CAP
47.-
El día de la ecografía, Tom
canceló sus clases para acompañarla.
—Lo siento, señor, pero
no está permitido que entre.
Tom se irguió cuan alto
era. Una mueca distorsionaba sus hermosos rasgos.
—¿Disculpe? —le preguntó
a la técnica, mucho más bajita que él.
La mujer señaló un cartel
colgado en la pared.
—Sólo puede pasar el
paciente. La familia debe esperar fuera.
Tom puso los brazos en
jarras, con lo que la chaqueta se le abrió amenazadoramente.
—Es mi esposa. No pienso
dejarla sola.
—La ecografía media no
suele durar más de treinta minutos. En seguida estará con ella. —La técnica le
hizo un gesto a ______ con la cabeza—. Señora Kaulitz, ¿me acompaña?
Tom la agarró del brazo,
deteniéndola.
—Iremos a otro hospital.
Ella cambió el peso de
pie varias veces. Prácticamente estaba bailando.
—Me han hecho beber cinco
vasos de agua. Me muero de ganas de hacer pipí. No me hagas volver a pasar por
esto.
—No pienso dejarte sola —insistió
él, con los ojos ambar llameando.
—No podemos alargarlo más,
Tom.
El tono de voz de su
mujer pareció sacarlo de un trance. Parpadeó varias veces.
—¿Y si hay algún
problema?
La técnica se aclaró la
garganta y volvió a señalar el cartel.
—No estoy autorizada a
comunicar el resultado de la prueba. Sólo el radiólogo puede escribir el informe.
Y él se lo envía directamente a su médico.
Tom soltó unas cuantas
maldiciones variadas y lanzó una mirada tan agresiva hacia la mujer que ésta
sintió como si la empujaran contra la pared.
—Todo irá bien, cariño,
pero si no quieres que me explote la vejiga aquí mismo, tienes que dejarme
entrar —dijo ______ cruzando las piernas.
Tom la miró mientras
desaparecía tras la puerta, sintiéndose furioso e impotente al mismo tiempo.
Dos días más tarde, ______
fue a la consulta de la doctora Rubio para conocer el resultado de la ecografía.
Su marido la acompañó.
—Fibromas —anunció la
doctora triunfalmente—. He leído el informe y he visto la ecografía. Estoy de
acuerdo con el diagnóstico.
—¿Qué son fibromas? —preguntó
ella, dándole la mano a Tom.
—Son tumores benignos que
crecen dentro o fuera del útero. Son muy comunes. Según el informe, tienes dos.
—¿Dos? —preguntó ______,
asustada—. Pensaba que sólo era uno.
—Yo encontré uno durante
el examen ginecológico. Al estar en la parte externa del útero, pensé que
estaba en el ovario. Pero hay otro más pequeño más abajo, en la parte frontal
del útero —explicó la doctora Rubio, haciendo un dibujo de las partes íntimas
de ______ mientras Tom trataba de no desmayarse. (Debe tenerse en cuenta que su
amplio conocimiento en temas uterinos venía dado por experiencia práctica, no
visual.) (jajajja q pinche Tom con su desmayo, que poco aguante xD)
—El grande tiene unos
cinco centímetros. El pequeño unos tres —aclaró, señalando el dibujo con el bolígrafo.
_______ se mareó un poco
y apartó la vista.
—¿Hará falta operar? —preguntó
Tom, ignorando el dibujo y clavando la mirada en los ojos de la doctora.
—No necesariamente. —La
mujer se volvió hacia la paciente—. Si no molestan, solemos dejarlos. Te
recetaré píldoras anticonceptivas. Las hormonas de la píldora frenan el
crecimiento de los fibromas.
—¿Y los fibromas afectarán
a la fertilidad?
La doctora Rubio releyó
la historia clínica.
