CAP
33.-
______ no era psicóloga.
Aunque había hecho terapia y estaba familiarizada con el programa de recuperación
en doce pasos, trataba de no diagnosticar a los demás, pero en el caso de su
marido no podía evitarlo. Algo le preocupaba. Algo lo bastante grave como para
llevarlo a retomar sus viejas costumbres a la hora de enfrentarse a los
problemas. Sospechaba que lo que le preocupaba estaba relacionado con la
enfermedad del bebé de John y Diane, pero no estaba segura. La correlación de
las dos cosas no demostraba que una hubiera causado la otra. Tal vez hubiera
sido casualidad. El caso era que, al no saber qué le pasaba, no podía ayudarlo.
Ni consolarlo. Era como si un nubarrón negro se hubiera instalado sobre ellos,
a pesar de los esfuerzos de Tom de actuar como si no pasara nada. ______ sabía
que algo pasaba. Y su negativa a compartirlo con ella le hacía daño. Su
estancia en Umbría llegaba a su fin. Pronto viajarían a Florencia. ______
estaba dispuesta a darle
todo su amor y su apoyo,
pero si cuando llegaran a Cambridge seguía sin confiar en ella, tomaría cartas
en el asunto.
El verano anterior, Tom
había colaborado como voluntario en un orfanato franciscano durante el período
en que se mantuvo apartado de ______. El personal del orfanato pronto descubrió
que no era el voluntario ideal. En vez de obedecer las órdenes que recibía,
daba órdenes a todo el mundo. No dudaba en alterar el funcionamiento del
centro, o exigir cambios en la comida o en las instalaciones. Y cuando el
personal protestaba diciendo que no había dinero para hacerlo, lo ponía de su
bolsillo.
En resumen, el director
del orfanato, fra Silvestro, agradecía mucho sus donativos, pero se sintió aliviado
cuando los franciscanos de la Santa Croce convencieron a Tom de que sería más
útil haciendo visitas guiadas y dando conferencias sobre la vida de Dante. El
monje se mostró encantado de que _____ fuera a ir al orfanato con Tom en
agosto, esperando que moderara el agresivo estilo de caridad que practicaba su
esposo. Cuando los Kaulitz llegaron, fueron recibidos por el director, su
ayudante Elena y unos cuantos niños. Éstos, que tenían entre cuatro y ocho
años, la llamaron Zia ______
y le regalaron un ramo de flores y los dibujos que habían hecho para ella.
Todos estaban pintados con colores vivos y en ellos se veía a niños sonrientes
y a una mujer de pelo largo y oscuro en el centro. Al principio, Tom se sintió
abrumado. Se vio reflejado en los ojos de los niños, especialmente de los más
mayores. Se acordó de la sala de espera del hospital de Sunbury tras la muerte
de su madre, cuando trataba de sacar algo de comer de la máquina expendedora.
No tenía dinero y se había agachado para buscar alguna moneda perdida debajo de
la máquina.
Enterró el recuerdo. Si
no se hubiera encontrado con Grace ese día, su vida habría sido muy distinta. ______
se agachó para saludar a los niños poniéndose a su altura. Se la veía muy
cómoda, riendo y hablando con ellos en italiano. Tras las presentaciones de
rigor, los llevaron a un patio lateral donde los esperaban el resto de los niños,
que tenían entre uno y doce años. El personal llevaba en brazos a los más
pequeños, para que no se perdieran la fiesta. Tom no había podido alquilar
animales de granja, pero a cambio contrató los servicios de cuatro ponis y de
sus criadores. Los animales estaba atados en un extremo del patio, rodeados de
un montón de excitados niños. Había globos, juegos y un gran castillo
hinchable. Las mesas estaban llenas de comida y dulces. A un lado había una
gran pirámide de paquetes de regalos.
—¿Cómo sabrán qué regalo
es para cada niño? —se preguntó Tom en voz alta, echando un vistazo a los
paquetes.
______ miró hacia la pila
de regalos.
—Seguro que tienen
etiquetas con los nombres.
—¿Y si no les gusta el
regalo que reciben?
—Elena preguntó a cada
niño lo que quería y eso es lo que hemos comprado —_____ le apretó la mano—.
