CAP
5.-
Los parientes de los Kaulitz
fueron prudentes y no hicieron ningún comentario sobre lo felices y relajados
que parecían cuando finalmente salieron del dormitorio, justo antes de la hora
de comer.
El hermano de Tom, Scott,
llegó aquella tarde con su esposa Tammy y su hijo Quinn. Junto con el padre de _____,
John, y su novia Diane, todos se sentaron a la mesa temprano para cenar juntos.
Diane Stewart era una
atractiva mujer afroamericana con una piel perfecta, grandes ojos oscuros y un
pelo rizado que le llegaba hasta los hombros. Tenía cuarenta años, diez menos
que su novio.
Hacía mucho tiempo que se
conocían, ya que ella había vivido toda la vida en Selinsgrove.
Al ver que el postre no
llegaba, Diane fue a la cocina y se encontró a los Kaulitz bailando.
Tom había hecho instalar
un sistema de sonido centralizado y las notas de una suave melodía de jazz
flotaban en el aire.
Los recién casados
estaban abrazados, moviéndose poco a poco, al ritmo de la música. Tom susurró
algo al oído de _____. Ella apartó la cara, aparentemente avergonzada, pero él
se echó a reír, la abrazó con más fuerza y la besó.
Diane trató de retirarse
de manera discreta, pero las viejas tablas de madera del suelo crujieron bajo
sus pies. Los Kaulitz se detuvieron y se volvieron hacia donde procedía el
ruido. Ella se echó a reír.
—Hay algo en el horno. Y
no es el pastel de manzana.
Tom se rió con ganas. Su
risa, fuerte y franca, hizo sonreír a _____, que apoyó la frente contra su
pecho.
Diane asintió con
aprobación.
—Tardabais tanto en
preparar el café que pensaba que se os había olvidado cómo se hacía.
Tom se pasó las manos por
el pelo, que tenía alborotado por las atenciones de su esposa.
—¿Querida?
—El café está listo y las
tartas se están enfriando. En seguida vamos. —_____ se separó de su marido a
regañadientes. Él le dio una disimulada palmadita en el culo.
En ese momento, Rachel y
Tammy se unieron al grupo. Tammy había sido la última en
incorporarse a la familia
al casarse con Scott el mes anterior. Era una mujer alta, de metro ochenta de estatura
y con muchas curvas. Tenía el pelo rubio cobrizo y los ojos de un azul muy
pálido.
—¿A qué viene el retraso?
—preguntó Rachel, y miró a su hermano con desconfianza, como si la culpa sólo
pudiera ser suya.
—Estábamos preparando el
café —respondió _____ sin levantar la vista de las tazas que llenaba para
disimular la vergüenza.
—¿Ahora se llama así?
—bromeó Tammy, y guiñó un ojo.
—No, a mí me parece que
lo que hacían no es eso. —Diane se sumó a la fiesta, negando con la cabeza y reprendiéndolos
en broma con un dedo.
—Bueno, señoras, os
dejaré solas para que critiquéis a gusto. —Tom le dio un casto beso en la mejilla
a _____ antes de escaparse al salón.
Rachel comprobó la
temperatura de las tartas de manzana con el dedo.
—_____, pásame un
cuchillo. Vamos a probar cómo han quedado.
—Así se habla. —Diane
rechazó el café que le ofrecía _____ y se sentó en uno de los taburetes altos.
—¿Y bien? —insistió
Rachel—. ¿Qué estaba pasando aquí? Y, por favor, dime que no estabais usando la
encimera —añadió, mientras miraba de reojo las superficies de granito que Tom
había insistido en comprar.
—No. Es demasiado fría. —______
se tapó la boca con la mano, pero ya era demasiado tarde.
Las demás se echaron a
reír a carcajadas y empezaron a burlarse de ella sin piedad.
—¿Hace calor aquí o es
cosa mía? —bromeó Diane, abanicándose con una servilleta de papel—. Voy a
bautizar esta casa como La Casa del Amor.
—Mis padres también eran
así. —Rachel miró a su alrededor—. No lo hacían sobre la encimera, que yo sepa,
pero eran muy cariñosos. Debe de haber algo en esta cocina.
______ pensó que era muy
posible. Había algo reconfortante, no sólo en la cocina, sino en toda la casa,
que empujaba a ser cariñoso. A Tom y a ella les costaba no estar todo el día
tocándose, excepto cuando ella trabajaba.
—Entonces, ¿mi hermano te
ha compensado por lo de ayer? —preguntó Rachel.
______ se ruborizó un
poco.
—Sí.
