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sábado, 20 de septiembre de 2014

.- LA REDENCION DE TOM .- CAPITULOS 44º 45º Y 46º

Una disculpa por no haberles agregado pero estos dias no tuve internet ... pero aqui estan los caps ... disfrutenlos ... ya saben 4 o mas y agrego sino no ... Adios :))

CAP 44.-
9 de octubre de 2011
Durham, Carolina del Norte

April Hudson salió de su bloque de pisos con la intención de ir al campus en coche, pero un hombre cargado con un ramo de rosas se interpuso en su camino.
—Hola —la saludó sonriendo.
—¡Simon! —April corrió hacia él y le echó los brazos al cuello—. ¿Qué haces aquí? —exclamó.
—He venido a verte. Y a darte esto. —Acto seguido, le ofreció la docena de rosas rojas de tallo largo que llevaba en la mano izquierda.
—Son preciosas, ¡gracias! —La joven dio un par de saltitos antes de volver a abrazarlo.
Simon se echó a reír ante la exuberancia de la joven y le devolvió el abrazo, enterrando la nariz en su larga melena rubia.
—Tenía miedo de no volver a verte. ¿Quieres entrar? —le susurró al oído.
Cuando Simon asintió, ella le mostró el camino hacia el ascensor.
—Me encantan. —Mientras subían, se llevó las rosas a la cara, aspirando su aroma—. Esta vez son rojas. La primera vez que salimos me trajiste rosas blancas.
—El blanco simboliza la virginidad —dijo él, alargando la mano para acariciarle la melena lisa—. Ya no es adecuado.
Ella se encogió como si la hubiera golpeado y le devolvió las flores inmediatamente.
Simon iba a preguntarle qué le pasaba, pero las puertas del ascensor se abrieron en ese momento y, rodeando a Simon, April se dirigió rápidamente a su apartamento, haciendo resonar los tacones en el pasillo.
—¿April? ¡Espera! —Echó a correr tras ella.
La chica sacó las llaves de la mochila y abrió la puerta. Luego trató de cerrársela en las narices.
—Espera un momento. —Simon apoyó la mano plana en la hoja para impedirlo.
—No hacía falta que vinieras hasta aquí y me regalaras flores sólo para burlarte de mí. Ya sé que ya no soy virgen. No necesito que me lo recuerdes.
—¿De qué hablas? No he venido a burlarme de ti.
—¿Ya se lo has contado a todos tus amigos? Seguro que se han reído a gusto a mi costa. Sacas a cenar a la chica cristiana un par de veces y ella se entrega como si fuera el baile de graduación.
—No fue eso lo que pasó. —Simon la miró muy seriamente.
—Después de pasar el fin de semana juntos no volviste a ponerte en contacto conmigo. No me has llamado ni me has enviado ningún mensaje. Llega el fin de semana y te plantas en mi puerta. ¿Soy tu rollo de fin de semana?
—Por supuesto que no, si me dejaras explicarme...
—No soy el rollo de fin de semana de nadie, Simon. Coge tus flores y vuélvete a Washington. No puedo evitar que vayas fanfarroneando por ahí, pero te agradecería que me dejaras que se lo contara a mis padres antes. No quiero que se enteren leyendo el periódico de que me emborraché y me acosté contigo en la segunda cita.
Trató de cerrar la puerta una vez más, pero él volvió a impedírselo.
—Por favor, dame un minuto. ¿Puedo entrar?
—No.
Inclinándose hacia ella, susurró:
—He venido porque me apetecía verte. Y he elegido rosas rojas porque he pensado que te gustarían.
April se aferró a la puerta con fuerza, pero no dijo nada.
—Deja que te invite a comer y hablamos. Si no te gusta lo que tengo que decirte, me volveré por donde he venido y no te molestaré más.
Los ojos verdes de April lo miraron con desconfianza.
—¿Qué pretendes?
—Nada. Me gustas.
—¿Eso es todo?
—Eso es todo. ¿Te parece poco?
—¿Y qué pasa con tu padre y la campaña presidencial?
Simon abrió mucho los ojos. Lo había pillado por sorpresa. Tras unos instantes, respondió:
—Mi padre me pidió que te invitara a salir. A partir de ahí, me olvidé de la política.
—No te creo —repuso ella en voz muy baja, como si estuviera a punto de echarse a llorar.
—Confía más en ti misma, April. Eres bonita y muy dulce. No te habría invitado a ir a los Hamptons ni a tomar mojitos sólo por la política.
Ella alzó una ceja, incrédula.
—Lo digo en serio. Y ahora pon esas flores en agua y vamos a comer —insistió Simon con una sonrisa.
April dudó, mirando las flores.
—De acuerdo. —Abrió la puerta para dejarlo entrar—. Pero nada de mojitos esta vez.
—Palabra de scout —dijo él, saludándola marcialmente antes de seguirla.

