CAP
17.-
Esa misma tarde, ______ y
Tom se trasladaron al hotel Randolph. Habían quedado para cenar con Katherine y
Paul, pero éste dijo que tenía que hablar con la profesora Picton a solas y,
tras disculparse, les preguntó a los Kaulitz si les importaría cancelar los
planes. Así que cenaron solos. Tras una velada tranquila en el elegante comedor
del Randolph, subieron a su suite.
—¿Estás contenta de que
ya haya pasado la conferencia? —preguntó Tom, abriéndole la puerta a su esposa.
—Muy contenta. —________
se quitó la chaqueta y la dejó caer sobre una silla. Sentándose en el borde de
la cama, se quitó los zapatos de tacón. Al ver una chocolatina sobre la
almohada, la abrió y se la metió en la boca.
—En el Magdalen College
no nos daban chocolatinas —comentó Tom.
Sonriendo, ella miró
hacia el cuarto de baño.
—Me he enamorado del
toallero caliente. Necesitamos uno igual en casa.
—Veré qué puedo hacer —comentó
él echándose a reír.
—Pero no cambiaría por
nada las noches que hemos pasado en el Magdalen. Si algún día volvemos a
Oxford, espero que nos podamos alojar de nuevo allí.
—Por supuesto. —Tom le
besó la coronilla—. El Magdalen College es un lugar muy especial, aunque las
habitaciones son un poco espartanas para mi gusto. Creo que hemos hecho bien en
repartir la estancia entre el College y el hotel.
—Tenía esperanzas de ver
algún fantasma de Narnia durante la visita.
—Pues fuera del Magdalen
será difícil. Aunque me han dicho que el espíritu del protagonista de la serie
Inspector Morse, de Colin Dexter, visita el bar de aquí abajo. Podríamos ir a
comprobarlo.
—Creo que ya he tenido
bastante vida social por hoy. Necesito un baño caliente, una toalla caliente y
meterme pronto en la cama.
—¿Has cambiado de opinión?
—Tom alargó la mano para acariciarle la mejilla.
—¿Sobre qué?
—Sobre el doctorado —respondió
él, encogiéndose de hombros—. Sobre cualquier cosa.
—Me había preparado bien
la charla, pero soy consciente de que he tenido suerte. Los asistentes no venían
con las espadas desenvainadas.
—No era un público fácil.
Los conozco, no tienen paciencia con las tonterías.
—Ya me he dado cuenta por
cómo han reaccionado ante las preguntas de Christa. Nunca había visto algo así.
—________ se estremeció.
—Yo sí. Y cosas peores.
—Me pregunto adónde habrá
ido.
Tom resopló.
—Supongo que Pacciani se
la ha llevado. Katherine logró asustarlo. Estaba furioso con Christa.
Ella miró a su marido con
curiosidad.
—¿No te parece raro que
Paul no haya querido cenar con nosotros? Antes parecía que tenía muchas ganas.
Tom le acarició la nariz
con un dedo.
—Tal vez a Katherine no
le gusta alguna parte de su tesis y él prefería hablar con ella a solas.
—Tal vez.
—Pero no has respondido a
mi pregunta. ¿Has cambiado de idea sobre el programa de estudios? ¿Sigues igual
de entusiasmada?
_______ puso la mano
encima de la de él, presionándola contra su mejilla.
—Ha sido una experiencia
intimidatoria..., pero me alegro de haberlo hecho. Me gustaría repetir algún día.
—Bien, porque creo que
vales para esto, ________. Haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte a
triunfar.
Ella cerró los ojos con
fuerza.
—Gracias, Tom. Significa
mucho para mí.
—Quiero que sepas que
puedes contar conmigo para lo que quieras. Si algo te preocupa, háblalo conmigo.
Siempre te escucharé, te lo prometo —dijo, moviendo la mano hasta su nuca.
—Sólo quiero que seamos
felices.
—Es lo que quiero yo
también, así que si algún día eres infeliz, dímelo.
Volvió la cara y le besó
el interior de la muñeca.
