerla?
Él asintió, secándose el
sudor frío de las palmas en la ropa verde de quirófano.
Angie le colocó el bebé
en los brazos con mucha delicadeza. Inmediatamente, la niña abrió los ojos, que
eran grandes y de color cafe oscuro, y lo miró.
Cuando sus miradas se cruzaron,
Tom sintió que el mundo dejaba de girar.
Luego ella bostezó,
abriendo mucho su diminuta boca rosada y volvió a cerrar los ojos.
—Es preciosa —susurró.
—Sí, lo es. Y está sana.
El parto ha sido complicado, pero está bien. Aunque ahora tenga la cara un poco
hinchada, es normal. Se le pasará pronto.
Tom levantó el brazo
hasta que tuvo a la niña a escasos centímetros de la cara.
—Hola, Rollito de
primavera. Soy tu papá y llevo mucho tiempo deseando conocerte. Te quiero mucho.
La abrazó y escuchó su
delicada respiración, notando el latido de su diminuto corazón a través de la
ropa que la cubría.
—¿Y mi esposa? —preguntó Tom
con la voz rota, sin molestarse en secarse las lágrimas que le resbalaban por
las mejillas.
Las enfermeras se
miraron.
—¿La doctora Rubio aún no
ha hablado con usted? —preguntó Angie.
Él abrazó a su hija con
fuerza y negó con la cabeza. Angie se volvió hacia la otra enfermera, que tenía
el cejo fruncido.
—Ya debería haberlo
hecho. Lo siento. Todos han estado muy ocupados y acabamos de hacer el cambio
de turno, pero igualmente... —Señalando una silla cercana, añadió—: ¿Por qué no
se sienta con su hija? Iré a buscar a la doctora.
Tom se sentó con la
pequeña pegada al corazón. Las caras de las enfermeras lo decían todo. No habría
una feliz reunión. Nunca vería a _______ sosteniendo a la niña en brazos. La
había perdido. Igual que Dante perdió a Beatriz, había perdido a su amada.
—Te he fallado —murmuró.
Abrazando a la niña con
más fuerza, Tom lloró.
CAP
87.-
Sentado con Rollito de primavera
en brazos, Tom perdió la noción del tiempo. Por su mente le pasaban imágenes
sueltas. Se vio entrando en casa con la pequeña en brazos. Dándole el biberón
de madrugada. Volviendo por el pasillo hacia el dormitorio de matrimonio. Solo.
Tan solo... Había amado a una sola mujer en su vida. Al principio, su amor había
sido un amor pagano. La había idolatrado y adorado. Luego había admitido que
había cosas más importantes que lo que él sentía: la felicidad de _______, por
ejemplo. Recordó las últimas palabras que le había dicho: «No me arrepiento de
haberme quedado embarazada». Ahora sí se arrepentiría. Eso le había arrebatado
la vida. Los hombros le temblaron por los sollozos.
Su preciosa y dulce _________...
Aunque tenía el móvil en
el bolsillo, no le apetecía hablar con nadie. Había recibido mensajes de Rachel
y Richard diciendo que estaban en camino. Rebecca estaba en casa, preparando
las cosas para el bebé y los invitados. Kelly le había enviado un mensaje diciéndole
que había encargado flores y globos, que iban ya camino del hospital. No se veía
con fuerzas para comunicarles que _______ los había dejado.
Contempló la carita de su
hija, preguntándose cómo iba a criarla él solo. Había tenido plena confianza en
que _______ sabría lo que había que hacer. Y ahora, por culpa de su egoísmo, su
esposa ya no estaba. Perdido en sus pensamientos, no se dio cuenta de que
alguien entraba en la habitación. Una vez más, sus ojos se encontraron con un
par de zapatos muy feos, de aspecto resistente.
—Profesor Kaulitz.
Al reconocer la voz de la
doctora Rubio, alzó la cabeza. Parecía agotada.
—Siento mucho lo
sucedido. Hemos tenido varias emergencias a la vez y no he podido salir hasta ahora.
Siento haber tardado...
—¿Puedo verla? —la
interrumpió Tom.
—Por supuesto, pero tengo
que explicarle lo sucedido. Su esposa...
Tom no podía soportarlo.
