CAP
25.-
Septiembre del 2011
Cerca de Essex Junction,
Vermont
La tarde siguiente, Paul
estaba sentado a la mesa de la cocina de la granja de sus padres, mirando fijamente
la pantalla del ordenador. Eran casi las siete. Había vuelto de Inglaterra
hacía dos semanas. Cada día se sentaba para responder a ______, pero
aún no había logrado
escribir nada. Los emails de ésta siempre eran alegres y animados y el último
no era una excepción. Le había escrito desde Italia, animándolo a visitar los
Museos Vaticanos la próxima vez que estuviera en Roma. Como si necesitara que
lo animaran a eso. Y como si necesitara que le recordara que estaba casada y recorriendo
Europa con su flamante y maduro marido, que probablemente pasaba los días
tratando de convencerla de que tuvieran un hijo. «Cabrón.»
Paul era jugador de
rugby. Un tipo duro. Pero, sin pretenderlo, esa menuda mujercita de Selinsgrove,
Pensilvania, le había puesto la vida patas arriba. Había tomado una decisión,
pero ahora que había llegado el momento de llevarla a la práctica, tenía miedo.
—Esto es ridículo
—murmuró.
Empezó a escribir, pero
en ese preciso instante, alguien llamó a la puerta de atrás.
Intrigado, fue a ver
quién era.
—Hola —lo saludó Allison,
con un gran vaso de café del Dunkin’ Donuts en cada mano—. He pensado que te
vendría bien uno de éstos.
Al ver que él no decía
nada, añadió incómoda:
—¿Estás trabajando en la
tesis? No quiero interrumpirte. —Le dio un vaso de café—. Me voy.
—Espera —dijo él
finalmente, aguantando la puerta abierta—. Pasa.
Ella le dio las gracias y
se sentó en la silla que quedaba enfrente del ordenador.
—No has dado señales de
vida desde que volviste de Inglaterra.
—He estado ocupado
—replicó Paul, tenso—. Mi directora de tesis me está metiendo mucha caña. Tengo
que acabar un montón de cosas antes de Octubre.
—¿Qué tal el viaje?
Paul bebió un sorbo de
café e hizo un ruidito de aprobación.
—Muy bien. La conferencia
fue bien y además pude hablar con la directora.
Allison asintió y agarró
el vaso con más fuerza.
—¿Estaba ella?
—Se llama _______
—respondió Paul con brusquedad.
—Lo sé —admitió ella,
suavemente—. La conocí en esta misma cocina, ¿te acuerdas?
—Sí, estuvo aquí. —Volvió
a beber.
—¿Cómo está?
—Está bien. Su esposo
también estaba allí.
Allison lo miró. Estaba
muy malhumorado y eso no era habitual en él.
—No se te ve muy
contento.
Paul no respondió.
—Lo siento —se disculpó
ella.
Paul sonrió sin ganas.
—¿Por qué lo sientes?
—Porque no me gusta verte
sufrir por ella.
Él se encogió de hombros,
pero no lo negó.
—Estaba tratando de
contestarle un email cuando has llegado.
Allison agarró el vaso
con las dos manos.
—No la conozco, pero me
parece raro que siga escribiéndote después de lo que pasó entre vosotros.
Parece como si quisiera darte esperanzas en vano.
—Tienes razón, no la
conoces —replicó Paul, fulminándola con la mirada.
—Dudo que a su esposo le
guste.
Él murmuró algo sobre el
profesor que no sonó demasiado halagüeño. Allison permaneció esperando alguna
reacción, pero como no llegó, se levantó.
—No hace falta que me
acompañes a la puerta.
Su ex novio no hizo caso
y la siguió.
—Gracias por el café.
—De nada —dijo ella y
salió de la casa.
—Por si sirve de algo, lo
siento.
—Yo también —repuso
Allison sin volverse.
CAP
26.-
Septiembre
del 2011 Umbría, Italia
Cada vez que ______ se
sentaba frente al ordenador, se sentía tentada de buscar información sobre los padres
de Tom en Google. Pero le había prometido que no lo haría y no traicionaría su
confianza, por mucho que le costara. Una de esas mañanas, estaba revisando el
correo cuando encontró un email de Paul. Después de leerlo, se echó hacia atrás
en la silla, asombrada.