—Me pregunto qué pensaría
el marido de Beatriz sobre las atenciones de Dante —comentó ________ —. Tienes
que admitir que su historia es triste. Beatriz está casada, pero tiene al poeta
siguiéndola a todas partes y escribiendo sonetos sobre ella.
Tom la sujetó con más
fuerza.
—Pero yo me casé contigo.
Y te amo. Tenemos lo que Dante y Beatriz no pudieron tener. — Volvió a besarle
la cabeza—. Tengo que salir un momento.
—¿Estarás fuera mucho
rato?
—No lo sé, pero tengo un
regalo para ti para amenizarte la espera. —Se sacó una cajita del bolsillo y se
la puso en la mano.
_______ leyó la etiqueta:
Cartier. Lo miró con los ojos muy abiertos.
Tom abrió la caja y ________
vio un precioso reloj de pulsera de oro blanco que brillaba entre pliegues de
seda.
—En reconocimiento al
trabajo bien hecho. Vas a tener muchas más oportunidades de presentar tus
trabajos. Necesitas un reloj fiable.
Sacándolo de la caja, le
dio la vuelta para mostrarle la inscripción de la parte trasera:
Para
mi amada
con
admiración y orgullo,
Tom
—Un Timex es un reloj
fiable. Esto es otra cosa —protestó ella, a punto de echarse a reír.
—Te lo mereces, te lo
aseguro.
_______ acarició la
inscripción, maravillada.
—¿Cómo lo sabías?
—¿Cómo sabía qué? —preguntó
él, poniéndole el reloj en la muñeca. Le quedaba justo a la medida.
—¿Cómo sabías que lo haría
bien?
—Porque tengo fe en ti. —La
besó lentamente antes de salir de la habitación con gesto decidido.
Christa Peterson estaba
sentada en la gran cama de su habitación de hotel, esperando. Había encontrado
un sexy corsé que se ataba a la espalda y lo llevaba puesto con medias, ligas y
zapatos de tacón alto, todo de color negro.
En la esquina había una
cubitera plateada con una botella de champán. Una música provocativa flotaba en
el aire y tenía preparados una serie de accesorios igual de provocativos
(incluidas unas esposas) sobre la mesilla de noche.
Miró la hora en el caro
reloj que llevaba desde el día que perdió la virginidad, resistiéndose a pensar
en lo que Giuseppe le había dicho la noche anterior. Sus palabras se habían
acercado demasiado a la verdad. En vez de eso, se centró en lo que estaba a
punto de suceder. Por fin iba a conseguir lo que llevaba tanto tiempo deseando.
Iba a tener al profesor Tom J. Kaulitz en su cama, entre sus brazos, dentro de
su cuerpo. Por fin. Los hombres nunca la rechazaban. Y a pesar del extraño
apego que Tom parecía sentir por su sosa e insignificante mujercita, seguía
siendo un hombre. Follarían unas cuantas veces y luego cada uno seguiría su
camino. Y tendría la satisfacción de saber que su tasa de éxito en seducción
seguía siendo del cien por cien. Alguien llamó a la puerta. Tratando de
contener su entusiasmo, Christa se levantó y se dirigió a abrir.
CAP
18.-
—Has estado maravillosa
—susurró Tom, acariciándole perezosamente la espalda con el dorso de los dedos.
Ella se abrazó a la almohada,
escondiendo la cara. Estaba tumbada boca abajo, con lo que la espalda le quedaba
gloriosamente expuesta. Él notó con preocupación esa muestra de timidez antes
de inclinarse para besarle la curva del hombro.
—¿Cariño?
—Gracias. —_______ se
movió un poco para mirarlo a los ojos.
—¿Qué te ha parecido esa
postura? —Le apoyó una mano sobre los hoyuelos que tenía justo encima del
trasero.
—Me ha gustado.
—¿Pero?
—Nada que objetar.
—Entonces, ¿por qué te
escondes?
Ella se encogió de
hombros. Tom la obligó a ponerse de lado.
—Estás segura. Te lo
prometo. Entre mis brazos siempre estarás segura. Igual que en mi cama. Siempre.
—Le levantó la barbilla con un dedo—. Dime algo.
Ella apartó la vista.
—No quiero sacar viejos
temas, pero a veces me preocupo.
—¿Sobre qué?