El dolor lo atenazaba. Todas las conversaciones que había mantenido con ______
sobre el tema de tener hijos volvían a su mente para martirizarlo. Todo era
culpa suya. La había convencido de tener un bebé y la había dejado embarazada
cuando ella aún no estaba preparada. Él era el único responsable. Él había
plantado la semilla en su vientre y, al hacerlo, la había matado. Bajó la
cabeza, abatido.
—Profesor Kaulitz.
La doctora Rubio se acercó.
—Profesor Kaulitz, ¿se
encuentra bien? —le preguntó, antes de murmurar unas palabras en español.
—¿Puedo verla? —repitió Tom.
—Por supuesto. —La
doctora señaló hacia la puerta—. Siento que no vinieran a buscarlo antes, pero
el personal no daba abasto.
Tom se levantó lentamente
y se dirigió a la puerta sin soltar a la niña. La doctora Rubio le pidió que la
dejara en la cuna con ruedas y luego la empujó hacia el pasillo.
Mientras las seguía, Tom
se sacó del bolsillo el pañuelo con sus iniciales bordadas que le había
regalado _______ un día, porque sí. Ella era así, de alma y corazón generosos.
Ojalá se hubiera puesto la estrella de David que ella le había regalado por su
aniversario. Le habría servido de consuelo. Atravesó una serie de estancias
tras la doctora, hasta que llegaron a una gran sala con varias camas.
—Aquí está.
Tom se detuvo en seco. ______
estaba en una de las camas de hospital. Una enfermera se inclinaba sobre ella
para ponerle una inyección.
Vio que movía las piernas
debajo de la sábana. La oyó quejarse. Parpadeó rápidamente. ¿Sería un espejismo
provocado por las lágrimas? Se tambaleó.
—¿Profesor Kaulitz? —La
doctora Rubio lo sujetó por el codo—. ¿Se encuentra bien? —Llamó a la enfermera
y le pidió que acercara una silla a la cabecera de la cama de _______. Lo
ayudaron a sentarse y luego dejaron la cunita a su lado.
Alguien le dio un vaso de
agua. Él se lo quedó mirando como si no supiera qué hacer.
La voz de la doctora
Rubio, que hasta ese momento le había llegado muy apagada y confusa, de pronto
le sonó clara.
—Como le he dicho, su
esposa ha perdido mucha sangre. Hemos tenido que hacerle una transfusión. Al
hacerle la incisión para la cesárea, por desgracia me he encontrado con uno de
los fibromas y ha sangrado mucho. Tras la cesárea ha habido que hacerle cirugía
reparadora. Por eso la intervención se ha alargado tanto.
—¿Fibroma? —repitió Tom,
llevándose una mano a la boca.
—Uno de los fibromas
estaba adherido al útero, justo en el lugar donde hemos hecho la incisión. Hemos
detenido la hemorragia y la hemos suturado, pero eso ha hecho que la cesárea
fuera más complicada de lo habitual. Por suerte, el doctor Manganiello, el
cirujano de guardia, estaba aquí. Su esposa se pondrá bien —concluyó, apoyándole
una mano en el hombro—. No parece que el útero haya quedado dañado.
»Pronto se despertará,
pero estará atontada. Le he pautado medicación para controlar el dolor. Mañana
pasaré a visitarla. Felicidades por el nacimiento de su hija. Es una niña
preciosa. —Y con una sonrisa de despedida, la mujer se marchó.
Tom miró a _______ y
comprobó que le había vuelto el color a las mejillas. Estaba durmiendo.
—¿Señor Kaulitz? —le
preguntó una enfermera al ver que estaba llorando—. ¿Puedo traerle algo?
Él negó con la cabeza,
secándose las lágrimas con el dorso de la mano.
—Pensaba que había
muerto.
—¿Qué? —preguntó ella,
bruscamente.
—Nadie me dijo nada.
Parecía muerta la última vez que la vi. Pensé...
La enfermera se acercó,
mirándolo horrorizada.
—Lo siento mucho. Alguien
del turno de noche debió salir a explicarle lo que estaba pasando. Ha habido
otra cesárea de emergencia al mismo tiempo que la de su mujer. Han salvado a la
paciente, pero no han podido salvar a la niña.
Tom miró a la enfermera.
—Pero eso no es excusa —siguió
diciendo ella en voz baja—. Alguien debió salir a decirle que su esposa estaba
bien. Llevo trabajando aquí diez años y por suerte hemos perdido a muy pocas
madres. Pero cuando ocurre, se abre una investigación inmediata y todo el mundo
queda destrozado.