NOTA: COSITAAAA!!! ME PARECE QUE SIMON SE ENAMOROOOOO!!! ¿Qué OPINAN?

CAP 45.-
Cuando el puente del Día del Trabajo llegó a su fin, ______ y Tom volvieron a Cambridge para el inicio del año académico. Él iba a dar un curso y un seminario para alumnos de doctorado en la Universidad de Boston, mientras _____ seguiría con su formación en Harvard. La segunda semana de octubre, Tom fue a la consulta de un reputado urólogo. No quiso que su mujer lo acompañara, ya que la visita coincidía con una de sus clases, así que fue solo. Cuando volvió a casa a la hora de la cena, ella lo asaltó:
—¿Y bien?
—Buenas noches a ti también. —Tom le rozó los labios en un beso y la miró curioso—
Todavía me cuesta acostumbrarme a verte con gafas —dijo, tocándole la montura de carey.
Ella se las tocó, algo avergonzada, y luego se las quitó.
—Sólo las necesito para leer. O eso es lo que dijo el oculista.
—Pareces una bibliotecaria sexy. De hecho, creo que deberíamos llevarlas al estudio y usarlas para una nueva sesión de sexo de escritorio.
Ella se echó a reír.
—No vas a distraerme hablando de sexo, profesor Kaulitz. Quiero que me cuentes todo lo que te ha dicho el médico.
La sonrisa de Tom perdió brillo.
—¿Y si te prometo orgasmos múltiples? —susurró, agarrándole la muñeca y llevándosela a la boca. La besó y le dio un mordisquito.
______ tragó saliva con dificultad.
—Suena... muy bien. Pero sigo queriendo que me cuentes qué te ha dicho el médico.
Él avanzó, haciéndola retroceder hacia la mesa de la cocina.
—¿Y si te prometo sexo en la mesa de la cocina como nunca lo has experimentado antes?
Arrinconándola contra la mesa, le separó las piernas para colocarse entre ellas.
______ le acarició la mejilla.
—Te diré que me estás asustando, porque estás tratando de distraerme con sexo para no contarme lo que ha pasado en el médico. Por favor, dímelo.
Tom se apartó de ella y se dejó caer pesadamente en la silla más cercana.
—¿Has preparado algo? ¿O Rebecca?
—Rebecca ha dejado una lasaña—respondió _______, acercándose a la nevera para sacar una CocaCola. La sirvió en un vaso con hielo y se la ofreció—. Espero que tengas hambre.
—El médico no está seguro de que vaya a funcionar. —Tom dejó el vaso en la mesa
bruscamente.
—Oh, cariño. —_______ se sentó delante de él y le apoyó la mano en el antebrazo.
—Cree que si la operación no funciona, podríamos recurrir a la inseminación artificial, pero tendrían que analizarme el esperma para ver si aún es viable. Cuando tenga los resultados decidiremos si merece la pena programar la operación o no. Me harán la prueba la semana que viene.
—¿Y?
—Aunque llevemos a cabo la intervención, las posibilidades de éxito son muy pocas. —Tom se aclaró la garganta—. Me operaron hace diez años, por lo que la posibilidad de embarazo se reduce a un treinta por ciento. Mientras he podido generar anticuerpos, tejido fibroso y un bloqueo secundario.
—No pensaba que fuera a ser tan complicado.
Él se frotó los ojos con las manos.
—Es mucho más complicado de lo que imaginaba. Pero le agradezco al médico que haya sido tan detallado en sus explicaciones. ¡Ah! y me ha prohibido fumar.
—Eso es bueno. Y si te sometes a la operación, ¿cuándo sabremos si ha tenido éxito?
—Dice que depende. Puede tardar de unos tres meses a un año —titubeó antes de añadir—: O nunca.
_______ se sentó en su regazo y lo abrazó.
—Lo siento, Tom. Ojalá hubiera ido contigo.
—Tal vez no estabas físicamente, pero te sentía a mi lado. —Le dirigió una sonrisa triste.
—Si la producción de esperma no se ha visto afectada, podríamos probar la inseminación artificial. Si queremos, recogen esperma antes de la operación y lo congelan. —Jugueteó con el pelo de ella—. El médico ha sugerido que tú también te hagas una revisión, para descartar algún posible problema de fertilidad por tu parte.
_______ hizo una mueca. Él la miró ladeando la cabeza.
—¿Ves algún inconveniente?
—No. No me gustan esas revisiones, pero entiendo que sería necesario. Además, ya me toca ir.
—Lo peor de todo es que el médico ha dicho que tendríamos que pasar tres semanas de abstinencia después de la operación. Me ha advertido que no podría eyacular durante al menos tres semanas.
______ abrió los ojos como platos.
—¿Tres semanas? Scheisse.
—Exacto. ¿Sigues queriendo que lo hagamos?
—No me gusta la idea del celibato obligado durante tres semanas. —Se estremeció sólo de pensarlo—. Pero he pasado mucho más tiempo célibe antes.
—Cierto. —Tom sonrió travieso—. Será una nueva experiencia para los dos: celibato marital. ¿Quién se iba a imaginar que existía algo tan horrible?
—Yo desde luego, no. Excepto, ya sabes, una vez al mes.
—Por cierto, vamos a tener que organizarnos para que las tres semanas coincidan con tu período, porque, si no, serán cuatro semanas.
—Piensas en todo, Profesor.
Los ojos de Tom parecieron oscurecerse.
—Tengo mis necesidades.
______ presionó el pecho contra el suyo, juntando sus labios hasta que se rozaron.
—Igual que yo, Profesor. Y estoy segura de que podremos ocuparnos de algunas de esas necesidades sin poner en peligro tus partes afectadas.
—¿Partes afectadas?
—Me ocuparé de ti y de todas tus partes. Vas a necesitar una enfermera.
Tom le deslizó las manos por la espalda hasta detenerse en sus nalgas.
—Me gusta cómo suena eso. Enfermera, bibliotecaria, estudiante, profesora... Tus talentos no tienen fin.
—No. De hecho, tengo otra identidad secreta.
—¿Ah, sí?
Ella le acercó los labios al oído.
—También soy Lois Lane.
—Voy a tener que ir a buscar el traje de Superman a la tintorería.
—¡Feliz Navidad, _______! —se dijo a sí misma.
—Lo será —susurró él, dirigiéndole una mirada ardiente—. Entonces, para que quede todo claro, iremos a hacer las visitas que hagan falta y seguiremos adelante con el proceso. ¿Sí?
—Sí.
—Y no empezaremos a intentar tener un hijo hasta que acabes el doctorado. Todo esto son trámites... preliminares.
_______ sonrió y lo besó en los labios. Luego decidieron que la cena podía esperar y celebraron sus decisiones con una ronda de sexo en la mesa de la cocina. Tom simuló ser Superman que volvía a casa después de una dura jornada luchando contra el crimen. (Debe quedar constancia de que el sexo en la mesa de la cocina entre superhéroes todavía es mejor que el sexo en la mesa de la cocina entre personas normales y corrientes.)