—Me da miedo no ser lo
suficientemente atrevida en la cama.
Tom se habría echado a
reír, pero la vio tan seria que no osó y se forzó a adoptar una expresión solemne.
—Es una preocupación
extraña, teniendo en cuenta lo que hemos estado haciendo estas últimas horas.
—Tenía la mano apoyada en su culo, pero resistió el impulso de apretárselo.
Ella sopló para apartarse
un mechón de pelo de la boca antes de hablar.
—No había podido
contártelo antes, pero Christa me ha abordado justo antes de la comida con Paul.
Los ojos de Tom brillaron
de enfado.
—No quiero oír el nombre
de esa mujer mientras estemos en la cama.
—Lo siento —se disculpó
ella, apoyando la cara en la fina capa de vello que cubría el pecho de Tom.
—¿Qué te ha dicho?
—Que merecías estar con
alguien más atrevida en la cama.
—No escuches las mentiras
de esa víbora.
—Le he dicho que lo que
tú te mereces es amor y que eso es lo que yo te doy.
—Qué gran verdad.
—Deslizó la mano hasta la nuca y comenzó a masajeársela—. Entonces, ¿por qué
estás preocupada?
—Porque no quiero
perderte.
Esta vez, él no pudo
contener la risa.
—Pues me temo que estamos
en una competición, porque yo también pienso hacer todo lo que esté en mi mano
para no perderte a ti.
—Bien. —_______ se
acurrucó entre sus brazos.
—Hay algunas atrevidas
aventuras que viví antes de conocerte que no desearía volver a experimentar
nunca.
________ hizo una mueca
al acordarse de la profesora Dolor. Con un dedo le recorrió la línea del
cuello, arriba y abajo, arriba y abajo, muy suavemente y añadió:— Hay otras
aventuras que no me importaría probar contigo si estás de acuerdo. Nuestra cama
es un lugar para disfrutar. Mi mayor preocupación es complacerte y obtener
placer a tu lado, pero nunca a tu costa, te lo garantizo. No debe preocuparte
pensar que podría abandonarte si me dices que no. Siempre puedes decir que no,
¿queda claro?
—Sí. —_________ respiró
hondo.
—Bien. Pues si algún día
te propongo algo nuevo y no te apetece probarlo, me lo dices.
—¿En serio? —Ella lo miró
como si quisiera leer en su interior con sus enormes ojos.
Tom le dirigió una media
sonrisa.
—Puede que trate de
seducirte para hacerte cambiar de opinión, pero pocas cosas me parecen más desagradables
que acostarse con una mujer en contra de su voluntad.
Tom se quedó callado un
momento, mientras le acariciaba la mejilla con el pulgar.
—Y, en tu caso concreto,
no se me ocurre nada más angustioso que mirarte a los ojos y ver en ellos dolor
o arrepentimiento.
Se inclinó hacia ella hasta
que sus bocas se unieron en un beso. Durante unos segundos, se olvidaron de
todo lo que no fuera la dulzura de su abrazo.
—¿Aún sientes vergüenza?
—No. —_______ juntó las
piernas—. Aunque me pregunto qué clase de aventuras tendrás en la cabeza.
—Confía en mí, ________,
y te las mostraré. —Tumbándola de espaldas en la cama, le levantó los brazos
por encima de la cabeza y le acarició el cuello con los labios.
A la mañana siguiente,
los Kaulitz se quedaron dormidos, a pesar de sus intenciones de levantarse temprano
para visitar el museo Ashmolean. Tom fue el primero en levantarse. Tras darle un
suave beso a ________, se metió en el baño.
Después de ducharse y
afeitarse, volvió a la habitación con sólo las gafas y una toalla a la cintura.
______ seguía durmiendo. Él la miró con satisfacción. La había dejado agotada
la noche anterior, gracias a una excepcional serie de orgasmos. El pecho se le
hinchó de orgullo. Se había pasado la noche instruyéndola en actividades que
hasta ese día nunca había practicado. No podía evitar un sentimiento primitivo
de posesión. Era él quien la guiaba; era él quien compartía su placer. Pero ese
sentimiento iba acompañado de otro de ternura, la ternura que le despertaba que
ella confiara en él.