Tom estaba a punto de
preguntarle a qué cantidad se refería al decir «muy pocas» cuando oyó que ______
gruñía. Dejó el vaso de agua y se levantó.
—¿______?
Ella parpadeó y abrió un
poco los ojos. Lo miró un instante, pero en seguida volvió a cerrarlos.
—Nuestra hija está aquí.
Es preciosa.
No se movió, pero unos
minutos después volvió a quejarse.
—Me duele —susurró.
—Aguanta. Voy a buscar a
alguien. —Tom llamó a una enfermera.
Después de que ésta
hubiera ajustado el gota a gota, él sacó a la niña de la cunita.
—Querida, te presento a
tu hija. Es preciosa. Y tiene pelo. —La incorporó un poco para que ______ pudiera
verla.
Ella abrió los ojos, pero
su mirada parecía desenfocada. Volvió a cerrarlos en seguida.
Tom apretó al bebé contra
su pecho.
—Cariño, ¿me oyes?
—Su esposa tardará un
rato en despertarse del todo, no se preocupe. —La voz de la enfermera lo sacó
de sus pensamientos, lo que fue de agradecer ya que Tom había empezado a
preguntarse si a ______ no le había gustado la niña.
Devolvió a la pequeña a
la cuna y se sentó con la mirada clavada en su esposa. No pensaba volver a
perderla de vista nunca más. Le llegó el tono de aviso de un par de mensajes de
texto que había recibido. Uno era de Richard y Rachel diciéndole que llegarían
pronto. John y Diane les mandaban felicitaciones y todo su amor.
Y Katherine Picton insistía
en su petición de que la hicieran madrina. Le ofreció un valioso ejemplar de La
Vita Nuova de Dante como aliciente adicional.
Tom sacó varias fotos de
Rollito de primavera con el iPhone y las envió por email a todo el mundo,
incluida Kelly. A Katherine le dijo que no necesitaban ningún incentivo. Estarían
encantados de que fuera la madrina.
—¿Tiene pelo? —Cuando ______
se despertó finalmente, lo primero en lo que se fijó fue en los mechones
oscuros que asomaban bajo el gorrito lila.
—Sí, mucho pelo. Creo que
es más oscuro que el tuyo. —Con una sonrisa, Tom le depositó a la niña sobre el
pecho.
_______ desenvolvió al
bebé y se abrió el camisón, para quedar piel contra piel con su hija. Tom nunca
había visto una imagen tan increíble.
—Es preciosa —susurró
ella.
—Como su madre —apuntó él.
_______ le dio suaves
besitos en la cabeza.
—No lo creo. Tiene tu
cara.
Tom se echó a reír.
—Si tú lo dices... Yo no
le encuentro el parecido, aunque parece que tiene los ojos del mismo color que
los míos. Tiene unos ojazos enormes, pero no le gusta mucho abrirlos.
_______ le examinó la
carita antes de abrazarla con fuerza.
—¿Te duele?
Ella hizo una mueca.
—Me siento como si me
hubieran partido en dos con una sierra.
—Sí, algo así te
hicieron.
Ella lo miró curiosa.
—No, querida, no miré. —Tom
le besó la cabeza—. Deberíamos decidir qué nombre vamos a ponerle. A sus
abuelos no les va a hacer gracia que la llamemos Rollito de primavera. Y
Katherine me ha escrito diciéndome que deberíamos llamarla como ella.
—Habíamos hablado de
Clare o Grace.
Tom se lo planteó.
—Clare me gusta, pero
como rezamos ante la tumba de San Francisco para pedirle un hijo, tal vez deberíamos
llamarla Frances.
—Santa Clara era amiga de
san Francisco, así que Clare le gustará. Grace podría ser su segundo nombre.
—Grace —repitió,
emocionado.
—¿Qué te parece Clare
Grace Hope? Es la culminación de tantas esperanzas, de tanta gracia concedida...
—Clare Grace Hope Kaulitz.
Es perfecto. —_______ suspiró y le dio un beso a Clare en su diminuta mejilla.
—Es perfecta. —Él le dio
un beso a cada una y las estrechó entre sus brazos.
—Mis niñas... Mis dulces
niñas...
CAP
88.-
______ dormía
profundamente, respirando hondo y totalmente inmóvil. La enfermera le dijo a Tom
que dejara a la niña en la cunita y durmiera un rato, pero él se negó. Sostenía
a su hija en brazos como si temiera que alguien fuera a arrebatársela.
