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lunes, 27 de octubre de 2014

.- LA REDENCION DE TOM .- CAPITULOS 76º 77º Y 78º

CAP 76.-
Durham, Carolina del Norte

April Hudson entró en su bloque de pisos un lunes por la tarde y se detuvo a recoger el correo. Acababa de regresar de un fin de semana romántico en los Hamptons con su prometido, Simon Talbot. Suspiró al acordarse de él. Era alto, rubio y muy guapo. Era listo y pertenecía a una buena familia. Y las cosas que le hacía... Los Hamptons era un lugar con un gran valor sentimental para los dos. Era donde ella le había
entregado su virginidad y donde él le había pedido que se casaran. (No el mismo fin de semana, se entiende.) Mientras revisaba el correo, su mente era un feliz remolino de planes de boda y de recuerdos del fin de semana. Simon la había tratado muy bien. Y ya no se sentía culpable por acostarse con él, porque iban a casarse. Se despertaría a su lado cada mañana, para siempre. (Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se fijó en el ex marine de Filadelfia que estaba sentado en un coche oscuro al otro lado de la calle, observándola mientras recogía las cartas. Desde luego, no tenía ni idea de que el ex militar se estaba asegurando de que nadie perjudicara a su sobrina
ni al hijo que ésta iba a tener.) Al fondo del buzón encontró un sobre manila. Llevaba su nombre, pero no dirección, ni sello, ni remitente. Sorprendida, entró en el ascensor para subir a su piso. Una vez allá, cerró la puerta, soltó el equipaje y se dejó caer en el sofá de un salto. Abrió el sobre y se sorprendió al ver que contenía un montón de fotos de gran tamaño, en blanco y negro. Todas estaban fechadas el 27 de septiembre de 2011. Empezó a notar un extraño zumbido en los oídos, así como el ruido de las llaves, que se le habían caído al suelo. En las fotos se veían dos cuerpos entrelazados en una cama. La identidad del hombre era inconfundible. Era el cuerpo de Simon, sus posturas, su técnica. Pero la mujer que estaba con él no parecía una mujer. Era muy joven, más bien parecía una adolescente. Y las cosas que estaban haciendo...
April se cubrió la cara con las manos mientras un grito angustiado escapaba de sus labios.

CAP 77.-
 Washington, D. C.