—Bien. De todos modos,
hablaré con él. Se supone que después de una discusión tendría que comprarte
flores. O diamantes.
_____ bajó la vista hacia
su anillo de compromiso, adornado con un gran diamante central, rodeado por
otros más pequeños.
—Ya me ha comprado
bastantes.
—Es un anillo precioso,
cielo. —Diane se volvió hacia Tammy y bajó la vista hacia su mano izquierda—.
El tuyo también, cielo. ¿Cómo te va la vida de casada?
La joven observó cómo la
luz de las lámparas halógenas se reflejaba en las piedras de su anillo de compromiso.
—Nunca creí que me
casaría de verdad.
—¿Por qué no? —preguntó
Rachel con la boca llena.
Tammy miró de reojo hacia
la puerta.
—¿No deberíamos servirles
el postre?
Rachel tragó antes de
responder:
—Todos tienen piernas. Si
quieren tarta, pueden venir a buscarla.
Riendo, Tammy cogió la
taza de café con las dos manos.
—Antes de empezar a salir
con Scott, vivía con otra persona, mi novio de la facultad de Derecho. Habíamos
hecho planes: nos casaríamos y nos compraríamos una casa con su jardín y su
verja blanca. No faltaría de nada. Pero entonces me quedé embarazada.
______ se removió inquieta
en el taburete, con la vista fija en el suelo. La mirada de Tammy se volvió
melancólica.
—Scott me contó que,
cuando él nació, también fue una sorpresa para sus padres, pero se alegraron
mucho de su llegada. Ojalá hubiera podido conocer a Grace. Tuvo que ser una
mujer maravillosa.
—Lo era —dijo Rachel—. Tom
tampoco estaba en sus planes. Mis padres lo acogieron cuando su madre murió y
más tarde lo adoptaron. Los planes son sólo eso, planes. Pero la vida no
siempre les hace caso.
Tammy asintió.
—Habíamos hablado de
tener hijos. Los dos queríamos tenerlos. Pero de repente, Eric decidió que no
estaba preparado. Pensó que me había quedado embarazada a propósito para
cazarlo.
—Como si te hubieras
quedado embarazada tú sola... —comentó Diane, moviendo el tenedor en el aire.
_____ no dijo nada. Se
avergonzaba de comprender a Eric, aunque no estaba de acuerdo con sus actos.
Ella tampoco se sentía preparada.
—Eric me dio un
ultimátum: el bebé o él. Al ver que dudaba, se marchó.
—Menudo mamón —murmuró
Rachel.
—Estaba destrozada. Sabía
que el embarazo no era sólo responsabilidad mía, pero tenía la sensación de que
debería haber ido con más cuidado. Llegué a plantearme abortar, pero Eric ya me
había dejado. Además, en el fondo, me apetecía ser madre.
______ volvió a removerse
en el asiento, conmovida por la sinceridad de Tammy.
—No podía pagar el
alquiler yo sola, así que volví a casa de mis padres. Sentía que había fracasado.
Soltera, embarazada, viviendo de nuevo con mis padres. Cada noche lloraba hasta
quedarme dormida, y pensaba que ningún hombre me querría.
—Lo siento mucho —dijo _____,
con los ojos llenos de lágrimas.
Tammy se acercó a ella y
le dio un abrazo.
—Las cosas mejoraron con
el tiempo, pero nunca le perdonaré a Eric que renunciara a sus derechos como
padre. Ahora Quinn nunca lo conocerá.
—Los donantes de esperma
no son padres —la interrumpió Rachel—. Richard no contribuyó genéticamente a
crear a Tom, pero es su padre.
—No sé quién aportaría el
material genético de tu hermano, pero tuvo que ser un hombre guapo, porque ese
chico está muy bien —comentó Diane, señalando hacia el salón con la cabeza—. No
tan bien como mi hombre, claro, porque eso es imposible.
______ soltó una risita
incómoda. No estaba acostumbrada a que otras mujeres pensaran que su padre
«estaba muy bien».
Tammy siguió hablando.
—Por suerte, tenía
empleo. Trabajaba en la oficina del fiscal del distrito con Scott. Salimos un par
de veces durante el embarazo. Sólo éramos amigos, pero siempre era tan amable
conmigo... Suponía que tras tener al niño no volvería a saber nada de él, pero
unas semanas después de que Quinn naciera vino a verme y me invitó a salir. En
ese momento, me enamoré definitivamente.
—Él ya estaba enamorado
de ti antes —recordó Rachel, entre risas—. Hasta las trancas.
Tammy jugueteó con el
anillo de compromiso, haciéndolo girar sobre el dedo.