—Ah, sí, veo que queréis
tener familia más adelante. »Los iremos controlando. Al estar situados en la
parte externa del útero, no creo que afecten. Sin embargo, si te quedaras
embarazada habría que vigilarlos de cerca. Los fibromas suelen crecen
durante el embarazo
porque los niveles hormonales se disparan. Pueden ocupar parte del útero y
forzar un parto prematuro. Pero ya nos ocuparíamos de eso llegado el momento. »De
momento, esto son buenas noticias. Me gustaría que volvieras dentro de seis
meses para hacer una nueva ecografía de control. Ahora te doy una receta para
la píldora y dentro de seis meses hablamos.
______ y Tom intercambiaron
una mirada antes de darle las gracias.
Esa noche, Tom estaba
despierto en la cama, mirando el techo. Una inexplicable sensación de terror se
había apoderado de él. Con cuidado de no despertar a ______, se levantó y fue
al estudio. Encendió la luz, cerró la puerta y se dirigió al escritorio.
Minutos después estaba
buscando «fibromas» en Google. Eligió una página que parecía seria y empezó a
ver imágenes de fibromas extraídos mediante cirugía.
En ese momento se desmayó.
(JAJAJAJAJJAJA!!! QUE
CAGADA!!! YA LO IMAGNO, SIGUIENTE CAPS :D)
CAP
48.-
Tom no tuvo que esperar mucho.
La ultima semana semana de octubre se sometió a la reversión de la vasectomía.
Esta vez fue ______ la que se saltó las clases para acompañarlo al hospital. La
mañana de la operación se despertó oyendo las notas de Fever,
cantada por Peggy Lee. No era el tipo de música que Tom solía escuchar por las
mañanas, pero la elección sonaba prometedora. Se puso la bata y se acercó al baño.
Él estaba delante del espejo, afeitándose. Tenía el pelo húmedo de la ducha y
las puntas se le empezaban a rizar. Estaba desnudo de cintura para arriba. Una
toalla de color azul oscuro le colgaba de las caderas. Un gran deseo de
recorrer el músculo en forma de uve que le empezaba bajo el ombligo se apoderó
de ______. Como de costumbre, Tom había usado una brocha clásica para extenderse
la espuma de afeitar
sobre la cara. Sus ojos,
del color de los wiskies, se clavaban en el espejo tras el cristal de las
gafas. Se llevó la navaja a la cara y empezó.
—¿Espiando desde la
puerta, señora Kaulitz? —le preguntó sin mirarla.
—He oído la música y he
venido a ver qué era lo que te estaba causando fiebre.
Él se detuvo y le dirigió
una mirada abrasadora.
—Creo que ya sabes la
respuesta.
—Sé lo que me eleva la
temperatura a mí. No hay nada más sexy que ver al hombre que amas afeitándose.
Él aclaró el jabón de la
navaja.
—Me alegra oír eso, ya
que tengo que hacerlo cada día —replicó, con los ojos brillantes—. A menos que
te hayas aficionado a mi barba. Me parece recordar que la disfrutaste bastante
anoche.
Bajó la vista hacia los
muslos de ______. Ella se ruborizó al recordar la noche anterior... tumbada de
espaldas, con la incipiente barba de Tom entre las piernas...
Él agitó una mano delante
de sus ojos.
—Un penique por tus
pensamientos.
—Perdona, ¿decías?
Tom se echó a reír.
—Te he preguntado que cómo
estás esta mañana.
—Ah, bien, muy bien. ¿Y tú?
¿Estás nervioso?
—No mucho, pero me alegro
de que me acompañes. Tengo que estar en el hospital a las diez, lo que nos deja
un montón de tiempo para actividades extracurriculares. En seguida acabo de
afeitarme. Ve pensando en algo que me ayude a superar las próximas tres
semanas.
Siguió con el ritual del
afeitado, moviendo la navaja hábilmente.
—Se me está ocurriendo
algo. —______ se acercó y empezó a besarlo en la espalda.
—Creo que deberíamos
esperar a que acabara de afeitarme. Me estás distrayendo.
—¿Ah, sí?