Más tarde, _______ y Tom estaban sentados en el suelo del dormitorio, revisando las cajas de Sharon. Encontraron álbumes de fotos con fotografías de ______ cuando era un bebé y más mayorcita. Encontraron también juguetes y la pulsera que le habían puesto a ______ en el hospital cuando nació. La sorprendió que su madre hubiera guardado todos esos recuerdos. Pero todavía se sorprendió más al encontrar una foto de sus padres el día de su boda, junto a varias otras de cuando eran novios. Había incluso algunas fotos familiares de antes del divorcio. En otra caja encontraron bisutería, pañuelos de cuello y fotos de Sharon con distintos hombres.
Julia dejó esas fotos en el montón de tirar casi sin mirarlas. Por lo que Tom sabía del comportamiento de la mujer cuando estaba con esos hombres, no le extrañó que _______ quisiera destruir esos recuerdos.
—_______, ahora tienes tu propia casa. Tienes una nueva vida. —Le acarició los nudillos con un dedo.
—Lo sé —replicó ella con una sonrisa no muy convencida.
Buscó el anillo de compromiso de su madre y el de boda, pero no los encontró. Supuso que ésta los habría empeñado. No recordaba habérselos visto puestos en los últimos años. Si había esperado encontrar algún tipo de respuesta, la realidad la decepcionó una vez más. Nada en aquellas cajas ofrecía información sobre por qué la adorada niñita se había convertido en una presencia molesta en la casa. Nada explicaba por qué el alcohol y el sexo se habían vuelto más importantes que una persona que era carne de su carne y sangre de su sangre.
—¿Cariño? —La voz de Tom interrumpió sus pensamientos.
—Una vida entera. Tres cajas. Qué desperdicio.
Él le acarició la espalda para consolarla.
—¿Por qué no me quería? —A ______ se le quebró la voz.
Tom sintió que se le rompía el corazón. Se sentó detrás de ella y la abrazó con fuerza.
—Ojalá tuviera la respuesta, pero sólo puedo decirte que te entiendo, _______. Te entiendo.
—Me cuesta tanto creer que pudiera quererme alguna vez...
—Conservó las fotografías. Es evidente que, cuando naciste, te quería mucho. Se ve en su cara. Y durante los primeros años te siguió queriendo.
—Pero luego decidió que quería más al alcohol.
—Eso no era amor. Era una adicción.
—No es que no sienta compasión por ella, Tom, pero es que no me entra en la cabeza que alguien ponga el alcohol y los hombres por delante de su hija.
Tom le apretó la mano.
—Porque no es correcto. No debería ser así. Pero las adicciones son algo terrible. Por desgracia, sé de lo que hablo. Es una suerte que no puedas imaginártelo; eso significa que no has pasado por ello. Estoy seguro de que tu madre quiso dejarlo en alguna ocasión.
—Sí, fue a rehabilitación varias veces.
—Sin la ayuda de Dios, yo habría acabado como ella —susurró Tom. Al ver que _______ permanecía en silencio, siguió hablando—: Es culpa mía. Insistí en que debíamos buscar información sobre nuestros padres y mira...
—No eres tú quien me hizo daño. Supongo que fui una idiota al pensar que encontraría alguna respuesta en estas cajas. Si mi padre no las tiene, ¿cómo iba a encontrarlas yo en un montón de trastos viejos?
—Tus juguetes no son trastos viejos. Enmarcaremos las fotos y colocaremos los juguetes en una estantería. Algún día, cuando tengamos una niña, podrás enseñarle lo guapa que era su madre de pequeña.
______ escondió la cara en el hombro de Tom.
—Gracias.
Tras abrazarla con fuerza, la ayudó a guardar las cosas en las cajas.