—Por aquella época, le
estaba dando el pecho al niño, así que tenía que sacarme leche antes de que
viniera a buscarme, y la dejaba en la nevera para que se la dieran mis padres.
Pero Scott nunca me hizo sentir incómoda. Me veía como a una persona, una
mujer, no como a una madre. Creo que ya se había fijado en mí cuando salía con
Eric. —Con una sonrisa, añadió—: Antes de conoceros, tenía mucho miedo. No
sabía qué pensaríais de mí. Pero todos me disteis la bienvenida. —Mirando a _____,
añadió—: A Tom lo conocí
más tarde, pero él también fue muy amable. Incluso cuando Quinn le manchó el
traje.
—Deberías haberlo visto
antes de que conociera a _____. —Rachel hizo una mueca—Le habríapasado a Quinn
la factura de la tintorería.
______ estaba a punto de
protestar en nombre de Tom, pero Tammy volvió a hablar:
—No, no creo lo hiciera.
Siempre se muestra encantador con Quinn. Scott es increíble. La paternidad
tiene un efecto maravilloso sobre los hombres. Sobre los hombres buenos
—especificó—. Scott es amable y juguetón cuando está con Quinn. Se tira al
suelo y juega a revolcarse con él. Nunca lo había visto así. Los hombres que no
tienen hijos se lo pierden.
_____ se quedó pensando en
qué tipo de padre sería Tom.
—Tengo muchas ganas de
tener una niña —añadió Tammy, sonriendo—. Sé que Scott la tratará como a una
princesa.
—¿Quieres más hijos?
—preguntó Rachel, alzando las cejas.
—Sí, creo que con dos
tendríamos suficiente, pero si viniera otro niño, me gustaría que fuéramos a
buscar la niña.
En ese momento, Scott
entró e n la cocina con el pequeño Quinn, de veintiún meses, medio dormido en
brazos. Saludó a las reunidas con una inclinación de cabeza antes de acercarse
a Tammy.
—Creo que es hora de ir a
la cama.
_____ sonrió ante el
contraste entre Scott, con su metro noventa, y el menudo ángel rubio que llevaba
en brazos. Parecía un gigante protector.
—Te ayudaré.
Tammy se levantó y cruzó
la cocina hasta donde estaba su marido. Tras darle un beso, subieron juntos al
dormitorio. Rachel miró las tartas y los platos de postre.
—Creo que será mejor que
les lleve el postre a los hombres. —Cortó dos trozos de tarta, los puso en el
plato y se los llevó al salón.
Diane miró a _____ sin
dejar de juguetear con la taza.
—¿Podemos hablar un
momento, cielo?
—Claro. —______ cambió de
postura en el taburete para mirar de frente a Diane.
—No sé cómo decir esto,
así que voy a soltarlo sin más. Últimamente paso mucho tiempo con tu padre.
Ella sonrió para
tranquilizarla.
—Me parece estupendo.
—Ya conoce a mi madre y
al resto de mi familia. Incluso ha empezado a venir conmigo a la iglesia los
domingos para oírme cantar en el coro.
_____ trató de ocultar la
sorpresa que le causaba imaginarse a su padre en una iglesia.
—Cuando mi padre me
preguntó si podía invitarte a mi boda, supuse que la cosa iba en serio.
—Lo quiero.
______ abrió mucho los
ojos.
—Guau, ¿lo sabe él?
—Por supuesto. Él también
me quiere. —Diane sonrió con timidez—. Hemos estado hablando sobre el futuro...
Haciendo planes...
—Es fantástico.
—¿De verdad lo piensas?
—Diane la estaba mirando fijamente.
—Me alegro mucho de que
esté con alguien que lo quiere. No me apetece mucho sacar el tema de Deb, pero
estoy segura de que ya sabes que estuvieron un tiempo juntos. La verdad es que
no acababa de verlos como pareja. Aquello acabó en nada.
Diane guardó silencio.
Parecía absorta en sus pensamientos.
—Tu padre y yo hemos
hablado sobre dar el paso para hacer más permanente nuestra relación. Quería
que supieras que, cuando lo hagamos, no trataré de ocupar el lugar de tu madre.
—Sharon no era mi madre.
Diane le apoyó una mano
en el brazo.
—Lo siento.
—No sé qué te habrá
contado papá sobre ella, pero me imagino que no gran cosa.
—No lo he forzado a
contarme nada. En el momento que quiera explicármelo, lo escucharé.
_____ bebió el café en
silencio. No le gustaba hablar de su madre; ni siquiera pensar en ella. Había muerto
cuando ella estaba en el último curso del instituto. Sharon era alcohólica.