Ella insistió. Esta vez,
mientras lo besaba le acarició los hombros, sintiendo cómo se tensaban.
—No puedo contenerme,
Profesor. Me gusta tocarte.
Le resiguió la línea de
los bíceps y bajó hasta los antebrazos, admirando los músculos y tendones que
encontraba por el camino. Con los labios recorrió los montículos y valles de su
columna vertebral hasta llegar a los hoyuelos que parecían guiñarle el ojo
desde el borde de la toalla. Él apoyó la mano con fuerza en el mármol del
lavabo.
—No puedo afeitarme si me
tocas.
—En ese caso... podría
afeitarte yo.
—¿Ah, sí?
Cruzaron una ardiente
mirada.
—A ti te gusta darme de
comer. Tal vez descubra que a mí me gusta afeitarte.
—Estás muy provocadora
esta mañana.
—Tal vez yo también
necesite un recuerdo atrevido que me ayude a superar estas tres semanas de celibato
matrimonial.
Dejando la navaja sobre
el mármol, Tom la llamó con el dedo. ______ se colocó delante de él, en el
lugar que él le señaló. Con un ágil movimiento, la levantó y la sentó sobre el
mármol. Le separó las rodillas, apartando la bata, y se colocó entre sus
piernas.
—¿Tan temprano y ya sin
bragas? —preguntó, bajando la vista.
—No me ha dado tiempo de
ponérmelas.
—Soy un tipo con suerte. —Tom
sonrió mientras jugueteaba con el cinturón de la bata—. Y por suerte para los
dos, todavía no te ha venido la regla.
______ lo detuvo,
apoyando las manos sobre la de él.
—¿Me enseñas a afeitarte?
—Afeitarse está
sobrevalorado.
—Me gustaría hacerlo.
Él suspiró teatralmente,
como si estuviera poniendo a prueba su paciencia, antes de volver a coger la
navaja.
—Afeita en el sentido en
que crece el pelo, pero sin apretar. La navaja está muy afilada.
Dando un paso atrás, le
mostró la técnica mirándose en el espejo. Satisfecho con la demostración, aclaró
la navaja antes de colocarla en la mano de _______. Ella lo miró y luego miró
el filo de la navaja que brillaba bajo la luz halógena.
—¿Pánico escénico, señora
Kaulitz?
—Tengo miedo de hacerte
sangrar.
Él la miró.
—Pues ya sabes cómo me
sentí yo la primera vez.
______ notó que se le
aceleraba el corazón. Él había estado muy ansioso ese día, pero al mismo tiempo
había sido muy delicado con ella. Tom le dio un beso en la muñeca y le
mordisqueó suavemente la piel.
—Irás con cuidado.
Separando la bata de
seda, hizo que se deslizara por los hombros de ______. Luego le apoyó una mano
entre los pechos, sintiendo el latido de su corazón. Ella alzó una ceja.
—¿Quieres que te afeite
medio desnuda?
—No. —Tom se le acercó—.
Quiero que me afeites como Dios te trajo al mundo,
completamente desnuda —le
aclaró con un susurro ronco.
Se tomó su tiempo para
deshacer el nudo del cinturón de la bata. Parecía que estuviera desenvolviendo
un regalo. Cuando acabó, volvió a colocarse entre sus rodillas.
—No hay nada más sexy que
ver a la mujer que amas afeitándote... mientras disfrutas de su cuerpo.
_______ se estremeció al
notar el aire corriendo sobre su piel acalorada. Le apoyó la mano en el hombro
para estabilizarse.Cuando él asintió, empezó.
El filo de la navaja se
deslizó con facilidad, sin necesidad de hacer presión. Durante el proceso, los
ojos de Tom permanecieron clavados en los de ella.
Bajó las manos hasta la
cintura de ______ y empezó a acariciarle los huesos de las caderas con los pulgares.
—No creo que sea buena
idea. Podría cortarte.
—Puede ser un buen
ejercicio de autocontrol para los dos.