Deja de preocuparte. Si los niños te ven con el cejo fruncido, se van a
asustar.
Él hizo una mueca
desdeñosa ante las injustas críticas, pero cambió de expresión.
Observó a ______ mientras
ésta jugaba con los niños, haciendo pompas de jabón o lanzando globos al aire.
Un niño pequeño, de ojos y pelo oscuros, se encariñó de ella y pronto _____ se
lo cargó a la cadera, haciendo equilibrios para evitar un hilillo de baba, mientras
se liberaba el pelo de los puños regordetes del pequeño. Tom tuvo una
revelación tan intensa que le resultó dolorosa.
«_______ ha nacido para
ser madre. Es amable, generosa y paciente. Tiene todo lo que le faltaba a mi madre
biológica, todo lo que Grace tenía en abundancia. Tal vez incluso sería
suficiente para compensar mis carencias.»
Para mantener la
melancolía a raya, ayudó a subir y bajar a los niños de los ponis. _____ había acertado:
los animales fueron lo más celebrado de la fiesta. Los niños hacían cola para
acariciarlos y darles de comer entre paseo y paseo. Cuando llegó la hora de repartir
los regalos, Tom se colocó tras la pirámide de paquetes, al lado de ______. Fra
Silvestro hizo un pequeño discurso, agradeciendo la generosidad de Zio
y
Zia Kaulitz. Tom y _______ —que seguía
llevando al pequeño en brazos— inclinaron la cabeza para agradecer los aplausos,
antes de empezar a repartir los paquetes.
Tom no pudo repartir
muchos, porque un niño le tiró de los pantalones para llamar su atención.
—Hola —lo saludó Tom en
italiano—. ¿Cómo estás?
—¿Eres tú?
—¿Si soy quién?
—Superman.
Tom lo miró sorprendido.
—¿Por qué crees que soy
Superman?
—Porque te pareces a él.
¿Puedo ver qué llevas debajo de la camisa? —El niño señaló la impecable camisa
blanca oxford.
Tom sonrió con ironía.
—Hoy no llevo puesto el
traje.
—Pero llevas las gafas de
Clark Kent.
Él se las quitó y se las
quedó mirando con el cejo fruncido. Pensaba que sus monturas Prada eran mucho
más elegantes que las horribles gafas de Clark Kent. (Aunque tal vez se
equivocaba.) Sin embargo, no tuvo tiempo de ofenderse, porque en cuanto se
quitó las gafas, el niño ahogó una exclamación. Pronto, un grupo de críos se
había reunido a su alrededor.
—Es Superman —susurró el
primer niño, señalándolo triunfalmente.
Tom volvió a ponerse las
gafas y le alborotó el pelo.
—Me temo que no lo soy.
Soy el Zio Tom de América. Zia
_____
es mi esposa.
Los niños se volvieron
hacia ella, que seguía diciendo nombres en voz alta y repartiendo paquetes envueltos
en papel de regalo de vivos colores. Al darse cuenta de que la estaban mirando,
les dirigió una bonita sonrisa.
—Es Lois Lane —afirmó una
vocecita.
—Sí —corroboró el primer
niño—. También la hemos reconocido. Es Lois Lane.
Tom la examinó con nuevos
ojos.
—Pensaba que Lois era más
alta —murmuró.
—Tengo un dibujo —dijo
otro pequeño—. ¿Ves? —Le mostró la cubierta de un tebeo de Superman—. Es ella.
—Se ha cortado el pelo
—comentó otro niño, desencantado—. Me gustaba más con el pelo largo.
—Qué me vas a contar
—murmuró Tom.
—¿Puedes hacer trucos?
—preguntó una niña.
—¿Qué clase de trucos?
—Tuvo que hacer un esfuerzo para no echarse a reír.
—No sé: levantar cosas
pesadas, ver a través de las paredes, volar...
—¡Oh, sí, volar! —Los
niños empezaron a dar saltos, alborotados.
Miró a su alrededor. Cada
vez había más niños rodeándolo. Suspiró y levantó las manos, pidiéndoles
silencio. Luego se inclinó hacia ellos y susurró:
—Nadie sabe que Clark
Kent es Superman.