Durante casi todo el tiempo se mostraba indiferente a los problemas de ______.
Y en las ocasiones que no era así, la trataba de un modo abusivo, y se burlaba
de ella.
—Grace se portó como una
madre conmigo. Me sentía mucho más cercana a Grace que a Sharon.
—Grace era una buena
mujer.
Al mirar a Diane a los
ojos, _____ vio en ellos esperanza, pero también una cierta ansiedad.
—No me preocupa en
absoluto que te conviertas en mi madrastra. Si papá y tú decidís casaros, yo estaré
allí, apoyándoos.
—Harás mucho más que eso,
cielo. Serás una de mis damas de honor. —Diane la abrazó con fuerza. Cuando al
final se apartó, se enjugó las lágrimas—. Siempre quise tener una familia.
Quería un marido y una casa propia. Y parece que, a los cuarenta años, mis
sueños se van a hacer realidad.
»Tenía miedo de lo que
pudieras pensar. Deseaba que supieras que quiero a tu padre, que no estoy con
él por su dinero.
______ la miró sin
comprender, hasta que vio la chispa traviesa en los ojos de Diane y ambas mujeres
se echaron a reír.
—Vale, me tomas el pelo.
Papá no tiene dinero.
—Es un buen hombre, tiene
trabajo y me hace feliz. Si una mujer encuentra a alguien así, que encima está
requetebién, sería una idiota si no lo agarrara. El dinero es secundario.
Antes de que ______
pudiera decir nada más, John apareció en la puerta. Al ver que Diane tenía los ojos
llorosos, se acercó a ella.
—¿Qué te pasa? —preguntó,
al tiempo que le secaba las lágrimas con los dedos.
—Diane me estaba contando
lo mucho que te quiere —respondió _____, con una sonrisa de aprobación.
—¿Ah, sí? —La voz de John
sonó más ronca.
—Ya sé que no me la has
pedido, pero cuentas con mi bendición.
Los ojos oscuros de su
padre buscaron los suyos.
—¿Ah, sí? —repitió,
emocionado.
John las abrazó, a cada
una con un brazo, y les dio un beso en la coronilla.
—Mis chicas —susurró.
Poco después, ______ se
despidió de su padre y de Diane. Pensaba que estaban viviendo juntos, al menos
parte del tiempo, pero ésta la sorprendió al decirle que seguía con su madre y
que, por respeto a ella, no se quedaba a dormir en casa de John. ______
entendió entonces por qué tenía tanta prisa por casarse y tener su propia casa.
Después de que le
sirvieran el postre, Richard Clark se sentó en el porche a beberse un whisky y
a fumarse un puro. El aire era fresco y todo estaba en calma. Si cerraba los
ojos, podía imaginarse a su esposa, Grace, saliendo de la cocina y sentándose
en la silla Adirondack que tenía al lado.
La melancolía se apoderó
de su corazón. Grace nunca volvería a sentarse con él.
—¿Cómo estás?
Al abrir los ojos, vio a
su nuera, _____, sentada a su lado. Se estaba abrazando las rodillas, arrebujada
en una de las viejas chaquetas de cachemira de Tom.
Richard se cambió el puro
de mano y movió el cenicero para no molestarla.
—Estoy bien, ¿y tú?
—Muy bien.
—La cena estaba muy
buena. Francamente excepcional.
—He intentado copiar
algunos de los platos que tomamos en Italia. Me alegro de que te hayan gustado.
—Apoyó la cabeza en el respaldo de la silla y levantó la vista hacia el cielo
oscuro.
Richard bebió un trago en
silencio. Notaba que algo la preocupaba, pero no quería presionarla.
—¿Richard?
Él se echó a reír.
—Pensaba que habíamos
quedado en que me llamarías papá.
—Sí, claro, papá, lo
siento. —Ella pasó una uña por el reposabrazos, marcando la madera.
—No lo sientas. Somos familia,
______. Siempre que me necesites, aquí estaré.
—Gracias. —Ella recorrió
con el dedo la marca que había dejado en la madera—. ¿Te molesta que hayamos
cambiado cosas... de la casa?
Richard dudó unos
momentos antes de responder.
—Al baño le hacía falta
una reforma. Y me parece muy práctico que hayáis puesto un baño en la planta
baja y otro en el dormitorio principal. Y a Grace le habría encantado lo que
habéis hecho con la cocina. Llevaba años queriendo poner encimeras de granito.
A _____ se le encogió el
corazón.
—Hemos dejado muchas
cosas como estaban.