CAP 46.-
—Disculpe, ¿podría repetirlo? —______ estaba mirando a su ginecóloga con los ojos muy abiertos.
Era la tercera semana de octubre y acababa de someterse a sus exámenes ginecológicos. Se suponía que era un trámite para descartar posibles problemas de infertilidad. Pero los comentarios de la doctora indicaban que el examen no había tenido nada de rutinario.
—Quiero que te hagas una ecografía. Mi secretaria se pondrá en contacto con el centro radiológico del hospital Mount Auburn para concertar la cita. Que te la hagan inmediatamente. Lo apuntaré en la petición —añadió, escribiendo rápidamente en el historial médico de _______.
Ella sintió que se le encogía el estómago.
—Entonces, ¿es serio?
—Potencialmente serio. —La ginecóloga dejó de escribir y la miró a los ojos—. Ha sido una suerte que vinieras a visitarte ahora. He encontrado algo en uno de tus ovarios. Quiero saber de qué se trata. Ve a hacerte la ecografía. El radiólogo te hará un informe y a partir de ahí veremos lo que hay que hacer.
—¿Cáncer? —_______ casi no se atrevía a pronunciar la palabra.
—Es una posibilidad. O también podría ser un quiste benigno. Pronto lo sabremos. —La doctora Rubio siguió escribiendo—. No te saltes la ecografía. Es importante que sepamos de qué se trata cuanto antes.
______ permaneció inmóvil. Sólo podía pensar en Grace.

—Cariño, estoy en pleno seminario. ¿Puedo llamarte cuando acabe? —preguntó Tom en voz baja cuando cogió la llamada.
—Oh, lo siento. Me había olvidado. Nos vemos en casa.
______ estaba aturdida, tratando de no llorar. Al otro lado de la línea oyó pasos y una puerta que se cerraba.
—He salido al pasillo. ¿Qué pasa?
—Voy de camino hacia casa. Nos veremos allí. Por favor, pide disculpas a tus alumnos de mi parte.
Colgó antes de echarse a llorar. La voz de Tom, tan paciente y cariñosa, le hizo perder el control de sus emociones. Acababa de esconder la cara entre las manos cuando el teléfono volvió a sonar. No tuvo que mirar la pantalla para saber quién llamaba.
—Ho... ¿Hola?
—¿Qué ha pasado?
—Te lo contaré a la hora de la cena —respondió ella entre sollozos.
—No, vas a contármelo ahora o cancelaré el seminario e iré a buscarte. Me estás preocupando.
—La doctora ha encontrado algo durante el examen.
Tom permaneció en silencio unos momentos. Luego inspiró hondo.
—¿Qué es lo que ha encontrado?
—Todavía no lo sabe. Tengo que hacerme una ecografía en el hospital Mount Auburn lo antes posible.
—¿Estás bien?
—Sí. —______ mintió lo mejor que pudo.
—¿Dónde estás?
—Volviendo a casa dando un paseo.
—Quédate donde estás. Voy a buscarte.
—Pero tendrás que anular el seminario.
—No podría concentrarme sabiendo que estás sola y llorando. Quédate donde estás. Te llamo en un minuto.
—Estoy bien. Sólo es la impresión.
—No estás bien. Dame un minuto.
—Ya casi estoy en casa. Nos vemos allí.
Cortó la llamada.
Maldiciendo entre dientes, Tom abrió la puerta del aula y canceló la clase.