—Yo lo sé —replicó un
niño, levantando la mano.
Tom se echó a reír.
—Sí, vosotros lo sabéis,
pero los adultos no. Lois y yo hemos venido a la fiesta, pero necesitamos que
nos guardéis el secreto. ¿De acuerdo?
Algunos niños lo miraron
con escepticismo, pero casi todos asintieron.
—Lois tiene regalos para
todos. ¿Por qué no vais a saludarla y a recoger el vuestro?
Reaccionando de maneras
distintas, los críos empezaron a dispersarse y pronto estuvieron distraídos con
otras cosas.
______, que había oído
parte de la conversación, le guiñó un ojo a Tom.
—Así que Superman, ¿eh?
Él negó con la cabeza. A
lo largo de sus treinta y cinco años de vida lo habían llamado muchas cosas,
pero hasta ese día nadie lo había confundido con Superman. Aunque tenía que
admitir que ______ sería una Lois Lane preciosa.
Se preguntó si en
Florencia habría alguna tienda de disfraces abierta en aquella época del año. Mientras
pensaba en ello (y en alguna otra cosa no apta para menores), notó que alguien
lo estaba observando. Al mirar hacia abajo, se encontró con una niña pequeña,
rubia. Lo estaba mirando con los dedos metidos en la boca.
Tom le sonrió.
—Ciao,
tesoro.
Ella se quitó los dedos
de la boca y alargó los brazos. Al principio, no entendió lo que quería. La
niña levantó un poco más los brazos y los movió de un lado a otro.
—Te está pidiendo que la
cojas en brazos, hombre de acero —le aclaró _______.
Cuando Tom levantó a la
niña, ésta sonrió antes de volver a meterse los dedos en la boca. En ese momento,
cruzó una mirada con ______. Ella la saludó y le dio unas palmaditas en la espalda
antes de seguir repartiendo los regalos.
—Maria no habla.
Tom se volvió hacia
Elena, la eficiente ayudante de fra Silvestro. Ésta le retiró un mechón de pelo
a la niña de la cara, colocándoselo detrás de la oreja.
—Es raro que haya ido a
buscarlo. Normalmente se esconde de los extraños.
—¿Cuántos años tiene?
—preguntó Tom.
—Tres —respondió Elena,
pasándose al inglés—. Pero no ha dicho nada desde que llegó, hace casi un año.
—¿Por qué no?
—Demasiados traumas.
Tom miró la cara
angelical de la niña y maldijo para sus adentros.
—¿Volverá a hablar algún
día?
—Esperamos que sí. Vivir
con una familia le iría muy bien.
Sin darse cuenta, Tom agarró
a la niña con más fuerza.
—¿Es difícil encontrar
familias?
—A veces. —Elena sonrió a
la pequeña y le preguntó en italiano si lo estaba pasando bien.
Maria asintió y señaló
hacia los ponis.
—Ah, creo que te gustaría
dar un paseo en poni. ¿Quieres que te lleve?
Tom negó con la cabeza.
—Yo lo haré.
Llevó a la niña hacia los
ponis y le preguntó cuál era su favorito. Ella señaló el más pequeño, uno negro
con manchas blancas. Tenía la cola trenzada y atada con una cinta roja. Se
llamaba Cioccolato. Con cuidado, Tom la sentó sobre la
silla y le apoyó la mano en la espalda mientras el dueño sujetaba las riendas y
los llevaba a dar una vuelta por el patio. Maria sonrió y se agarró a la crin
del animal con sus diminutos dedos. Mientras Tom daba vueltas al patio
acompañándola, se dio cuenta de que su vida podía haber sido muy distinta. No
era un huérfano. Era un hombre con una familia gracias a Grace y a Richard, que
le habían abierto sus corazones y las puertas de su casa. Aunque la oscuridad
que se había apoderado de su alma aún no había desaparecido, dio las gracias
por la esperanza que había brillado en su vida. Y prometió compartir esa
esperanza con otros. Encontraría la manera.
______ se quedó embobada
observando a su marido mientras él estaba rodeado de niños y, más tarde, con la
niña pequeña. Había algo que la emocionaba al ver un hombre hecho y derecho
—además de alto y guapo—explicándoles a un grupo de niños que no era Superman. No
había tenido demasiadas oportunidades de ver a Tom relacionándose con niños.