—No te preocupes, de
verdad. A Grace le habría encantado redecorar la casa contigo si hubiera estado
aquí —la tranquilizó Richard.
—¿Estás a gusto en la
habitación de invitados? ¿No has cambiado de idea?
—Eres muy amable por
preocuparte, pero te aseguro que estas cosas no me importan lo más mínimo. Lo
único que me importa es que Grace se ha marchado y no volverá. Y me temo que
eso no tiene remedio.
Richard bajó la vista
hacia su anillo de boda, un sencillo aro de oro.
—En esta casa —dijo él—,
a veces me parece oír su voz, oler su perfume. En Filadelfia no me pasa. Mi
apartamento no tiene recuerdos de ella. —Le dirigió una sonrisa melancólica—.
La separación no duele tanto cuando estoy aquí.
—¿Es muy duro?
—Mucho.
______ permaneció en
silencio unos instantes, como si se estuviera planteando cómo sería la vida sin
Tom. Se quedaría destrozada, sin duda.
La duración de una vida
humana era incierta. Cualquiera podía contraer una enfermedad grave o tener un
accidente y de repente una familia quedaba rota.
Desde alguna parte de su
interior, una vocecita le susurró: «Si tuvieras un hijo con Tom, siempre
tendrías una parte de él». —Más que el pensamiento en sí, fue la voz lo que
hizo que se estremeciera.
Al notar su reacción,
Richard se levantó y le rodeó los hombros con una manta.
—Gracias —murmuró ella—.
¿Te gusta vivir en Filadelfia?
—Mi puesto de
investigador no es lo que esperaba. La verdad es que me he planteado retirarme.
—Echó la ceniza en el cenicero—. Me trasladé allí para estar más cerca de
Rachel y de Scott, pero los veo poco. Están muy ocupados. Todos mis amigos,
incluido tu padre, están aquí.
—Pues vuelve.
—¿Cómo? —Richard se
volvió hacia ella.
—Vuelve a Selinsgrove.
Instálate aquí.
—Pero ahora ésta es
vuestra casa.
—Sólo durante las
vacaciones. Podrías ocupar la habitación principal inmediatamente y luego mandar
a buscar tus cosas.
Richard se llevó el puro
a los labios.
—Es un ofrecimiento muy
generoso, pero ya tomé la decisión. Hace más de un año que le vendí la casa a Tom.
—Él se sentiría más feliz
sabiendo que estás en el lugar que te corresponde.
Richard negó con la
cabeza.
—No, no volveré atrás.
_____ se estrujó el
cerebro pensando en una táctica más convincente.
—Para nosotros sería como
una buena obra, un mitzvah.
Necesitamos que Dios nos bendiga.
Richard se echó a reír.
—Eso era lo que yo le
decía a Tom cuando se ponía tozudo. ¿Por qué necesitáis que Dios os bendiga?
La expresión de _____ se
ensombreció.
—Le he pedido algo y no
me ha respondido.
Al ver que no decía nada
más, Richard aspiró y soltó el humo del puro.
—Creo que todas las
oraciones reciben respuesta tarde o temprano, aunque a veces la respuesta es un
«no». Rezaré para que recibas la tuya lo antes posible.
»No te digo que la idea
no me resulte tentadora. Pero habéis gastado tiempo y energías en hacer de esta
casa vuestro hogar. Habéis cambiado los muebles de la planta baja, habéis
pintado las paredes...
—Hipotecaste esta casa para
pagar las deudas que Tom había contraído por culpa de las drogas.
Richard la miró
sorprendido.
—¿Te lo contó?
—Sí.
—Fue hace mucho tiempo.
Ya nos devolvió el dinero.
—¿No te parece normal que
quiera devolverte también tu casa después de todo lo que hiciste por él?
—Un padre hace lo que
haga falta por su hijo —replicó Richard con expresión solemne—. El dinero me
importaba tan poco entonces como ahora. Sólo quería salvarle la vida.
—Lo hiciste. Grace y tú
lo hicisteis. —______ miró a su alrededor—. Mientras la casa permanezca en la familia
y podamos reunirnos en Acción de Gracias y Navidad, no importa quién sea el
dueño ni quién viva en ella.
______ se cubrió con la
manta cuando una brisa recorrió el porche y le acarició la cara.
—Sin embargo —continuó—, Tom
nunca se desprendería del huerto. Ha contratado unos jardineros para que
recuperen los árboles. Y ha mandado plantar algunos nuevos.
—Esos manzanos hace años
que no dan una buena cosecha. Me temo que es demasiado optimista.
______ miró hacia el
huerto entre las sombras.