—¿Quieres huevos para
desayunar? ¿O prefieres fruta y queso? —preguntó Tom desde la cocina, que
estaba al lado del salón.
Al ver que no respondía,
se acercó.
—¿Te apetecen huevos o sólo
fruta y queso? También hay bollos de la panadería.
Cuando sus ojos se
encontraron, vio que estaba disgustada.
—¿Qué pasa?
—He recibido un email de
Paul.
Tom se mordió la lengua
para no hacer comentarios sobre el Follaángeles y su
comportamiento.
—¿Qué dice?
Sin palabras, ella señaló
la pantalla. Él se sacó las gafas del bolsillo y se las puso para leerlo.
Querida
______
Gracias
por tu email. Estuviste fantástica en la conferencia y creo que manejaste muy
bien las preguntas, sobre todo las de Christa. Me dejaste impresionado.
La profesora Picton habló muy bien de ti. No suele alabar demasiado el trabajo
de la gente, así
que
deberías sentirte muy orgullosa. Por favor,
felicita a tu padre y a su novia de mi parte. Es un buen tipo. Me alegro por
ellos. Estoy de nuevo en Vermont. La
salud de mi padre sigue mejorando. Gracias por interesarte por él.
Le daré recuerdos de tu parte y a mamá también. Quiero
cumplir los plazos que me ha puesto la profesora Picton, así que mis padres han contratado
más personal para ayudar en la granja. Este otoño buscaré trabajo. Si tengo
suerte, podré hacer algunas entrevistas en la
convención de la Asociación de Idiomas Modernos. Si no consigo trabajo,
tendré que quedarme en la granja un año más. Me
alegro de que pudiéramos comer juntos. Me gustó mucho verte. Había algunas
cosas que quería decirte, pero no lo hice,
así que supongo que tendré que hacerlo ahora. Creo
que deberíamos separar nuestros caminos. Tú estás casada y yo debo rehacer mi
vida. Tal vez en el futuro me sea más fácil,
pero mientras tanto prefiero que dejemos de escribirnos. No
te lo tomes a mal, por favor, no quiero hacerte daño. Sigues siendo importante
para mí, pero
lo
he estado pensando y creo que es lo mejor. Sé
feliz, Conejito.
Paul
Tom la miró a los ojos.
Parecía dolida.
—Le envié un par de
emails diciéndole que me había alegrado verlo en Oxford. Ha tardado mucho en
responder y ahora contesta esto.
Tom se acuclilló ante
ella y le apoyó una mano en la rodilla.
—Está enamorado de ti, ya
lo sabes.
—Estuvo enamorado de mí
en el pasado.
Él le dirigió una mirada
solemne.
—¿Dejaste de quererme
cuando me fui de Toronto?
________ se mordisqueó
una uña.
—Claro que no.
—Pues si él está enamorado
de ti, lo seguirá estando durante un tiempo. O durante toda la vida.
—Pero, entonces, ¿por qué
no quiere que sigamos siendo amigos? —preguntó ella, tratando de comprenderlo.
—Porque es demasiado
doloroso. —Tom le acarició la mejilla—. Si las cosas hubieran sido al revés y
fuera yo el que te hubiera perdido, no podría seguir siendo tu amigo. Tendría
que amarte desde la distancia.
—No quería hacerle daño —susurró.
—Estoy seguro de que él
lo sabe.
—¿Por qué no me lo dijo
en Oxford?
—No quería disgustarte
justo antes de la conferencia.
Ella le dirigió una
mirada desconfiada.
—¿Tú lo sabías?
Tom dudó un momento.
—Sí.
—¿Por qué no me lo
contaste?
—Por la misma razón por
la que no lo hizo él. Queríamos que estuvieras centrada en la conferencia.
_______ echó la silla
hacia atrás.
—Así que Paul y tú
hablasteis sobre mí a mis espaldas.
—Resumiendo, sí.
—Debiste contármelo.
—Te lo estoy contando
ahora. Francamente, ________, pensaba que habría cambiado de idea. Pero una vez
más Paul me ha sorprendido.
—Vas soltando la
información como si fueran vitaminas, en pequeñas dosis.
Tom la miró con una
sonrisa ladeada.
—¿Vitaminas?
—Ya sabes lo que quiero
decir. Tú y tus secretos. —Trató de levantarse, pero él se lo impidió agarrándola
de la muñeca.