Nunca lo acompañaba cuando iba de voluntario al Hogar Italiano para Huérfanos.
Lo había visto con Quinn, claro, pero no demasiadas veces.
Verlo tan protector y
dulce con Maria le había llegado al corazón. El Profesor era intimidante. En
ocasiones podía ser frío y estirado. En otras, como cuando lo
había encontrado fumando
en la terraza, la preocupaba. Pero la sorprendente amabilidad y dulzura con que
trataba a los niños hizo que se preguntara cómo se comportaría con sus propios
hijos. Les alborotaría el pelo y les hablaría de Superman. Llevaría a su hija
en brazos y la trataría como a una princesa. Al verlo sonriendo y charlando con
la silenciosa niña, ______ se percató de que lo que le había
dicho Tammy era cierto:
los niños sacan a la luz lo mejor de los hombres buenos.
Y ella deseaba darle a Tom
la oportunidad de desarrollar esa parte de su personalidad. Algún día.
Al final de la larga pero
enriquecedora jornada, _____ se sentó junto a Tom en la terraza de su habitación
favorita en el Hotel Gallery Art. Tanto la terraza como la habitación estaban
llenas de recuerdos para ambos. Era el lugar donde ella le había entregado su
virginidad; el lugar donde él se había refugiado cuando se sintió a punto de
recaer en sus adicciones tras su separación. Tom estaba tumbado en el banco
tapizado de cojines, con las manos en la nuca, mirando el cielo cuajado de
estrellas.
_______ estaba sentada a
su lado, bebiendo un vaso de San Pellegrino.
—¿No prefieres un poco de
vino?
—Agua está bien,
Superman.
A él se le escapó una
sonrisa.
—Ha sido una conversación
de lo más interesante. Me habían llamado muchas cosas en la vida, pero nunca
Superman.
_______ le acarició el
brazo.
—Porque no se atreven. La
verdad es que me gusta imaginarte como el guapo pero empollón profesor de día;
sexy hombre de acero de noche.
—¿No te dije que no me
llamaras empollón? —Tom la agarró por la muñeca y tiró de ella hasta que quedó
tumbada sobre él.
El agua estuvo a punto de
caerse del vaso, así que se lo quitó de la mano y lo dejó a un lado. Tom le
acarició la nariz con la suya.
—¿Quieres que te muestre
de qué acero estoy hecho?
—Lo estoy deseando
—susurró ______.
—Nunca había pensado en
ti como en Lois Lane, pero el parecido es extraordinario.
Ella puso los ojos en
blanco.
—Y yo pensando todo este
tiempo que estabas enamorado de Beatriz y ahora resulta que en realidad estabas
colado por Lois Lane. Voy a tener que cambiar el género de mis lecturas.
—No hará falta. Pero una
sesión de juegos de rol de vez en cuando podría ser interesante, señorita Lane.
—Tendremos que dar una
fiesta de disfraces por Halloween.
Tom le resiguió la
mandíbula con un dedo.
—No hace falta que
esperemos hasta entonces.
Un escalofrío recorrió la
espalda de ________ al oír su tono de voz.
—Me encantará. ¿Lo has
pasado bien en la fiesta?
—Por supuesto —respondió
él, volviendo a mirar el cielo.
Ella suspiró y recuperó
el vaso. Bebió un sorbo de agua mientras se planteaba cómo sacar el tema.
—Ha pasado algo, ¿verdad?
—Sí.
_______ esperó a que se
lo explicara, pero no lo hizo. Se levantó para dejar el vaso en la mesa y luego
volvió a acercarse a él. Se sentó a su lado y le apoyó un brazo en el vientre.
—¿Quieres hablar de ello?
Tom negó con la cabeza. Ella
suspiró decepcionada.
—La lista de cosas que no
quieres contarme no para de crecer.
—Que no hable no quiere
decir que quiera hacerte daño.
—Pero me hace daño
igualmente. —______ resopló, frustrada—. ¿Cómo puedo ser tu compañera si no me
cuentas tus cosas?
—______, te prometo que
hablaré contigo. No tomaré ninguna decisión sin consultártelo antes. Pero
necesito... aclararme antes.