—El optimismo es bueno. A
él le hacía falta. —Y volviéndose hacia Richard, añadió—: Si vivieras aquí,
podrías cuidar del huerto. Creo que Tom se sentiría más tranquilo si supiera
que está en buenas manos. Nos estarías haciendo un favor.
Richard permaneció en silencio
lo que pareció una eternidad.
—Gracias —dijo
finalmente, con la voz ronca.
_____ le apretó la mano
antes de dejarlo a solas con su puro y sus pensamientos.
Al cerrar los ojos, un
sentimiento de esperanza descendió sobre él.
Cuando los invitados se fueron
a dormir, ______ se sentó en el borde de la nueva bañera con hidromasaje para
comprobar la temperatura del agua. Necesitaba relajarse un poco. Sabía que
debería estar trabajando en la conferencia, pero las emociones del día la
habían agotado. Se preguntó si debería llamar a su terapeuta de Boston. Seguro
que la doctora Walters le daría buenos consejos para afrontar la ansiedad, los conflictos
matrimoniales y el nuevo interés de Tom por ampliar la familia.
Querer tener un bebé no
era nada malo. ______ comparó el entusiasmo y la ternura de su marido con la
fría indiferencia que Eric le había mostrado a Tammy. Por supuesto, no había
duda de cuál de las dos actitudes prefería. Pero tenía que mantenerse firme
para que la pasión de Tom no anulara su personalidad ni sus sueños. Su pelea
del día anterior demostraba que todavía tenían mucho que hacer para funcionar
como pareja. Tenían que aprender esas lecciones antes de traer un niño al
mundo. Mientras esperaba a que el nivel del agua ascendiera, sintió que se le
erizaban los pelillos de la nuca. Al volver la cabeza, vio a Tom junto al
tocador. Se había desabrochado los tres botones superiores de la camisa. Por
encima de la camiseta blanca le asomaba un poco de vello.
—Nunca me canso de
mirarte —dijo él, y le dio un beso en la nuca antes de quitarle la toalla en la
que se había envuelto—. Debería pintarte —añadió, acariciándole la espalda con
los dedos.
—Ya me pintaste la otra
noche, Caravaggio. Manchamos de pintura todo el suelo.
—Ah, sí. Qué lástima tener
que limpiarlo. Había pensado que podíamos añadir más pintura otro día.
—Tendrás que esperar a
otra ocasión, cuando no haya invitados. —Lo miró con picardía—. ¿Quieres
acompañarme?
—Prefiero mirarte.
—En ese caso, me
aseguraré de darte un buen espectáculo.
Se levantó la melena con
las dos manos y arqueó la espalda adoptando la pose de una pin-up
de
los años cincuenta.
Tom gruñó y se acercó más
a ella. _____ lo detuvo alzando una mano.
—Me dejé el gel de
burbujas en el otro baño anoche. ¿Podrías ir a buscarlo?
—Por supuesto, diosa. —Le
dio un beso en los labios antes de irse.
Tom tardó unos minutos en
localizar el jabón, porque a alguien se le había caído al suelo y la botella
había ido rodando hasta la papelera. Se agachó para recogerlo, y vio algo que
había quedado entre la papelera y la pared. Era una caja pequeña, rectangular. Leyó
la etiqueta: Test de embarazo. Pero
la caja estaba vacía.
Cuando se hubo recuperado
de la sorpresa, y tras volver a leer la etiqueta para asegurarse de que la
había leído correctamente, dejó la caja donde la había encontrado y regresó a
la habitación. Sin una palabra, le dio la botella a ______, que echó el gel con
aroma de sándalo y mandarina satsuma antes de entrar en la bañera. Se colocó en
lo que le pareció que sería una pose provocativa, pero Tom estaba perdido en
sus pensamientos.
—¿Qué pasa? —le preguntó,
cambiando de postura para verle mejor la cara.
Él se pasó una mano por
la barbilla y la boca.
—¿Está embarazada Rachel?
—Que yo sepa no, aunque
me dijo que lo estaban intentando. ¿Por qué?
—He encontrado un test de
embarazo en el baño de invitados. Bueno, sólo la caja vacía. Parecía que habían
tratado de esconderla.
—Probablemente sea suyo.
—Ojalá fuera tuyo. —Tom
la estaba observando con tanta intensidad que ______ sintió el calor de su
mirada en la piel.
—¿Incluso después de lo
de ayer?
—Por supuesto. Las
parejas discuten. Los maridos siempre tenemos la culpa, porque somos unos idiotas.
Un poco de sexo salvaje y sudoroso para reconciliarnos y todo está olvidado.