Esa tarde, Simon Talbot llamó a la puerta de la oficina de su padre en la casa familiar de Georgetown. Robert, el director de campaña de su padre, lo había ido a buscar y le había ordenado que volviera a casa inmediatamente. No tenía ni idea de qué podía ser tan urgente. Aquella mañana se había despedido de April tras pasar un fin de semana tranquilo pero muy activo sexualmente. El fin de semana siguiente tenía previsto sorprenderla volando a Durham. Pronto acabaría el semestre y la ayudaría a trasladar sus cosas y su vida al apartamento de Washington, a su lado, donde tenía que estar.
—Adelante —dijo el senador.
Simon abrió la puerta y se acercó a la silla situada frente al escritorio de su padre.
—No te molestes en sentarte. Esto no nos llevará mucho tiempo —lo interrumpió el hombre, malhumorado y seco como siempre—. ¿Has visto esto? —Dejó caer un montón de fotografías, que se desparramaron por la mesa.
Simon miró la foto que le quedaba más cerca. Cogiéndola, la examinó y palideció
inmediatamente.
—¿Y bien? ¿Las habías visto antes? —repitió su padre, iracundo, elevando el tono de voz y dando un sonoro puñetazo en la mesa.
—No. —Simon volvió a dejar la foto en la mesa, lentamente, mientras un escalofrío de miedo le recorría la espalda.
—Eres tú, ¿no?
—Ah...
—¡No me mientas! ¿Eres tú?
—Sí. —Simon sintió una opresión en el pecho que le dificultaba respirar.
—¿Sacaste tú las fotos?
—No, papá, te lo juro. No tengo ni idea de quién las hizo.
Su padre maldijo en voz alta.
—Éstas son copias. ¿Tienes idea de cómo han llegado a mis manos?
Él negó con la cabeza.
—Me las ha dado el senador Hudson. Alguien le envió los originales a tu novia. Ella se lo contó a su padre, quien hizo copias y me las envió.
La opresión del pecho de Simon empeoró.
—¿April las ha visto?
—Sí. Se puso histérica. Su madre ha tenido que ir a Durham para estar con ella. Ha tenido que llevarla al hospital.
—¿A qué hospital? ¿Cómo se encuentra?
—¡Céntrate en el problema, chico, por el amor de Dios! ¿Tienes idea de lo que esto significa para la campaña?
Simon apretó los puños.
—¿No puedes olvidarte de la campaña ni por un minuto? ¿Sabes si April hizo alguna tontería? ¿En qué hospital está?
—Tenemos suerte de que los Hudson no estén interesados en hacernos chantaje. Lo único que quieren es que te alejes de su hija y la dejes en paz. La boda se ha cancelado, obviamente. Mañana harán el anuncio oficial.
Simon se sacó el móvil del bolsillo y marcó una tecla. Se llevó el teléfono al oído, pero poco después un mensaje grabado le hizo saber que ese número ya no estaba en servicio.
—Papá, puedo explicarlo. Déjame que hable con April. No es lo que ella piensa.
—¡Ni se te ocurra! —bramó su padre—. Robert ha reconocido a la chica que sale en las fotos. Era una becaria que aún estaba en el instituto y que hizo prácticas en mi oficina. ¿Es que no te das cuenta del daño que has causado? ¿Cómo has podido ser tan imbécil?
—Pero de esto hace un año. La fecha está mal. Te juro que a April le he sido fiel. La amo.
—¿La amas? —se burló su padre—. Pero no dejaste a tu puta pelirroja.
Simon dio un paso adelante.
—No es verdad. Rompí con ella. Lo digo en serio, papá. April es distinta a las demás.
El senador movió la mano en el aire como si estuviera espantando una mosca.
—Es demasiado tarde. Ella ya no quiere saber nada de ti. Y no me extraña. La chica de las fotos tenía diecisiete años y trabajaba para mí. Te acostaste con ella y la incitaste a beber y a consumir drogas. ¡Y todo está registrado en esas jodidas fotos! —Barrió la superficie de la mesa con el brazo, lanzándolo todo por los aires: fotos, bolígrafos y papeles.
—Papá, te juro que puedo arreglarlo. Déjame hablar con April.
—No. —El senador se levantó, fulminando a su hijo con la mirada—. Los Hudson quieren que la dejes en paz y eso es exactamente lo que vas a hacer.
—Pero, papá, yo...
—¡Haz lo que te mandan por una vez en la vida! —vociferó el hombre.
Simon agarró un jinete de bronce que había sobre la mesa y lo lanzó contra la pared.
—¡Eres tú el que nunca me escuchas! —exclamó—. Te pasas la puta vida gritando y dando órdenes, pero nunca escuchas. Así que jódete. Que se joda la campaña y la familia. Lo único que me ha importado en la vida es April y no pienso perderla.
Con esas palabras, salió del despacho dando un portazo. Sentado en la comisaría de Durham, Simon pensaba que era una amarga ironía. (Ya que, a diferencia de Tom, Simon no conocía el auténtico significado de la palabra «ironía».)
Había intentado hablar con April en repetidas ocasiones, pero sin éxito. Le había enviado flores y cartas, pero se las habían devuelto todas sin abrir. Le escribió emails, pero ella le bloqueó el acceso a su cuenta. Luego probó a esperarla a la puerta de su casa, pero lo único que consiguió fue que lo arrestaran. Ahora estaba sentado en una comisaría de policía, esperando enterarse de si habían interpuesto cargos
contra él. No tenía abogado y sabía que esta vez no podía contar con la ayuda de su padre. Su último arresto —tras el asalto a _______— había sido merecido. La furia se había adueñado de él y había querido hacerla sufrir. Pero con April había actuado movido por el amor. Su única esperanza en esos momentos era aceptar el arresto y declararse culpable. Tal vez más adelante pudiese arreglar las cosas. Tal vez April o su madre, que era una mujer amable y compasiva, le concedieran cinco
minutos para explicarse. No sabía quién le había hecho esas fotos. No le había contado a Natalie ese encuentro, aunque ella había estado en esa habitación de hotel otras veces. Tal vez había contratado a alguien para que lo espiara. Pero estaba convencido de que había sido Natalie la que se las había enviado a April. Era la única
que ganaba algo rompiendo el compromiso de Simon. De un solo golpe, lo había perjudicado a él, a April y a la campaña de su padre. Y la conocía. Era una zorra vengativa, muy capaz de hacer algo así. Así que, mientras esperaba a que pasara el tiempo para volver a acercarse a April y hacer las paces con ella, le haría una visita a Natalie en Sacramento. Con estas ideas en la cabeza, Simon esperaba que le comunicaran su destino legal. No tenía ni idea de que Jack Mitchell estaba sentado en su oscuro Oldsmobile a la puerta de la comisaría, pensando en su sobrina embarazada y sonriendo.