Los párpados le pesaban,
así que se reclinó en la butaca junto a la cama de _______, con la pequeña sobre
el pecho. Ella se acomodó. Parecía satisfecha, con la mejilla pegada a él y el
diminuto culito en pompa.
—Fe, esperanza y caridad —murmuró—,
pero la mayor de todas ellas no es la caridad.
—¿Cómo dices? —_______ se
volvió hacia él.
Tom sonrió.
—No quería despertarte.
_______ trató de mover
las piernas, aguantándose la cicatriz del vientre.
—El dolor vuelve a
apretar. Me debe de tocar una inyección pronto. —Miró cómo la niña descansaba
tan tranquila sobre el pecho de él.
—Eres un padrazo, papi.
—Eso espero. Al menos, me
esforzaré para llegar a serlo.
—No lo sabía —susurró ______,
con los ojos completamente inundados de lágrimas.
—No sabías ¿qué?
—No sabía que era posible
querer tanto a una persona que no eres tú.
Tom le acarició la
cabecita a Clare.
—Yo tampoco lo sabía. —reconoció,
dándole un dulce beso—. Justo estaba discutiendo con san Pablo —añadió luego.
—¿Ah, sí? ¿Sobre qué? —preguntó
ella, sonriendo.
—Le he dicho que la mayor
de las virtudes no es la caridad, es la esperanza.
»Descubrí la caridad
gracias a Richard y a Grace, pero también gracias a ti. Reconozco que me ayudó
a superar días muy duros. Y cuando estuve en Asís, descubrí la fe. »Pero sin la
esperanza hoy no estaría aquí. Me habría quitado la vida. Sin la intervención
divina en forma de una adolescente en el huerto de Pensilvania ahora estaría en
el infierno, y no sentado a tu lado con nuestra hija en brazos.
—Tom —susurró ______, que
de repente sintió que volvía a tener lágrimas en los ojos.
—La caridad es una gran
virtud y la fe también, pero la esperanza es la más importante para mí. »La
esperanza es esto —dijo, señalando a la niñita acurrucada contra su pecho,
envuelta en ropas blancas y cubierta con un diminuto gorrito de lana.
Tom elevó una espontánea
y sentida oración de gracias. En esa habitación tenía tantas riquezas, que se
sentía abrumado. Tenía una esposa bonita e inteligente, con un corazón grande y
generoso, y tenía una preciosa hija.
—Ésta es la culminación de
todas mis esperanzas, Tom. —______ alargó el brazo y él le enlazó el dedo meñique
con el suyo—. Es mi final feliz.
El futuro de Tom se
presentaba lleno de esperanza. Vio ante él una casa en la que resonaban las
risas infantiles y el sonido de piececitos corriendo escaleras arriba y abajo.
Vio a Clare con un hermano y una hermana; uno adoptado, el otro no.
Vio bautizos y primeras
comuniones, con su familia sentada en el mismo banco de la iglesia, misa tras
misa, año tras año. Vio rodillas peladas, primeros días de colegio, fiestas de
promoción, fiestas de graduación, corazones rotos y lágrimas de felicidad. Vio
la alegría de llevar a sus hijos a Italia, de presentarles a Dante, a
Botticelli, a san Francisco. Se vio llevando a Clare al altar y sosteniendo a
sus nietos en brazos.
Se vio envejeciendo junto
a su amada ______, paseando con ella de la mano por el huerto de manzanos.
—Ahí aparece mi bendición
—murmuró, dándole la mano a su esposa y acariciando la espalda de Clare Grace
Hope, que dormía plácidamente sobre su pecho.
FIN
HOLA!!!!! BUENO LA NOVELA HA LLEGADO A SU FINAL!!! MUCHISISISISISIMAS GRACIAS POR LEERLA ... GRACIAS POR CADA UNO DE SUS COMENTARIOS!!! LAS TUBE QUE ESTAR CASI OBLIGANDO PARA QUE COMENTARAN PERO VALIO LA PENA!!! BUENO SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO, AHORA MISMO LES AGREGO EL SEGUNDO CAPITULO DE LA NUEVA NOVELA "SORPRENDEME" ESTA MUY BONITA SE LOS AVISO :D .... BUENO SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO. ADIOS Y GRACIAS POR TODO :))
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