_______ bajó la vista
hacia el agua.
—Preferiría disfrutar del
sexo salvaje y sudoroso sin discutir antes.
—Pero entonces la
reconciliación perdería todo el sentido, ¿no crees? —susurró él, con voz ronca.
Respirando hondo, ______ levantó la cara y lo miró fijamente.
—No estoy preparada para
formar una familia.
—Ya llegará el momento. —Tom
le tomó la mano y le besó los dedos llenos de espuma—. Créeme, no quiero volver
a discutir contigo esta noche. No quiero crearte más estrés.
Ella sonrió débilmente.
—Supongo que también
podría ser de Tammy.
—Tammy ya tiene un hijo.
—Quinn cumplirá dos años
en septiembre. Y sé que quiere tener más hijos con Scott.
Tom ajustó la intensidad
de la luz, dejándola más tenue, antes de desaparecer en el dormitorio.
Cuando volvió, la voz de
Astrud Gilberto sonaba por el altavoz que había hecho instalar en el techo del
cuarto de baño. ______ miró a su marido con admiración.
—Sea de quien sea, tal
vez haya descubierto que no está embarazada. Pero si lo está, serás tío. Otra
vez. El tío Tom.
Sin hacer caso de sus
palabras, él se desabrochó la camisa. Se la quitó, seguida de la camiseta, dejando
a la vista el tatuaje y el vello que cubría su pecho musculoso.
______ lo observó
mientras colgaba la camisa en un gancho y sus manos se acercaban al cinturón. Una
vez allí, Tom se quedó quieto, provocándola. Ella puso los ojos en blanco.
—Cuando acabes, el agua
ya estará fría.
—Lo dudo. Y te aseguro
que cuando acabe, no estaré aquí fuera.
—¿Por qué no?
—Porque pienso acabar dentro
de ti.
Con una media sonrisa,
colgó los pantalones antes de quitarse los bóxers.
______ conocía bien el
cuerpo de su marido, pero igualmente, verlo la dejaba siempre sin aliento. Tenía
los hombros anchos y su torso se iba estrechando hasta llegar a la cintura,
estrecha, al igual que las caderas, donde empezaban unos muslos musculosos. Los
brazos estaban bien definidos, igual que los abdominales superiores y los
inferiores, que acababan formando una uve que descendía vertiginosamente hasta
su prominente sexo.
—Me matas cuando me
observas así —confesó él.
—¿Por qué? —______ le
devolvió la mirada con descaro, moviéndose en la bañera para dejarle sitio.
—Porque parece que
quieras lamerme... todo el cuerpo.
—Así es.
Tom se metió en la bañera
rápidamente. Se sentó tras ella y la rodeó con sus largas piernas.
—Este aroma me resulta
familiar.
—Compré el gel porque me
recordó al aceite de masaje que usaste en Florencia. Me hiciste un masaje en la
espalda con él, ¿te acuerdas?
—En mi recuerdo, te froté
algo más que la espalda. —Tom le acarició la oreja con la nariz—. Ni te
imaginas el efecto que este aroma tiene sobre mí.
—Oh, sí. Me hago una idea
—replicó ______, moviéndose y notando su miembro rígido.
—Antes de que nos
dediquemos a... otras actividades, me gustaría que habláramos un poco.
—¿Sobre qué? —______ se
tensó.
Tom le puso las manos
sobre los hombros y empezó a masajearle el cuello.
—Relájate, no soy tu
enemigo. Sólo estoy tratando de persuadirte para que confíes en mí. Sé que sueles
tomar baños de espuma cuando estás estresada. Y últimamente te das un baño
todos los días.
—No es nada. Es que tengo
muchas cosas en la cabeza.
—Cuéntamelas.
Ella movió la mano
adelante y atrás, empujando la espuma.
—Tengo miedo de no poder
acabar los estudios. Y me preocupa mucho la conferencia.
Él pasó a masajearle los
hombros.
—Ya hemos hablado de la
conferencia y te he dado mi opinión sincera. Es buena. Y no vas a dejar los
estudios a medias. Sólo tienes que ocuparte de ir superando los semestres uno a
uno.
»Tampoco hace falta que
estés pendiente de la familia toda la semana. Mañana les diremos que pasarás el
día trabajando. Durante el día se entretendrán solos y por la noche yo
prepararé filetes en la barbacoa. Seguro que Rachel y Tammy estarán encantadas
de echarme una mano.
Los músculos de ______
empezaron a destensarse un poco.
—Eso me ayudaría,
gracias.