CAP 78.-
Cambridge, Massachusetts

Cuando _____ dejó por fin de sufrir mareos matutinos, desarrolló una extraña obsesión con la comida tailandesa. Su restaurante tailandés favorito estaba cerca de su antiguo apartamento en Cambridge. Insistía en que la comida de ese restaurante era la única que calmaba sus antojos, así que Tom o Rebecca se aseguraban de encargar comida para llevar casi a diario. A juzgar por la dieta de su esposa, Tom empezó a sospechar que el setenta y cinco por ciento de su masa corporal (y de la del bebé) estaban compuestas por rollitos de primavera. Así que dejaron de referirse a él (o ella) como Ralph. Tom, Rebecca y, poco después, ______ empezaron a llamarlo
Rollito de primavera. A finales de abril, los Kaulitz volvieron al hospital Mount Auburn para una nueva ecografía. Esperaban poder saber el sexo del bebé.
—Rollito de primavera es un niño —susurró ______, tratando de ignorar las molestias que le provocaba la vejiga, que estaba a punto de explotar.
—No —replicó Tom con una sonrisa—. Confía en mí. Conozco bien a las mujeres y este bebé es niña, no me cabe duda.
Ella no pudo evitar echarse a reír. Cuando la técnica que iba a realizarle la ecografía dijo su nombre, ______ apretó la mano de su marido antes de seguirla a la sala de ultrasonidos, sola. (A esas alturas Tom ya sabía que no servía de nada discutir con el personal del hospital.)
—¿Quiere saber el sexo del bebé? —le preguntó la mujer, dejando una batita sobre la camilla.
—Oh, sí, desde luego. Estamos deseando saberlo.
—Por supuesto. La dejo un momento para que se cambie. En seguida vuelvo. Me llamo Amelia. —Y con una sonrisa, salió para que ______ se cambiara.
Minutos después, su redondeado vientre estaba cubierto por un gel pegajoso. Cuando la pantalla empezó a ofrecer imágenes, ______ no podía apartar los ojos. Éstas cambiaban rápidamente y lo único que distinguía con claridad era la cabeza o el cuerpo. El pobre Rollito de primavera parecía un extraterrestre.
—Tenemos suerte —dijo Amelia, tocando varios botones para capturar imágenes—. El bebé está bien colocado y podemos echarle un buen vistazo.
_______ suspiró aliviada. Estaba muy nerviosa.
—Tomaré unas cuantas imágenes más y luego avisaremos a su marido, ¿de acuerdo?
—Gracias.
Poco después, la mujer fue en busca de Tom. Cuando entró en la habitación, se acercó rápidamente a _______, le cogió la mano y se la llevó a los labios.
—¿Y bien? —preguntó, volviéndose hacia la técnica, que se había vuelto a sentar frente a la pantalla.
—El bebé se está desarrollando correctamente. Todo está bien —respondió ella, señalando la pantalla—. Felicidades, van a tener una niña.
Una amplia sonrisa de felicidad apareció en la cara de Tom. Los ojos de ______ se llenaron de lágrimas y se cubrió la boca con la mano como si estuviera muy
sorprendida.
—Te lo dije, mamá. Conozco a las mujeres —bromeó él, dándole un beso en la mejilla.
—Vamos a tener una niña —repitió ______.
—¿Te parece bien? —preguntó Tom, preocupado.
—Me parece perfecto —susurró ella.
Tom hizo copias de las ecografías y las enmarcó, pero resistió la tentación de colocarlas fuera de la intimidad del dormitorio y del estudio.