—¿Y no puedes tratar de
aclararte hablando conmigo? Soy buena escuchando. Tal vez podría ayudarte.
—Lo sé. Sé que eres buena
escuchando. La mejor. Pero a veces un hombre necesita tomar decisiones por sí
mismo.
—¿Eso es idioma de
machos? ¿Es así como decís ahora «No hace falta que llenes tu preciosa cabecita
con esas cosas, cariño»?
—¿Idioma de machos? —Tom
se echó a reír y le besó la palma de la mano—. Eres adorable.
_______ se apartó y se
cruzó de brazos.
—No has elegido el mejor
momento para ser condescendiente, Tom.
Poniéndose de lado, él le
besó la arruga que se le había formado entre las cejas.
—No pretendo ser
condescendiente. Eres adorable. —Tras una pausa, la miró intensamente y añadió—:
Verte con esos niños, ver lo amable que has sido con ellos y lo cómoda que
estabas, me ha hecho darme cuenta de que tienes un gran instinto maternal.
—Ha sido un día muy
especial. Tus ponis han tenido mucho éxito.
—Tenías razón, como
siempre.
—Entonces, ¿por qué estás
tan triste?
—No puedo soportar la
idea de dejarlos allí —respondió él, sin poder esconder más su angustia.
______ lo observó
sorprendida. Si en el orfanato se había sentido así, lo había disimulado muy
bien.
—Los niños están bien
tratados. El personal los adora. Están a salvo.
—Pero no deja de ser un
orfanato.
—Sí. —_______ le apartó
un mechón de pelo de la frente y le acarició la cabeza, tratando de calmarlo.
—Sé lo que se siente
—dijo él con un hilo de voz—. Cuando mi madre murió, pasé varios meses sin
saber dónde iba a acabar. Podría haber ido a parar a un orfanato o a una
familia de acogida. O podrían haberme enviado a vivir con los parientes de ella
en Nueva York.
»Estaba en una especie de
limbo. No sabía si alguien iba a llamar a la puerta y se me iba a llevar, o si
Richard y Grace se cansarían de mí.
—Nunca habrían hecho algo
así.
—Pero yo no lo sabía.
Para mí eran extraños. Además, yo no era un buen candidato para la adopción. Mi
propio padre no quiso saber nada de mí, igual que la familia de mi madre.
Habrían dejado que un niño de su propia familia se quedara en el orfanato.
¿Entiendes que no quiera saber nada de ellos?
_____ le apoyó una mano
en la mejilla.
—Lo entiendo, pero no
estoy de acuerdo en que no fueras fácil de adoptar. Grace y Richard se encariñaron
contigo desde el primer momento.
—Si no me hubieran
acogido, ¿adónde habría ido a parar?
—Estas preguntas no te
llevan a ninguna parte. Tienes una familia que te quiere y me tienes a mí.
—Lo eres todo para mí, _______.
La belleza de sus
palabras le llegó al corazón. Se inclinó hacia él para mostrarle con un beso lo
que aquello había significado para ella. Cuando intentó apartarse, Tom se lo
impidió.
—Podríamos adoptar.
—Pensaba que querías que
tuviéramos un hijo antes.
Él apartó la vista.
—¿Qué pasa? ¿Ha cambiado
algo? —insistió ella, al notar que volvía a cerrarse.
—Los niños como Maria
merecen tener un hogar. ¡Ni siquiera habla! —exclamó muy alterado.
—Podríamos ayudar a Elena
a buscarle un hogar. Conoces a mucha gente aquí.
—¿Qué me dices de
nosotros?
—¿Qué pasa con nosotros?
—¿Por qué no la adoptamos
nosotros?
_______ lo miró a los
ojos y descubrió, asombrada, que hablaba en serio.
—Cariño, no somos buenos
candidatos para adoptar una niña tan pequeña.
—Nos queremos y la
querríamos a ella. Tenemos una casa con jardín. Hablamos italiano.
—Maria es una niña con
necesidades especiales y nosotros seríamos padres primerizos. Me preocupa mucho
equivocarme.
Tom se sentó bruscamente.
—¿Cómo vas a equivocarte?