Sus encuentros eran
siempre apasionados, llenos de amor. Tom la observaba constantemente para
percibir cualquier señal de duda y actuar en consecuencia. Al saber que estaba
segura, ______ se entregaba totalmente. El sexo podía ser muy absorbente. Lo
sabía por propia experiencia. Una vez había sido esclavizado por él, había
caído prisionero, como un animal en una trampa. Incluso ahora, con su esposa,
había veces en las que deseaba olvidarse de todo y perderse en el sexo para
volver a
encontrarse en su
interior. _______ podía ser igual de voraz y apasionada. Su confianza en él la volvía
atrevida y la pasión que sentía la convertía en una amante entusiasta. Su
experiencia se limitaba a lo que Tom le había enseñado, pero eso no lo
molestaba, todo lo contrario. Parecía que cada encuentro estaba lleno de novedades.
No sabía cómo hablarle a _______
de los sentimientos que le despertaba sin sacar a colación los fantasmas del
pasado. Pero las diferencias entre su esposa y sus antiguas amantes eran
evidentes y Tom trataba de transmitirle lo mucho que lo complacía, no sólo de
palabra sino también de obra. Tanto dentro como fuera del dormitorio, seguían
la máxima de san Agustín: «Ama y haz lo que quieras».
(Habían amado y habían
hecho lo que habían querido varias veces la noche anterior.)
Tom contempló los restos
del encuentro: fresas y trufas para los dos, champán para ________ y agua con
gas para él. El conserje había sido muy amable cuando Tom se había presentado
en la recepción en un impulso, en plena noche. Recogió la ropa que habían dejado
tirada. Primero la de _________, sonriendo al ver el corsé y las
minúsculas braguitas que
llevaba debajo del decoroso traje. Sabía cómo provocarlo sin desprenderse de su
modestia innata. Luego colgó su traje y vació los bolsillos. Algo blanco se
cayó al suelo. Se agachó a recogerlo. Era una tarjeta de visita, con unos datos
impresos:
Christa Peterson, máster
en Artes
Estudiante de máster
Departamento de Italiano
Universidad de Columbia
Email: cp24@columbia.edu
Tel. (212) 458-2124
Tom la leyó disgustado
antes de darle la vuelta. En el dorso, escrito a mano, decía:
Hotel Malmaison,
habitación 209.
Esta noche.
Soltando una maldición, Tom
arrugó la tarjeta y la tiró a la papelera.
Christa debió de
metérsela en el bolsillo el día anterior. Sin duda la había escrito antes de
hablar con él. Tenía que haber planeado su seducción con antelación. Puede que
hubiera viajado a Oxford exclusivamente con ese fin. Eso explicaba buena parte
de su conducta. Su objetivo siempre había sido él, no _______. Sus actos habían
sido premeditados para atraparlo, aprovechándose de su necesidad de proteger a
su esposa. No contenta con eso, había provocado a ________, sugiriendo que no iba
a ser capaz de conservarlo a su lado, como si estuviera segura del resultado de
su seducción. A Tom se le encogió el estómago. Se acercó a la cama donde ______
dormía tranquilamente. Habían compartido una noche de placer incomparable y
Christa había tratado de arrebatársela. Su lujuria se había convertido en
envidia y traición. Había conspirado para arrebatárselo a _______ y para convertirlo
a él en un adúltero. «Menos mal que ________ no encontró la tarjeta.»
Confiaba en que, si la
hubiera encontrado, le hubiera pedido explicaciones, en vez de ir a contárselo
a Paul. Un escalofrío le recorrió la espalda. La carrera de _______, que justo
empezaba a despegar, era algo frágil y precioso, igual que su matrimonio. Y no
iba a permitir que nada ni nadie los amenazara. Fue a buscar el teléfono móvil
y se dirigió al cuarto de baño, marcando el número de John Green, su abogado.
En el hotel Malmaison, en
el castillo de Oxford, Christa se miraba en el espejo del baño. Se llevó una
mano temblorosa a los labios, acariciando la zona ensangrentada. Encogiéndose
de dolor, examinó el moratón que le estaba apareciendo en la mejilla y las
marcas de los dedos que se habían clavado en su piel. Tenía un aspecto
terrible.