—No tengo secretos para
ti. Acordamos no hablar más del pasado para mirar hacia el futuro, sin embargo,
si quieres que te lo cuente todo, lo haré. —Tom alzó la barbilla con gesto
desafiante—. Pero entonces te exigiré que tú también me lo cuentes todo. Por
ejemplo, ¿por casualidad hablaste con Paul sobre dejar Harvard?
—¿Qué?
—Me pegó una buena bronca
y me exigió que me asegurara de que no abandonaras tus sueños.
________ abrió mucho los
ojos.
—¿Cuándo te dijo eso?
—En Oxford, justo después
de que fuerais a comer. Así que no me vengas con que tengo muchos secretos. No
fui yo quien se fue a comer con un antiguo amor, ni el que le contó sus
conflictos conyugales.
—Yo no hice eso —susurró.
—¿Ah, no? ¿Cómo lo llamarías
tú?
_______ levantó las
manos, pero en seguida las dejó caer a los lados.
—Sólo... salió en la
conversación. Estaba preocupada y necesitaba hablar con alguien.
—Ya. ¿Y no se te ocurrió
que ya tenías a alguien con quien hablar? ¿Alguien que estaba mucho más cerca?
—Necesitaba tiempo para
pensar.
—Eso puedo entenderlo.
Pero necesitar tiempo para pensar y contarle nuestros problemas a otra persona
son cosas distintas. No estuvo bien, ______ y lo sabes —concluyó en tono
reprobatorio.
Ella se lo quedó mirando,
esperando que perdiera los nervios, pero para su sorpresa, no lo hizo. (Lo que
es una prueba evidente de que el Apocalipsis se acerca.)
Tom siguió hablando:
—Yo no comparto nuestros
problemas con nadie. Tienes razón cuando dices que raciono la información, sin
embargo siempre lo hago para protegerte. Siempre, siempre, lo
hago con amor.
La tomó de la mano antes
de continuar:
—Traté de convencer a
Paul de que no interrumpiera el contacto contigo. No porque no quisiera que lo
hiciera, sino porque no quería verte sufrir.
_______ pestañeó para
contener las lágrimas.
—Lo que me duele es que
no confíes en mí.
—Confío en ti.
—No del todo. No sé nada
de tu familia.
Él apretó los dientes.
—Sabes lo mismo que yo:
que la familia de mi madre no quiso saber nada de ella y que, tras su muerte, a
mí me dejaron con una familia de acogida. Que mi padre nos abandonó. ¿Quieres
que investigue a esas personas? ¿Para qué? ¿Para descubrir más cosas
desagradables?
—Esas personas te crearon,
Tom. Tiene que haber algo en su historia que merezca la pena. Claro que no
quiero que sufras. Pero tu familia forma parte de ti. Si tenemos hijos, algún día
te preguntarán por sus abuelos.
Él le soltó la mano. Su
cara parecía una máscara de piedra.
—Si pudiera borrarlos de
mi memoria, lo haría. No contaminaré a mis hijos con su recuerdo.
_______ alzó la barbilla.
—Un hombre tan bueno y
brillante como tú nació de esa contaminación. Y lo mismo será válido para
nuestros hijos.
Tom suavizó la expresión.
Llevándose la mano de ______ a los labios, le besó el dorso de los dedos.—Gracias
—murmuró.
—Tienes razón —susurró
ella, con lágrimas en los ojos—. No debí irle a Paul con mis
problemas, pero era mi
amigo.
Tom le apoyó la cabeza en
el pecho y la abrazó.
CAP
27.-
A la hora de acostarse, Tom
entró en el dormitorio. Iba descalzo, vestido sólo con una camisa blanca y unos
vaqueros. Al ver a _______, empezó a remangarse la camisa.
—¿Aún tienes la regla?
Ella acababa de
cepillarse los dientes y se estaba lavando la cara.
—No, acabé ayer.
—Bien. Desnúdate y túmbate
sobre la cama.
Ella se lo quedó mirando.
—Ahora.
Los ojos de Tom brillaban
con tanta intensidad que parecía que pudiesen perforarla.
Sin discutir se desvistió,
dejando la ropa en el suelo de cualquier manera antes de subir a la cama.
—Boca abajo. Cierra los
ojos.