Eres la bondad y la amabilidad personificadas. Los niños se sienten atraídos por
ti.
—No estoy preparada.
—Pero ¿y si tuvieras
ayuda? La facultad me debe un año sabático. Fue una de las condiciones que puse
cuando dejé Toronto.
______ lo miró incrédula.
—¿Usarías tu año sabático
para quedarte en casa conmigo y un crío pequeño?
—¿Por qué no? Los niños
no están despiertos todo el rato. Podríamos turnarnos. Reconoce que tener un
par de manos más en la casa haría las cosas más fáciles.
—Ninguno de los dos tiene
demasiada idea de cuidar niños.
—Tenemos a Rebecca.
Ella se echó a reír.
—Rebecca es maravillosa,
pero es la asistenta, no la niñera. Sus hijos ya son mayores. No creo que
quisiera ayudarnos con uno tan pequeño.
—Creo que si hablaras con
ella te sorprenderías. De hecho, ella misma se ofreció a ayudarnos si algún día
teníamos un bebé.
______ se apartó de él.
—¿Ya lo has hablado con
Rebecca?
Él levantó las manos en
señal de rendición.
—No, pero antes de
casarnos, me dijo un día que esperaba quedarse mucho tiempo con nosotros; el
tiempo suficiente como para vernos formar una familia.
Tom frunció el cejo y
calló un momento antes de continuar:
—No soy el enemigo, _______.
No estoy constantemente buscando maneras de sabotear tu vida académica. Ni tu
vida en general.
Ella agachó la cabeza.
—Lo siento. Es que tengo
la sensación de que cualquier cosa me hará perder la concentración y no
aprobaré.
—Creo que es lo más
honesto que has dicho nunca.
_______ levantó la cabeza
y lo miró entornando los ojos.
—¿Qué quieres decir con
eso?
—Pues quiero decir,
cariño, que te preocupa fracasar. Aunque haya tanta gente dispuesta a ayudarte
para evitarlo. Incluidos Rebecca y yo.
Ella empezó a protestar,
pero él la interrumpió:
—Sentir inquietud antes
de formar una familia es normal, pero creo que te sentirías insegura igualmente,
aunque no hubiéramos hablado de hijos. Y eso tiene más que ver con la imagen
que tienes de ti misma que con el programa de estudios.
______ abrió mucho los
ojos.
—Yo... No, no es verdad.
—Lo es. Lo sé porque yo
me sentía igual cuando estaba en Harvard. Creo que todo el mundo que tiene una
acusada conciencia de su propia identidad siente esa preocupación. —Poniéndole
la mano en la nuca, la atrajo hacia él—. Puedes hacerlo, _______. Creo en ti.
Ella sintió que se le
llenaban los ojos de lágrimas y, casi sin darse cuenta, se encontró entre sus brazos.
Tom le dijo al oído:
—Me gustaría que Maria
viniera a casa con nosotros. De hecho, me gustaría que nos los lleváramos a
todos. Pero tus estudios son sólo tuyos. Es algo que vas a tener que hacer a tu
manera.
—¿Por eso no me cuentas
lo que te preocupa?
Tom soltó el aire con
fuerza.
—No. Aún sigo dándole
vueltas.
—Sin mí.
—Te lo contaré cuando lo
tenga más claro. Como te dije en Umbría, no haré nada sin
consultártelo antes.
Necesito un poco más de tiempo.
________ negó con la cabeza,
pero prefirió no volver a discutir con él.
—¿Seguirás yendo al Hogar
Italiano para Huérfanos?
—Sí, claro. Me necesitan.
Les he prometido a los mayores que si aprueban el instituto con sobresaliente
de media les pagaré el viaje a Italia.
—Ya estás cambiando la
vida de esos chicos. Deberías sentirte orgulloso de ti mismo.
Él esbozó una sonrisa
ladeada.
—¿Estás segura de que no
estás preparada para adoptar? La querríamos mucho —insistió, con la mirada
cargada de emoción.
_____ recordó las
imágenes de ese día. Vio a Tom con Maria y con los demás niños y deseó de todo
corazón darle lo que pedía, pero sabía que no sería correcto.