—Ahora que sabemos que Rollito de primavera es una niña, podríamos empezar a prepararle la habitación —comentó una tarde mientras iban en el Volvo un sábado de mayo—. También tendríamos que hablar del nombre.
—Me parece bien.
—¿Por qué no piensas en lo que quieres y vamos de compras?
_______ se volvió hacia él.
—¿Ahora?
—No, ahora vamos a comer, como te he prometido, pero luego podríamos empezar a mirar cosas para la habitación. Algo que sea bonito pero funcional. Cómodo para ti y para ella, pero no demasiado infantil.
—Es un bebé, Tom. Sus cosas van a ser infantiles.
—Ya sabes a qué me refiero. Quiero que sea elegante, que no parezca un jardín de infancia.
—¡Madre mía! —______ disimuló la risa mientras se imaginaba qué iba a diseñar el Profesor para su hija. (Se imaginó algo en madera oscura y cuero color chocolate, con cortinas y cojines llenos de rombos.)
Tom se aclaró la garganta.
—He estado mirando algunas cosas por Internet.
—¿Ah, sí? ¿En qué página web? ¿La de Restoration Hardware?
—Claro que no —respondió él, ofendido—. Las cosas que venden no son adecuadas para la habitación de un bebé.
—Entonces, ¿en dónde?
Él le dirigió una mirada triunfal.
—En Pottery Barn Kids.
_______ gruñó.
—Nos hemos convertido en yuppies.
Tom la miró fingiendo horrorizarse.
—¿Por qué lo dices?
—Vamos en un Volvo y estamos hablando de comprar los muebles en el Pottery Barn.
—Para empezar, los Volvo son unos coches muy seguros y mucho más bonitos que los monovolúmenes. Y los muebles de Pottery Barn resulta que son funcionales y atractivos al mismo tiempo. Me gustaría llevarte a una tienda y así lo compruebas con tus propios ojos.
—Mientras me lleves a tomar comida tailandesa antes, no hay problema.
Esta vez fue Tom quien puso los ojos en blanco.
—De acuerdo, pero pediremos que nos la pongan para llevar y nos la tomaremos en el parque. Y yo me pediré comida hindú. Si vuelvo a ver un plato de Pad Thai en mi vida, no respondo de mis actos.
______ se echó a reír a carcajadas.

Esa noche, tarde, Tom se dirigió al dormitorio tras haber pasado un buen rato anotando cosas que iban a necesitar para la habitación de la niña. Algunas formarían parte de la lista de regalos del bebé. No habían pensado hacer una lista de ésas, y al principio a Tom le extrañó mucho la idea, pero finalmente accedieron por la insistencia de sus hermanas (Kelly y Rachel) y de Diane, Cecilia y Katherine.
(Se había disgustado un poco al enterarse de que la lista de regalos de Pottery Barn Kids no incluía libros infantiles en italiano ni en yidish.)
Al pasar junto a la cama, camino del cuarto de baño, se fijó en que los pies de ______ le asomaban por debajo del edredón. El resto del cuerpo lo tenía bien tapado.

Sonriendo, tiró del edredón para tapárselos.


4 O MAS Y AGREGO MAÑANA ... HASTA PRONTO ´:))

4 comentarios:

  1. Ayyy porque tom es tan tiernoooooo n.n que lindo que sea una bebitaa jiji sube pronto byeee

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  2. :O pobre Simon me da lastima con el pero que se le hace tarde o temprano los secretos salen a la luz, hayyyy es una niña que lindaaa me imagino que sera hermosa jeje ya me imagino a Tom todo chocho con su hija que lindo de verdad y no se equivoco :) me encantoooo virgi espero los próximos caps!!!

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  3. Ayy Virgie sigielaaa..
    Simon ahora pues .. Te toca sufrir. Subeeee


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