Su tono de voz la hizo
estremecer, pero acató lo que le ordenaba. Al cerrar los ojos, el resto de sus
sentidos se pusieron alerta. Sintió la brisa que entraba por la ventana. Oyó
los pasos seguros de él sobre las baldosas del suelo.
Poco después empezó a
sonar The Look of Love, interpretada por Diana
Krall. ______ abrió los ojos y vio que su marido había apagado las luces y había
encendido velas. Una nube de luz rodeaba la cama.— Cierra los ojos —le ordenó.
Ella obedeció y notó que
el colchón se movía. Tom la agarró por la cintura y la levantó para colocarle
una almohada debajo de las caderas.
Al parecer, quedó
satisfecho con el resultado, ya que sus labios resiguieron una ardiente línea
que iba de un hoyuelo al otro de sus nalgas.
Con un dedo, le acarició
la columna desde la base hasta la nuca y después le recorrió los hombros de
punta a punta. Le colocó otra almohada bajo los pechos desnudos y le estiró los
brazos por encima de la cabeza.
—Una obra de arte —le
susurró al oído, antes de besarla detrás de la oreja y de succionarle suavemente
la piel.
Le recorrió la espalda
con la palma de la mano dos veces antes de centrar su atención en las nalgas y
las piernas.
La cama se movió cuando
la música cambió y Sting empezó a cantar I Burn for
You. Julia sintió que el deseo aleteaba por todo su cuerpo.
Notaba su presencia cerca
de la cama, pero no oyó nada hasta que él dejó un par de objetos en la mesilla.
Volvió la cabeza para ver de qué se trataba, pero Tom se lo impidió cubriéndole
los ojos con la mano.
—¿Confías en mí?
—Sí.
—Bien. —Le acarició la
cabeza, apartándole el pelo de la nuca—. Te he echado de menos estos días.
Deseaba que pudiéramos volver a descubrirnos.
_______ notó que se
levantaba de la cama y poco después oyó el sonido de la ropa y del cinturón cayendo
al suelo, seguido por el sutil susurro de la ropa interior al deslizarse por
sus piernas.
Abrió un ojo y se empapó
de la visión de su marido desnudo mientras él se volvía para coger algo de la
mesilla. Suspiró de placer ante la visión y volvió a cerrar los ojos.
Oyó algo líquido y el
sonido de sus manos frotándose antes de que la cama volviera a hundirse. Un
instante después, le estaba masajeando los hombros. ______ gruñó de placer.
—Parece que te gusta...
Ella murmuró algo. Un
aroma a mandarina satsuma y sándalo impregnó el aire. Era el aroma de su
primera vez.
—Gracias.
—Acabo de empezar.
Se tomó su tiempo,
adorando el cuerpo de su amada con las manos. De vez en cuando, su piel desnuda
entraba en contacto con la de ella. ______ se movía para aumentar la superficie
de contacto, pero él se reía y se apartaba.
Tras lo que le parecieron
horas, ________ se relajó tan completamente que quedó en un estado semiinconsciente.
En su mente no había espacio para nada que no fuera Tom. Él le besó el cuello,
succionándole suavemente la piel. Con sus grandes manos, le recorrió los brazos
hasta llegar a las muñecas. Sujetándolas, le extendió los brazos en cruz. Luego
se tumbó sobre ella, con su pecho presionándole la espalda.
_________ murmuró al
notar el contacto.
—Si es demasiado, dímelo.
La sensación era muy
intensa. Ella prefería el contacto frontal, pero tener a Tom pegado a su cuerpo
como una segunda piel era algo especialmente íntimo y erótico.
Cuando la respiración de ______
se agitó, él se apoyó en las rodillas y le separó las piernas. Y cuando respiró
hondo, aprovechó para deslizar una mano bajo su cuerpo y agarrarle un pecho. Ella
murmuró de placer. Tom deslizó la otra mano bajo su cadera hasta llegar al
punto de unión de sus piernas, acariciándola con sus largos dedos.
Siguió acariciándola con
las dos manos, dándole placer en ambas partes del cuerpo. Luego, muy despacio,
se introdujo en su interior. Una vez dentro, se quedó muy quieto. La sensación
de estar dentro de ella en esa postura era abrumadora. Siempre encajaban a la
perfección, pero esa vez las sensaciones amenazaban con hacerle
perder el control. _______
empujó hacia atrás.
—Por favor —suplicó.