—Lo sé, pero como la
queremos, hemos de buscar lo que sea mejor para ella. Y lo mejor para ella es
que se quede con una familia de aquí. No con una pareja de americanos recién
casados que aún no tienen las ideas claras. Tendrías que dejar de fumar.
—Eso no supondría ningún
problema. — La miró con atención—. Estás preocupada por las drogas, ¿me
equivoco?
_______ se removió
inquieta mientras él la observaba.
—No parece que confíes
mucho en mí.
—Confío totalmente en ti,
pero no puedo evitar acordarme de mi madre y de sus numerosas recaídas.
Tom se soltó de su
abrazo.
—Bueno, pues yo no tengo
ninguna intención de recaer.
—Bien.
—Tal vez deberíamos
hablar de tus recaídas. El mes pasado te enfrentaste a una dificultad y le pediste
consejo a Paul.
Los ojos de ______
lanzaron chispas.
—No vuelvas a echármelo
en cara. Me disculpé, ¿ya lo has olvidado?
—Tienes razón, lo siento
—se excusó él secamente.
—¿Estamos manteniendo una
conversación sincera o sólo estás tratando de manipularme?
Tom la miró con disgusto.
—Es una conversación
sincera. Siento haber metido a Paul en esto.
______ suspiró.
—Entiendo que es difícil
ver a los niños en el orfanato y tener que dejarlos ahí. A mí también me cuesta.
Pero si nos lleváramos a Maria ahora, no sería lo mejor para ella.
—Ese orfanato está muy
bien, pero no es lo mismo que vivir con una familia.
—Precisamente por eso no
debemos adoptarla.
—Ésta no es la _____ que
conozco. —Tom se levantó.
—Oh, sí. Sí que lo es.
—La _______ que conozco
se quitaría el abrigo para dárselo a un pobre.
Ella dio un paso hacia
él, con la cara roja de rabia.
—Me quitaría toda la ropa
que llevo para dársela a Maria. Pero quiero que esté con una familia estable y
con experiencia en tratar con niños. Está traumatizada. Llevarla a un lugar
desconocido, donde no entiende el idioma, lejos de sus amigos y de todo lo que
le resulta familiar no puede ser bueno para ella. Estaríamos haciéndole más
daño. Y no pienso consentirlo.
»No me importa que
pienses que soy una zorra despiadada, o cualquier otra cosa que se te pase por
la cabeza.
Y con una mirada cargada
de reproche, entró en la habitación.
—¡Joder! —gritó Tom,
cogiendo el vaso de agua y arrojándolo lejos.
El cristal se hizo añicos
contra el suelo de la terraza. Desde lejos, le llegó el ruido de la puerta del
baño cerrándose de golpe. Apoyando las manos en la barandilla, se echó hacia
adelante y dejó caer la cabeza.
CAP
34.-
Agosto de 2011
Washington, D. C.
Simon, el hijo del
senador Talbot, se levantó y se subió rápidamente los vaqueros.
—¿Dónde está mi polo?
—preguntó, mirando a su alrededor, sin ver el polo azul cielo que combinaba
perfectamente con el color de sus ojos.
—En la silla. —Su novia,
Natalie, se sentó, sin molestarse en taparse con la sábana.
Como siempre, los ojos de
Simon se fueron directos a sus pechos, que ella se había operado el año
anterior. Apoyó una rodilla en la cama.
—Dios, cómo me alegro de
haber comprado estos dos. —Bajó la cabeza y se metió un pezón en la boca,
succionándolo con fuerza antes de morderlo.
—Ven —lo animó ella,
tocándolo por encima de los pantalones, pero Simon se alejó.
—Tengo que irme. Te
llamaré. —Encontró el polo y se lo puso antes de sentarse para ponerse los calcetines
y los zapatos.
—¿Cuándo volveré a verte?
Natalie se arrodilló tras
él y le besó el cuello. Le recorrió la mandíbula con un dedo, deslizándolo sobre
las cicatrices que le habían quedado tras su único pero violento encuentro con Tom
Kaulitz. Él la apartó sacudiendo los hombros.
—Estate quieta.
—Lo siento. —Se sentó
sobre los talones, arrepentida—. Apenas se notan. Nadie las ve. Y a mí me
parece que te dan un aire de tipo duro.