Trazó un camino con los
dedos, subiendo hasta llegar a sus pechos. Una vez allí, se los rodeó suavemente.
Cuando ella gimió, volvió a deslizar las manos hasta su cintura.
—Me gusta sentir tu piel
bajo mis dedos.
______ le devolvió la
mirada.
—A mí también.
Tras tragar saliva con
dificultad, ______ volvió a su tarea, tratando de ignorar las sensaciones que
le despertaban los dedos de su marido sobre las costillas y entre los pechos.
Cuando él empezó a juguetear con sus sensibles pezones, se detuvo.
—Supongo que esto quiere
decir que confías en mí —dijo ella, con las manos temblorosas.
Tom le pasó los pulgares
sobre los prominentes pezones.
—Confío en ti, _________.
Más que en nadie en el mundo.
Con su mirada, intensa
pero cargada de ternura, comunicaba mucho más que con sus palabras.
—Cuando te veo, tengo que
tocarte. No puedo reprimirme.
Le apoyó las manos en los
pechos, pero no se los apretó con fuerza, porque sabía que iba a tener la regla
pronto y los tenía sensibles.Cuidadosamente, ______ lo afeitó por donde él no
lo había hecho, mientras Tom la acariciaba, excitándola. La respiración se le
aceleró. Él bajó las manos y las apoyó en los muslos de ella por encima de las
rodillas, donde su piel seguía más sensible de la cuenta por las atenciones que
le había dedicado la noche anterior. Muy lentamente, fue ascendiendo.
Poco después, _______ dio
el afeitado por concluido y se echó hacia atrás para contemplar el resultado.
—Creo que ya hemos
acabado.
Él le dio un rápido beso.
—Gracias.
—No hay de qué. —_______
dejó la navaja y se echó hacia atrás, apoyándose en las manos.
—Pero no creo que hayamos
acabado. —Con los ojos brillantes, Tom se acercó al vértice entre sus piernas y
le acarició los rizos con los pulgares.
Ella se pasó la lengua
por el labio inferior.
—Pues quítate la toalla,
Profesor.
La operación de Tom fue
totalmente rutinaria, sin nada que destacar. Lo que fue remarcable fue la cara
de preocupación del cirujano cuando salió a hablar con ______ a la sala de
espera.
—Señora Kaulitz —la saludó,
sentándose a su lado en una silla vacía.
Ella cerró el portátil.
—¿Cómo está?
—La operación ha ido
bien. No ha sido fácil, pero todo estaba dentro de lo esperable. Hemos recogido
parte del esperma y lo hemos congelado siguiendo las instrucciones de su
marido.
—Tom dijo que tenía usted
un porcentaje de éxito muy alto —comentó ______ esperanzada.
—Así es. Algunos de mis pacientes
han engendrado un hijo sólo tres meses después de la intervención. Pero cada
caso es diferente. —Volvió a ponerse serio—. Su esposo ha sufrido una reacción
a la anestesia.
—¿Una reacción? —El corazón
de ______ se aceleró—. Pero ¿está bien?
—Se pondrá bien, pero ha
estado vomitando. Lleva una sonda intravenosa y me gustaría que se quedara a
pasar la noche. Ahora está en recuperación. Dentro de un rato lo llevarán a una
habitación. La avisarán para que pueda ir a hacerle compañía.
El cirujano la miró con
preocupación.
—Este tipo de reacciones
a la anestesia general no son raras. Lo mantendremos en observación esta noche
y probablemente mañana podamos dejar que se vaya.
Tras darle unas
palmaditas en la mano, desapareció por unas puertas batientes.
—¿Tom? —susurró ______
para calmarlo. Había estado gimiendo y moviéndose en sueños en la cama del
hospital. Inclinándose sobre él, le cogió la mano—. Cariño, ya ha pasado todo.
Te pondrás bien.
Él abrió los ojos
bruscamente. ______ le apartó el pelo de la frente.
—Hola, mi niño.