—No te muevas —susurró él
con voz ronca.
Ella se quedó inmóvil un
instante, pero en seguida empezó a respirar entrecortadamente. Tom notaba cada
pequeño movimiento en su pecho.
—Eres una diosa, pero,
por favor... no te muevas.
______ sonrió con la cara
escondida entre las sábanas. Luego, muy despacio, alzó las caderas y empujó
contra él.
Con un gruñido y una
maldición, Tom se movió en su interior rápidamente y con fuerza. Poco después,
se estaban moviendo los dos frenéticamente, llenando el aire con sonidos de
placer. Alzando las caderas una vez más, ______ se convulsionó a su alrededor. Sin
poder contenerse más, Tom la siguió rápidamente. Cuando recuperó el aliento, se
tumbó de nuevo sobre ella, sonriendo sobre su hombro.
—La trascendencia es esto
—musitó—. Nunca había vivido algo así.
A ella le dio un vuelco
el corazón.
—¿Nunca?
—Nunca.
Tom le apoyó una mano en
la nalga y sintió que su cuerpo se hundía relajado en el colchón, mientras una
gran sonrisa aparecía en su cara.
CAP
28.-
A la mañana siguiente,
_______ se despertó con los ronquidos de su marido. No roncaba muy a menudo, pero
cuando lo hacía era una fuerza de la naturaleza.
(Incluso los
especialistas en Dante roncan de vez en cuando.)
_______ había dormido
profundamente toda la noche. Tom le había dado un regalo. El regalo de saber
que ella era la culminación de su vida sexual, igual que él lo era para ella.
Sintió una deliciosa mezcla de excitación e incertidumbre ante la perspectiva
de repetir las actividades de la noche anterior. Tom la amaba. Ese conocimiento
le daba la confianza necesaria para cederle en control. Pero como C. S. Lewis
había dicho refiriéndose a Aslan, Tom no era manso. Había en él una pizca de
peligro, algo imprevisible. Cautelosa, no lo despertó ni le informó de que
estaba roncando. En vez de eso, decidió saltarse las convenciones y bañarse
desnuda en el jacuzzi.
Éste estaba en la terraza
de su dormitorio y su vecino más cercano vivía a varios kilómetros de distancia,
así que _______ no se molestó en ponerse el albornoz. Se metió en el agua y dejó
que el sol y la brisa le acariciaran el rostro, mientras el agua le calmaba los
músculos doloridos y las partes más íntimas. Adormilada, oyó la voz de Tom. Al
abrir los ojos, lo vio frente a ella cubierto sólo con los bóxers, hablando por
el iPhone. Durante unos instantes se quedó admirando la belleza salvaje de su
indómito profesor. Con la vista, trazó las curvas de sus músculos y las líneas
de los tendones que definían sus brazos. Observó el vello que le cubría el
pecho y el que descendía desde su ombligo hasta la goma de los calzoncillos.
_______ miró a su
alrededor, a las colinas y valles que rodeaban la casa. Nadie podía verlos. Bruscamente,
Tom finalizó la conversación y dejó el teléfono en una mesita cercana.
—¿Puedo acompañarte? ¿O
prefieres que te haga un espectáculo privado? —preguntó, flexionando los brazos
teatralmente.
Ella tragó saliva.
—¿Qué va incluido en el
precio?
Él sonrió muy lentamente.
—Lo que usted desee.
Estoy aquí para servirla, señora Kaulitz. —Bajó la voz—. Así que, usted dirá: ¿cómo
puedo complacerla?
Cuando ______ le indicó
que quería que se acercara, Tom se quitó los bóxers y entró en el agua. ______
se sentó sobre él y lo abrazó.
—Lo único que quiero es
el placer de tu compañía.
Él también la abrazó y ______
le apoyó la cabeza en el hombro.
—Gracias por lo de
anoche.
—Soy yo el que debería
darte las gracias, señora Kaulitz.
—A veces soy un poco
obtusa. Hasta ahora no se me ha ocurrido que anoche te tomaste tantas molestias
porque estabas tratando de animarme —comentó ______, jugueteando con el vello
que le cubría los pectorales.
—No del todo. Al menos,
no sólo por eso. Llevábamos unos días sin hacer el amor. Mientras has tenido el
período he tenido tiempo para pensar en cómo recuperar la conexión. —Levantándole
el pelo, le acarició la nuca.