Mientras esperaban a que llegara el día de la ecografía, Tom recibió una llamada de su urólogo. Al parecer, su producción de esperma era normal. El profesor Kaulitz era gloriosamente fértil.(Entre paréntesis, debe destacarse que él nunca dudó de su fertilidad.) Sin embargo, el alivio quedó apagado por la intranquilidad que sentía por ______. Aunque exteriormente trataba de poner buena cara para no preocuparla, por dentro estaba muy asustado. ______ era joven y estaba sana. Claro que Grace también era joven y sana antes de ponerse enferma. Tenía cáncer de mama y habían tardado un tiempo en diagnosticárselo. Tom era un hombre fuerte y tan viril que no solía sentirse nunca impotente. Pero contemplar a su amada esposa dar vueltas por las noches en la cama lo hacía sentir indefenso. Ella era luz, vida, amor y bondad. Y era posible que estuviera muy enferma. Cerró los ojos y rezó.
—¿Cariño? —La voz de _______ le llegó en la oscuridad.
—¿Sí?
—Quiero que me prometas una cosa.
Él se volvió de lado para verla mejor.
—Lo que quieras.
—Prométeme que, si me pasa algo, te cuidarás.
—No digas esas cosas —contestó de forma más brusca de lo que habría querido.
—Lo digo en serio, cariño. Ya sea pronto o cuando sea una ancianita arrugada de pelo gris, quiero que me prometas que seguirás en la senda que has iniciado. Que serás un buen hombre, que vivirás una buena vida y que tratarás de encontrar la felicidad.
Tom sintió que las emociones se le agolpaban en la garganta, impidiéndole respirar.
—No encontraré la felicidad si no estás conmigo.
—Encontraste la paz sin mí —susurró ella—. Encontraste la paz en Asís. Podrías vivir sin mí. Ambos sabemos que podrías.
Él le apoyó una mano en el vientre y le acarició la piel desnuda.
—¿Cómo puede nadie vivir sin corazón?
Ella le cubrió la mano con la suya.
—Richard lo hace.
—Richard no es más que un caparazón hueco; una sombra de lo que fue.
—Quiero que me lo prometas. Creo que has exagerado tanto al ponerme en un pedestal, que si me pasara algo temo lo que pudieras hacer...
—Siempre tendré que luchar contra las adicciones, _______, pero no creo que vuelva jamás a mi vida anterior. —Con un hilo de voz, añadió—: Si lo hiciera, estaría realmente solo.
—Te prometo que, desde donde esté, haré todo lo que pueda por ayudarte. —Su voz era un susurro desesperado.
—Estoy convencido de que lo harías. Si tú fueras san Francisco y yo Guido da Montefeltro, vendrías en busca de mi alma, ¿verdad?
—Te lo juro, aunque no creo que tu alma esté en peligro.
Tom le acarició la mejilla con el pulgar.
—Ya basta de esta conversación tan dramática. Si necesitas que te lo prometa para quedarte tranquila, te lo prometo. Pero no te atrevas a dejarme solo.

_______ asintió, relajándose.

4 comentarios:

  1. Queeee no puedo creerlo (Tn) enferma??? hay no q triste y pobre de Tom :( eso no puede ser posible y Tom es fértil osea q si puede tener hijos pero q pasara con (Tn) :S me dejaste asi virgi :(:( estoy muy intrigada sube pronto los próximos caps :(

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  2. Ay nooo (tn) no puede tener cánce!! Nooo.. No estará embarazadaaa??!!

    O.o Yo también creo que Simin esta enamoradoo..

    Siguelaaa ;)

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  3. o dios :O no tn no puene tener nada mal (eso espero )
    siguela pronto :)

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  4. que no puede ser tn no puede tener nada malo :O
    woo sube pronto :)

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