—Haría cualquier cosa por
ti —susurró Tom, con los labios pegados a su cuello—. Lo sabes, ¿no?
—Lo sé.
Cuando se separaron, ella
sonrió.
—Tu cumpleaños nos pillará
en Italia. ¿Cómo querrás celebrarlo?
—Contigo. En la cama.
Durante dos días. —Tom le rodeó la cintura con los brazos y le
acarició la piel de
alrededor del ombligo.
—¿Quieres que invitemos a
alguien a Umbría? Podrían venir a visitar la exposición de Florencia con
nosotros.
—No, te quiero para mí
solo esos días. Podemos invitarlos a celebrar tu cumpleaños en Cambridge.
Julia apoyó la mano sobre
la de él para que dejara de acariciarla.
—No me gusta hacer nada
especial por mi cumpleaños.
Tom se echó hacia atrás,
reclinándose en la bañera.
—Pensaba que ya lo habías
superado.
—Es en septiembre.
Estaremos muy ocupados.
—No se cumplen
veinticinco años todos los días. Es un hito importante y hay que festejarlo.
—Lo mismo digo. Los
treinta y cinco son igual de importantes.
—Mis años sólo son
importantes porque tú estás en mi vida. Sin ti, mis días estarían vacíos.
_______ apoyó la cabeza
en su pecho.
—¿Por qué tienes que ser
tan dulce?
—Porque ya he tenido
bastantes amarguras en mi vida —respondió él, resiguiéndole la línea del cuello
y el hombro con los labios.
—En ese caso, supongo que
daremos una fiesta en septiembre. Podríamos hacerla coincidir con el Día del
Trabajo para alargar el fin de semana. —_______ le besó los pectorales antes de
volver a tumbarse de espaldas sobre su pecho—. Antes estabas hablando con
Richard. ¿Qué te ha dicho?
—Que le gustaría volver a
vivir aquí, pero que no quiere recomprar la casa. Supongo que contaba con el
dinero de la venta para su jubilación.
—Puede vivir aquí sin
comprar la casa. No te importaría, ¿no?
—No, claro que no. Al
contrario, me gustaría que lo hiciera. Pero no quiere abusar, sobre todo después
de las reformas que hemos hecho.
—Pues mejor, así las
disfruta. El único problema que veo son los muebles. No nos caben en Cambridge.
—Podríamos dárselos a tu
padre. Los de John ya están muy viejos. —El estirado Profesor había vuelto a
aparecer en escena.
—¿Lo dices en serio?
—No quiero mentirte, _______.
Tu padre no es mi persona favorita de este mundo, pero como tú sí lo eres...
—Dejó la frase en el aire para besarla.
—Richard no quiere
desprenderse de ciertos muebles que compartió con Grace. Unos cuantos se los
llevó, pero otros están en el guardamuebles. Tendremos que quitar los nuevos
para hacer espacio para los viejos. Si lo prefieres, podemos ofrecérselos a
Rachel.
—Muy buena idea. Diane y
él están pensando en casarse.
Tom la abrazó con más
fuerza.
—¿Y a ti qué te parece?
—Ella siempre se ha
portado muy bien con él y conmigo. Me gusta la idea de que tenga a alguien a su
lado para cuando se haga viejo.
—Siento ser yo quien te
diga esto, querida, pero tu padre ya se está haciendo viejo. Todos nos hacemos
viejos.
—Ya sabes a lo que me
refiero.
Tom la hizo volverse
hasta quedar de cara a él, con las piernas alrededor de su cintura.
—Por suerte para ti, yo aún
no soy demasiado viejo para mantenerte despierta toda la noche. Creo que esta
habitación no la hemos bautizado... todavía.
HELLLOOO!!! CHICAS HOLA :)) BUENO AQUI ESTA EL 5º CAP ... ESPERO Y LES VAYA GUSTANDO LA HISTORIA .... BUENO SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO ... 4 O MAS Y AGREGO ... HASTA PRONTO Y DESCANSEN
Pobre Richard!! :( ya estaba por llorar extraña a Grace :( ..
ResponderBorrarScott tan lindoo.. De quien será el test de embarazoo??
Siguelaaa!! :)
de quien sera ese test de embarazo :O
ResponderBorrarespero que subas pronto :D
Duossss ojala el test fuera de ___ ya quiero un bebe de ellos por ahí jajajajaja
ResponderBorrarAunque quiza sea de Rachel...
Esta increibleeeeeeee sigueeee
Subeeeeee
ResponderBorrarMe encantooo, (Tn) quedara embarazada de Tom?? estoy muy intrigada sube pronto pleaseee!!!
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