—Sólo quería que supieras
que valoro las molestias que te tomas. Agradezco mucho cómo lo planificas todo
y también que reconozcas cuándo estoy baja de moral. —Le apoyó la mano sobre el
tatuaje, cerca del corazón—. Y te agradezco que me dijeras que el sexo conmigo
es el mejor que has conocido.
—Es la verdad. El sexo
contigo es distinto. La atracción y la química son innegables, pero además
contamos con el amor y el afecto. Con todos esos elementos combinados...
—Gracias. —_______ lo
interrumpió rozándole los labios con un beso.
—¿Con quién hablabas?
—Con Scott.
—Oh, ¿de verdad? ¿Qué
dice?
—Tammy y él quieren ir a
Boston con Quinn un fin de semana este otoño y preguntaba si podían dormir en
casa.
—Será divertido.
—Le he dicho que lo
consultaría contigo, pero que estaremos encantados de que vengan.
—Me alegro de que tu
hermano y tú hayáis arreglado las cosas.
Le besó la barbilla.
—A veces desearía que fuéramos
de la misma edad. Podríamos haber ido al baile de graduación juntos.
Tom le hizo cosquillas
con la nariz.
—Habría sido un honor
llevarte a ti al baile, pero me alegro de que no nos conociéramos cuando era
joven.
—¿Por qué?
—Porque no te habría
tratado como te mereces.
_______ cambió de postura
para mirarlo a los ojos.
—No me lo creo. Me
trataste bien la noche que nos conocimos, en el huerto de manzanos. Te habrías
comportado igual de adolescente.
—Es posible. Hay algo en
ti que saca lo mejor de mí. —Tom sonrió—. Si quieres, puedo organizar un baile
de graduación aquí, para los dos solos.
Ella se echó a reír.
—Tendría que comprarme un
vestido demasiado corto y a mi padre le daría un infarto.
—No recuerdo haberlo
invitado —bromeó él, gruñendo antes de besarla—. ¿Cómo de corto?
—Para mí, si queda por
encima de la rodilla ya es corto. Soy tímida.
Él le mordisqueó el labio
inferior.
—No me lo pareciste
anoche.
Acto seguido, ella le
acarició la mejilla, cubierta por la incipiente barba.
—Tu amor me vuelve
valiente.
—Eso está bien, porque
pienso seguir amándote, siempre. —Bajando las manos hasta su cintura, la abrazó,
estrechándola contra su pecho—. Siento lo de Paul.
—Yo también. —La expresión
de ______ se volvió melancólica—. A partir de ahora, si tenemos problemas los
solucionaremos entre nosotros, te lo prometo.
—Sí, yo también te lo
prometo. —Tom se aclaró la garganta—. Me temo que, cuando las parejas se casan,
su amistad con otras personas cambia.
Ella se encogió de
hombros.
—Supongo.
—He descuidado nuestra
vida social. Te prometo esforzarme más. Podemos invitar a gente a cenar a casa.
Y te acompañaré al pub cuando vayas con los demás estudiantes.
—Pensaba que no te
gustaba relacionarte con estudiantes. Nunca antes has querido acompañarme.
Tom le acarició la mandíbula
con el pulgar.
—Haría casi cualquier
cosa por hacerte feliz. No quiero que lamentes ni un solo segundo que pasemos
juntos. —Sus ojos se oscurecieron de deseo—. Así que ven aquí.
Horas más tarde, Tom oyó
que sonaba el teléfono de la casa, pero lo ignoró.
Sin embargo, finalmente
la curiosidad le pudo y asomó la cabeza por la puerta del estudio. Desde lejos,
oyó a _______ charlar alegremente en italiano. Intrigado, bajó a la cocina,
preguntándose quién
podría ser.
—No,
fra Silvestro. Non é necesario.
_______ vio llegar a Tom
y alzó un dedo, pidiéndole que esperara.
—Allora
dovremmo organizzare una festa per i bambini. Non per me.
Tom alzó las cejas y se
acercó a ella. Apoyándose en la encimera, escuchó:
—Sì,
per i bambini. Possiamo festeggiare i loro compleanni. —________
guardó silencio y Tom oyó la voz del franciscano al otro extremo de la línea.