Él cerró los ojos.
—Así me siento, como un
niño pequeño. O mejor dicho, me siento como si estuviera en el infierno. Estoy
mareado.
—¿Vas a vomitar?
Él negó con la cabeza.
—Estoy cansado.
—Entonces duerme, cariño.
Yo estoy a tu lado.
—Niño bueno —murmuró
antes de dormirse otra vez.
______ le dio un beso en
la frente.
«Amo a este hombre de
todo corazón. Daría la vida por él. Lo daría todo por él.»
Era raro ver a Tom tan
vulnerable. Casi nunca se ponía enfermo. Y cuando estaba despierto, su sola
presencia desprendía una energía que llenaba cualquier estancia.
Pero ahora su
personalidad estaba apagada. Estaba callado, débil, indefenso.
Recordó la vez que se había
ocupado de él cuando lo encontró borracho en Toronto. Lo había ayudado a llegar
a su piso y, una vez allí, le había vomitado encima.
(Encima de ella y del
jersey de cachemira verde botella.)
Recordó que lo había
llevado hasta la ducha y lo había ayudado a limpiarse. Pasándose las manos por
el pelo, pensó en cómo sería cuidar de un bebé. En esos momentos, parecía algo
muy remoto, casi inalcanzable. Al volver a mirar el hermoso rostro de su
marido, se dio cuenta de que algo en su interior estaba cambiando. Algo había
empezado a cambiar.
—¿Cómo está? —preguntó
Rebecca, preocupada, cuando _______ entró en la cocina la tarde siguiente.
Dejó la bandeja encima de
la encimera antes de contestar:
—Está durmiendo. Decía
que tenía molestias, pero no quería tomarse las pastillas. He tenido que amenazarlo.
Rebecca se echó a reír.
—Qué milagro. ¿Cómo lo
has conseguido?
______ dejó los platos
sucios en el fregadero.
—Le he recordado que
cuanto más tarde en recuperarse, más tendremos que esperar para practicar sexo.
Me ha quitado el bote de pastillas de la mano. No creo que volvamos a tener
problemas para que se tome la medicación.
Rebecca sacudió la
cabeza, disimulando una sonrisa.
—Estoy preparando sopa de
pollo y panecillos caseros para cenar. ¿Qué te parece? —La mujer se acercó a la
cocina, donde un pollo entero estaba hirviendo a fuego lento en una gran olla.
—Me parece genial,
gracias.
—¿Quieres que me quede a
pasar el fin de semana?
—No, estaremos bien
solos. —______ miró a Rebecca con interés—. ¿Te quedarías?
La mujer volvió a tapar
la olla.
—Por supuesto. Puedo
quedarme siempre que me necesitéis, excepto durante las vacaciones. Incluso en
vacaciones, si lo sé con tiempo, puedo arreglármelas. Sé que sonará idiota,
pero ya os considero parte de la familia.
______ se apoyó en la
encimera.
—No es idiota. Nosotros
pensamos lo mismo. La vida es mucho más fácil cuando estás en casa. La ropa
sucia desaparece y aparece milagrosamente limpia en su sitio. La nevera y el
congelador siempre están llenos y todo está inmaculado. Yo no sería capaz de
hacer lo que tú haces.
—Estoy segura de que sí
podrías. Lo que no podrías sería estudiar al mismo tiempo. Hay que elegir, una
cosa u otra. —Momentos después, preguntó—: ¿Vendrá la familia de visita?
______ se secó las manos
en el delantal y se dirigió a la isla central de la cocina. Había un iPad apoyado
en un soporte, como si fuera un libro de cocina. Abrió la aplicación Calendario
y buscó los compromisos de los Kaulitz.
—No, entre mi ecografía y
la intervención de Tom decidimos que sería mejor que vinieran después de
Navidad. Al fin y al cabo, nos veremos en casa en Acción de Gracias. —Hizo una
mueca de disculpa—. Lo siento, pensaba que te lo había comentado.