La noche anterior había
abierto la puerta esperando encontrar al profesor Kaulitz, pero en vez de él,
apareció Giuseppe, borracho y furioso. Le había dado un empujón para entrar y
había cerrado la puerta con pestillo, sin parar de decir que ella iba a
costarle el puesto en América. Hablaba en italiano, arrastrando las palabras. Cuando
Christa se quejó, se volvió aún más agresivo y exigió saber a quién pretendía
seducir en la habitación que él había pagado. En cuanto ella pronunció el
nombre de Tom, él le dio un bofetón. Nunca le habían pegado antes. Y no era lo
único que había experimentado por primera vez esa noche. Bajó la vista al
sentir dolor entre las piernas. No había dado su consentimiento. No había dicho
que sí a nada de lo que le había hecho. La ternura de Giuseppe había
desaparecido por completo. Furioso, le había arrancado la ropa y la había
empujado hasta la cama. La había insultado, había maldecido a Tom y a ella y ,
cuando Christa había tratado de defenderse, la había vuelto a golpear. Al
recordar los detalles de la agresión se tambaleó hasta la taza del váter, donde
vació el
estómago. Al acabar, se
apoyó en el lavamanos y bebió un vaso de agua. Creía que tenía el control de la
situación. Ella decidía con quién follaba y qué debían darle a
cambio. Ella era la que
despreciaba a sus amantes. Pero la noche anterior le habían arrebatado ese
dominio. Y no era lo único que le había arrebatado. Hizo un esfuerzo por no
echarse a llorar de rabia y frustración. Volvió al dormitorio en silencio para
asegurarse de que Giuseppe seguía durmiendo. Cuando oyó sus ronquidos, supo que
había llegado el momento. Se vistió rápidamente con lo primero que encontró,
sin preocuparse de que los colores combinaran. Echó sus cosas en la maleta de
cualquier manera, dejando la lencería rota en el suelo. Al oírlo respirar
profundamente, se detuvo aterrorizada. Giuseppe murmuró algo en sueños, pero en
seguida siguió roncando. Christa localizó el bolso y el pasaporte y los cogió,
igual que el abrigo. Cuando estaba llegando a la puerta, se dio cuenta de que
el reloj Baume & Mercier se había quedado en la mesilla de noche. Estaba a
pocos centímetros de la cabeza de él.
Quería recuperarlo. Ese
reloj tenía un gran valor sentimental para ella. Al acercarse a la cama, la
respiración de Pacciani se volvió más superficial. Con un gruñido, se volvió en
su dirección. Christa echó a correr hasta la puerta y se marchó, dejando el
reloj.
Al entrar en el taxi que
iba a llevarla a la estación, empezó a planear su venganza. El profesor Tom J. Kaulitz
y su joven esposa ________ habían desaparecido ya de su mente.
hello!!! por un momento pense q era tom el que habia ido a ver a christa .... pero no!! uff no fue asi ... ya decia yo .... estaria loco para hacerlo... tambien es bueno saber que _____ y tom habian dejado de ser objeto de venganza ... ahora es pacciani ... que hara esa mujer?? porque ... sea lo que sea la muy arpia es mujer y ese hombre la agredio y violo ... eso no esta bien ... bueno ya saben 4 o mas y agrego sino no ... adios :))
Yo también pense que Tom iría a ver a Crista . Menos mal que no fue ..
ResponderBorrarPibre Crista, pero al menos ya se olvido de Tom y la rayita..
Siguelaaa. Amo la fic *.*
ajajaja tambien pense que tom iria al hotel de christa .. uff que bueno que no fue
ResponderBorrarsiguela pronto :)
omg que fuerte lo de christa :o .. pero por lo menos dejara a tom y a tn en paz
ResponderBorrarsube pronto :)
Q romántico lo q paso entre Tom y (Tn) jeje, guaooo Pacciani le pego a Christa eso si q no me lo esperaba, estuvo muy mal y como tu dices virgi ella sera una mala persona pero no merecía eso :S espero los próximos caps me encanto, y ahora q pasara???
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