Simon se volvió hacia
ella y le dirigió una mirada glacial.
—¿Cuándo volveré a verte?
—insistió Natalie, ladeando la cabeza.
—De momento, no.
—¿Por qué no?
—Tenemos que dejar
enfriar las cosas.
—Pero si todo va muy
bien... Trabajo para tu padre, ¡por el amor de Dios!
—Pero mi padre piensa que
nuestra relación no es nada serio. Ésa fue la condición que puso para aceptarte.
No puedo permitir que alguien me vea entrando o saliendo de tu apartamento. La
gente nos observa.
—Pues podemos quedar en
un hotel. —Trató de agarrarlo del brazo, pero sólo encontró aire.
Simon se dirigió a la
puerta del dormitorio.
—Mi padre me ha pedido
que invite a cenar a la hija del senador Hudson.
—¿Qué? —exclamó Natalie,
levantándose de un salto y plantándose ante él desnuda, con los ojos verdes
brillando furiosos y sus rizos pelirrojos alborotados.
Simon le agarró la nuca
con una mano.
—No te pongas histérica.
Natalie se estremeció al
notar la frialdad de su voz.
—No, no lo haré. Lo
siento.
Él le acarició el cuello
con el pulgar.
—Bien, porque no me gusta
que te pongas histérica.
Bajó las manos y le
agarró el culo.
—Sólo es una cena. Acaba
de terminar el primer curso en la Universidad de Duke y ha venido aquí a pasar
las vacaciones. Saldremos a cenar y espero convencerla para que hable bien de
mi padre. Todas las ayudas son bienvenidas.
—¿Te la tirarás?
Simon resopló.
—¿Me tomas el pelo?
Seguro que es virgen. Ya tuve más que de sobra de esa mierda con ______.
Ella arrugó la nariz al
oír el nombre de su antigua compañera de habitación.
—¿Qué te hace pensar que
la hija de los Hudson sea virgen?
—Su familia es muy
religiosa. Son sureños. No lo sé, pero me lo imagino.
—_______ también era
religiosa y eso no le impidió comértela —le recordó Natalie, cruzándose de
brazos.
—Deja a ______ fuera de
esto. No necesito que el gilipollas de su novio me complique más la vida.
—Es el gilipollas de su
marido actualmente.
—Me importa una mierda lo
que sea. Ya lo sabes. —La atrajo hacia él con violencia—. No vuelvas a
mencionar a ninguno de los dos.
—¿Y cómo crees que me
siento? El padre de mi novio le ha organizado una cita con una santurrona
porque piensa que yo soy una puta.
Él le agarró el trasero
con las dos manos.
—Por fin vamos por buen
camino. Sólo tenemos que esperar a que pasen las elecciones.
—Oh, soy muy buena
esperando. —Natalie se dejó caer de rodillas ante él y le desabrochó los vaqueros—.
Pero creo que necesitas que te recuerde a quién estás dejando.
Hellooo!!! esa nathalie es una zorra!!! ush!!! otra odiada xD ... ¿que les parecieron los caps? ¿No se les hizo tierno ver a tom con niños? comenten .... 4 o mas y agrego mañana ... hasta pronto :))
Pobre Mariaa!! Tan linda..
ResponderBorrarQue escondeTom?!! Yo muero de la curiosidad!! .. Han peleadoo :/
Aqui todas resuelven sus problemas con mamadas. Primero Paulina a Tom y agora Natali hahahajha.
Siguelaa Virgi :)
Que tierno tom *-* con Maria
ResponderBorrarQue sera lo que le pasa a tom están peliando mucho me mata la curiosidad ahahaha
Siguela pronto :)
Ojala y adopten a Maria y despues tengan a su bebe *.* y tambien que el hermajo de _____ se mejore y pueda nacer bien :3 siguela muy pronto
ResponderBorrarpense que tn aceptaria a maria :O ojala terminen adoptandola
ResponderBorrarsube pronto :)
Estuvo genial y Tom tan tierno con los niños, pero no me gusto la discusión entre (Tn) y Tom :( espero q se reconcilien y esa Nathalie es una zorra me cae mal.. espero los próximos caps :(
ResponderBorrar