Rebecca hizo un gesto con
la mano, quitándole importancia.
—Ningún problema. Ahora
lo cambio en la agenda.
—No pensaba que Tom fuera
a estar tan débil después de la operación —comentó ______—. Insiste en que
quiere ir a trabajar mañana, pero no lo veo claro. Aún le duele mucho.
—Los hombres son unos
pacientes horribles. No se toman la medicación, no hacen lo que les mandan y
nunca admiten que están enfermos. Me recuerdan a los gatos.
La chica soltó una
risita.
—Lo tendré en cuenta.
—De hecho, es más fácil
darle una pastilla a un gato que a un hombre. Aunque, por otro lado, los hombres
no arañan.
_______ se echó a reír a
carcajadas.
—Menos mal que está
arriba. Se enfadaría si se enterara de que lo estamos comparando con un gato.
Rebecca le guiñó un ojo.
—Miau.
CAP
49.-
Una semana después de la
operación, Tom volvía a ser el de siempre. Aunque estaba malhumorado y gruñón
por la falta de sexo. (Hay quien diría que, para Tom, estar malhumorado y gruñón
era estar como siempre.)
_______ lo soportaba a su
manera: con buen humor que rayaba en la santidad. Claro que el hecho de que
estuviera recibiendo una dosis regular de orgasmos, cortesía de su esposo, podría
tener algo que ver con su estado de ánimo.
—Ha llegado carta de
Katherine.—Tom señaló con la cabeza hacia la mesa de la cocina, donde estaba la
pila del correo del día.
_______ cogió el pequeño
sobre blanco enviado por la profesora Katherine Picton desde el All Souls College,
en Oxford.
—Sigue en Inglaterra.
Pensaba que estaría ya de vuelta en Toronto.
Tom acercó una silla y
empezó a revisar el resto del correo, esperando que no hubiera más sorpresas.
—Su contrato era por un año.
Abre la carta a ver qué dice.
Tras ponerse las gafas, _______
abrió el sobre y empezó a leer:
Queridos
Tom y _______:
Espero
que al recibo de esta carta estéis bien.
En
Oxford me han tratado estupendamente y estoy satisfecha con la investigación
que he podido realizar. Recuerdo con cariño los días que pasamos juntos durante
el simposio y espero que podamos volver a vernos pronto.
Tal
vez os hayáis enterado ya de que Greg Matthews me ha invitado a dar una serie
de conferencias en Harvard a finales de enero. Según parece, también ha invitado
a Jeremy Martin a dar una charla.
Espero
veros a los dos durante mi estancia. También confío en que me libréis de los
horribles gustos culinarios de Greg.
Vuestra
siempre,
Katherine
—¿Qué cuenta? —Tom miró a
su esposa por encima de las gafas.
—Dice que vendrá a
Harvard en enero. No sabía nada. ¿Tú sí?
—No, nada oficial. ¿Qué más
dice?
_______ le pasó la carta.
Tom la leyó rápidamente y frunció el cejo.
—Jeremy.
—Sí.
Dejó la carta sobre la
mesa.
—No me apetece nada
encontrarme con él. Sigue enfadado conmigo por haber dimitido.
—¿No podéis arreglar las
cosas?
—No lo sé. Fuimos buenos
amigos, pero ya no es así. Ya veremos. —Tom le apartó el pelo de la cara y se
lo echó por detrás del hombro—. No te preocupes por eso. Lo importante es que
veremos a Katherine y que vendrá a cenar a casa. No le gustan los restaurantes
que Greg elige.
_______ se quitó las
gafas y las dejó sobre la mesa de la cocina antes de sentarse en el regazo de Tom.
—Sigo sin poder
imaginarme a Katherine teniendo una aventura con una vieja momia de Oxford.
Tom se echó a reír.
—Yo tampoco. Pero el
viejo Hut tenía fama de guapo en su época. He visto fotografías.
—Pero no lo entiendo.