»Ci
dovranno essere regali, palloncini e una torta. E del gelato. —Se
echó a reír—. Certo. E’ proprio quello che
vorrei. Ci vediamo, allora. Arrivederci.
Colgó el teléfono.
—¡Madre mía!
—¿De qué iba eso?
—Era fra Silvestro, del
orfanato de Florencia.
—¿Para qué llamaba?
—Quería hablar contigo,
pero cuando le he dicho que no te podías poner, se ha mostrado encantado de
hablar conmigo.
Tom sonrió.
—Vaya. Querría
convencerte de algo y ha pensado que serías un objetivo más fácil.
—Es posible. Quería dar
una fiesta para celebrar nuestra visita de la semana que viene.
—¿Y le has dicho que no? —preguntó
él, sorprendido.
—Le he pedido que la
fiesta sea para los niños, no para nosotros. Nosotros no la necesitamos.
_______ volvió a lo que
estaba haciendo antes de que sonara el teléfono, que era preparar una comida ligera.
Tom la abrazó por detrás.
—Te veo muy decidida.
—Es por los niños.
—Esta parte de ti siempre
me ha sorprendido, ________. No te importa renunciar a tus deseos, pero no te
rindes nunca cuando se trata de defender los deseos de otro.
—No creas. No renuncio a
mis deseos tan fácilmente. No renuncié a ti, ¿lo has olvidado? Y eso que al
principio no me lo pusiste nada fácil. Te comportaste de un modo horrible. —Lo
miró de reojo.
Él arrastró los pies de
lado a lado.
—Pensaba en el Magdalen
College. Tú querías dormir allí, pero cuando insistí en mudarnos al hotel,
estuviste de acuerdo.
Ella se volvió para
mirarlo.
—A veces me faltan energías
para enfrentarme a ti. Estabas a disgusto en la habitación. Y no me gusta que
estés a disgusto.
Tom le besó el cuello.
—Creo que necesitas ir a
una fiesta.
—Tienes razón. —Ella
levantó las manos y le hundió los dedos en el pelo—. Necesito una fiesta privada
en la que pueda quitarle a mi guapo marido sus vaqueros favoritos. —Susurrándole
al oído, añadió—: Las gafas puedes dejártelas puestas.
Él se echó a reír y tiró
de ella hasta que sus caderas quedaron unidas.
—No sabía que te ponían
los hombres con gafas.
—Pues ya lo sabes. ¿Sabes
lo que tú sientes cuando me ves con tacones? Pues es lo mismo que siento yo
cuando te veo con gafas. Pero primero tengo que llamar a la ayudante de fra
Silvestro para pedirle que alquile un poni.
Tom enderezó la espalda.
—¿Un poni?
—¿Te parece mala idea?
—¿Se pueden alquilar
ponis? ¿En Florencia?
—No lo sé. Pero no creo
que ninguno de los niños haya visto nunca un poni. Ni que haya podido montar en
uno. He pensado que les gustaría.
Tom se contagió del
entusiasmo de su esposa.
—Tú encárgate de los
regalos para los niños. Yo me ocuparé del poni.
—Gracias —dijo ella, con
un guiño descarado—. Ah, y ya que te ofreces, alquila también unos cuantos
animales de granja para que puedan acariciarlos.
felices cumpleaños atrasados a los gemelos kaulitz <3 mis bebes ... los amo .... ahora si ... bay
Jajaja ya sabia yo q publicarías varios caps x el cumple de los gemelos, estuvieron buenísimos los caps me encantaron pobre Paul esta sufriendo :( me da cosita pero bueh, q ardientes son (Tn) y Tom jajaja, donde estará Paulina?? q estará tramando?? tengo como un mal presentimiento :S y viniendo de ella no creo q sea algo bueno :S
ResponderBorrarPobre la rayita perder un amigo es muy tristee!! :/
ResponderBorrarAy Tom siempre concintiendo a su mujer *.*
Siguelaa Virgii.. Me encantaa
podre de paul :/ pero es mejor haci para que pueda olvidar a tn
ResponderBorrarme encanto *-* sube pronto
woo que dure seria perder una amigo despues que te ayudo tanto .. pero fue lo mejor que paul podia hacer uii
ResponderBorrarhahah me encantaros los cap sube pronto :)
Que penita me dio Paul pero es lo mejor... yo quiero a _______ con tomi jajajaja
ResponderBorrarSubeeee