Ella tenía que saber que lo que hacían no estaba bien. No sólo iba a perjudicar
su carrera; es que él estaba casado.
Tom le dio un golpecito
en la punta de la nariz.
—Creo que estaba
enamorada.
—Eso no arregla nada.
—Lo que hicimos nosotros
tampoco estuvo bien, ¿ya lo has olvidado? —le preguntó él, bajando la voz.
—Tienes razón —admitió ______,
echándole los brazos al cuello—. Supongo que es fácil criticar a los demás y
olvidarse de los propios defectos.
—Si sentía sólo una décima
parte del amor que yo siento por ti, entiendo que siguiera los dictados de su
corazón, aunque se apartara del camino correcto. »Sin embargo, ahora que estoy
casado, me pongo en el lugar de la señora Hutton. Si alguien
tratara de apartarte de mí...
—maldijo en voz baja.
—Te quiero más ahora que
antes de casarnos —dijo ______, pensativa—. El matrimonio es muy extraño. No
acabo de entenderlo, pero siento que nuestras vidas y nuestros corazones se van
uniendo cada vez más.
—El matrimonio es un
sacramento —afirmó Tom, solemne—. Uno muy agradable, aunque estos días no
podamos santificarlo con sexo.
—Las tres semanas ya casi
han pasado.
—Será mejor que avises a
tus profesores de que no irás a clase ese día —le susurró al oído.
Ella se estremeció.
—¿No iré?
—¿Crees que te dejaré
salir de casa después de haber pasado tres semanas sin ti? —Le mordisqueó la
oreja—. Tendrás suerte si te dejo levantarte de la cama.
—Me gusta cómo suena. —______
le apoyó la cabeza en el hombro—. Sé que has estado haciendo averiguaciones
sobre tu familia entre visita y visita al médico. ¿Has descubierto algo?
—Como te dije, le pedí a
Carson que se encargara. Me dijo que buscaría el informe del forense sobre mi
madre y toda la información médica que pudiera conseguir sobre mi padre y mis
abuelos. De momento no se ha puesto en contacto conmigo.
—Nadie va a darle ese
tipo de información a un abogado.
—Es posible que no —convino
Tom, serio—, pero hay detectives privados que pueden ser muy convincentes.
Tienen sus métodos.
—¿A qué te refieres?
—Me imagino que este tipo
de información tiene un precio. Y cuando el dinero no es suficiente, hay otros
sistemas para animar a la gente a hablar.
—Tom, ¿alguna vez has
hecho algo así? ¿Has comprado información?
—Sí —respondió él rápidamente,
sin parpadear.
—¿Te has arrepentido?
—No, en absoluto.
—¿Por qué?
—Porque lo hice por ti.
Ella se apartó para
mirarlo de frente.
—No lo entiendo. ¿Qué
clase de información compraste?
Él suspiró.
—Es una larga historia.
Será mejor que nos pongamos cómodos.
_______ prefirió quedarse
donde estaba, en su regazo.
—Reconozco que no tenía
intención de contártelo, pero durante los últimos meses algo me decía que no
debería ocultarte nada.
—¿Qué es lo que me has
estado ocultando?
—Cómo me aseguré de que
Simon y Natalie no volvieran a molestarte.
Ella abrió mucho los
ojos, mientras Tom empezaba a contarle la historia.
Ay si Tom tan sexoso y se escandaliza por unos Fibromas.
ResponderBorrarOsea Tom hizo alggo contra Simon y Natalie.. Era eso lp que escondia..
Siguelaa Virgii.. Siguelaa
bueno por lo menos el tratamiento la va a mejorar uff :)
ResponderBorrarsubela pronto :)
tom esta muy preocupado por tn podre
ResponderBorrarque sera lo que hiso con simon y natalie ajajaj
sube pronto :)
Me encanto, Tom se preocupa mucho x (Tn) lo entiendo, q sera lo q hizo Tom en contra de Simon y Natalie?? espero los próximos caps virgi me encanto
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