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domingo, 12 de octubre de 2014

.- LA REDENCION DE TOM .- CAPITULOS 66º 67º 68º Y 69º

CAP 66.-
27 de diciembre de 2011
Selinsgrove, Pensilvania

Richard, sus hijos y las parejas de éstos estaban sentados a la mesa del comedor, disfrutando del café y el postre. Rachel los estaba poniendo al día sobre el tratamiento de fertilidad.
—Sí, he empezado a tomar hormonas. Pero no me afectan tanto como la píldora. Cuando la tomaba, estaba muy sensible todo el rato.
Aaron alzó las cejas a su espalda y todos se echaron a reír al ver su expresión incrédula. Todos menos Rachel y ________.
Tom se fijó en que ésta había entornado los ojos. Luego clavó la vista en la mesa con tanta intensidad que a él no le habría extrañado ver que la madera empezaba a cambiar de color y a echar humo. De repente, _______ echó la silla hacia atrás bruscamente y salió corriendo. Tom levantó la silla y, disculpándose, subió los escalones de dos en dos tras ella. Al llegar a su habitación, la encontró rebuscando desesperada en el cajón de la mesilla de noche. Sacó el cajón del todo y volcó el contenido encima de la cama.
—¡Maldita sea! —exclamó.
—¿Qué pasa? —Tom trató de agarrarla, pero se quedó con la mano en el aire cuando ella pasó por su lado a toda prisa.
La siguió hasta el baño, donde había empezado a vaciar el neceser sobre el lavabo. Mientras iba apartando las cosas, su expresión era cada vez más disgustada.
—________, ¿qué pasa?
—No las encuentro.
—¿Qué es lo que no encuentras?
Ella no pareció haberlo oído. Tom la agarró del brazo con fuerza.
—________, ¿qué buscas?
—Las píldoras anticonceptivas.
Por un momento, él estuvo a punto de dejarse contagiar por su pánico, pero fue sólo un instante.
—Seguro que están por aquí. ¿Cuándo las viste por última vez?
Ella parpadeó y apartó la vista.
—En Cambridge —susurró.
Tom abrió mucho los ojos.
—¿Ni en Nueva York ni aquí?
—Antes de que te fueras a Nueva York tenía la regla, ¿te acuerdas? Tenía que haber empezado una caja nueva el miércoles siguiente.
—¿Y lo hiciste?
Ella negó con la cabeza.
—El miércoles fue el día que fui a verte. Tenía tanta prisa por llegar al aeropuerto que me las olvidé. Y luego, en Nueva York...
—Cariño. —Tom trató de acariciarle la mejilla, pero ella apartó la cara y se la cubrió con ambas manos.
—No me puedo creer que me haya saltado un mes entero de la píldora sin darme cuenta. ¡Soy idiota!
—No eres idiota. —Tirándole de la muñeca, le abrió los brazos y la abrazó—. Tenías prisa por reunirte conmigo en Nueva York. Y luego la llamada de tu padre nos distrajo. Has tenido muchas cosas en la cabeza.
—Menos mal que todavía no te has recuperado del todo de la operación.
Una sombra oscureció el rostro de Tom, pero pasó en seguida, como una nube errante en un día de verano.

—Por eso necesito una caja de repuesto hasta que pueda ir a mi farmacia en Boston —le aclaró ______ a la farmacéutica a la mañana siguiente.
La mujer asintió.
—No hay problema. Llamaré a tu farmacia. Será un momento. Siéntate.
—Gracias.
_______ se reunió con Tom en la zona de espera de la pequeña farmacia de Selinsgrove.
—¿Todo bien? —preguntó él, mirándola con preocupación.
—Sí. —Ella respiró hondo, aliviada—. No tardaremos mucho.
Tom se sacó el iPhone del bolsillo y apretó algunas teclas.
—¿Qué haces? —______ se inclinó hacia él.
—Mientras tú hablabas con la farmacéutica, he revisado los mensajes. Me han llamado de la consulta del urólogo.
—¿Tienes que devolverles la llamada?
—Si no te importa...
—No me importa. ¿Por qué te llamarán en mitad de las fiestas?
—No lo sé. Tenían que haberme llamado hace dos semanas con los resultados de las últimas pruebas. Supongo que no habrá habido cambios —respondió él, mustio.
—El médico dijo que podías tardar hasta un año en recuperarte. No te preocupes. —______ le cogió la mano y se la apretó.
Tom asintió y le besó el dorso de la mano antes de salir a la calle para hacer la llamada. Cuando acabó de hablar, a _______ ya le habían dado las píldoras, las había pagado y se había tomado la primera. Él se plantó ante ella, con las piernas separadas y con la vista clavada en la bolsa de la farmacia. Al levantar la cabeza, _______ se encontró con la mirada preocupada de su marido.
—¿Qué pasa?
—Vamos a casa.
Cuando ella se levantó de la silla, él le apoyó la mano en la espalda para guiarla hacia el coche.
—¿Va todo bien?
—En el coche hablamos.
Sin discutir, _______ caminó a su lado en silencio hasta llegar al Jeep que Tom tenía en Selinsgrove para cuando iban de visita.
—Me estás asustando —susurró.
—Tranquila. —Le abrió la puerta y esperó a que se aposentara para cerrarla.
Tras subir él también al coche, dejó el iPhone en el salpicadero y se volvió hacia ella.
_______ se dio cuenta de que estaba luchando para encontrar las palabras adecuadas.
—¿Son malas noticias?
—No lo creo.
—Entonces, ¿qué pasa?
Tom le cogió la mano, y le resiguió el contorno de los nudillos con el pulgar. Se detuvo al llegar al anillo de boda.
—Mírame.
Ella lo miró a los ojos con el corazón desbocado.
—No quiero que te asustes, ¿de acuerdo?
—Tom, estoy aterrorizada. Suéltalo de una vez.
Él apretó los labios.
—Me llamaban para darme los resultados de las últimas pruebas. Tenían que haberme llamado hace dos semanas, pero... encontraron una anomalía.
—¿Una anomalía?
—Los resultados eran positivos —dijo muy lentamente, sin apartar los ojos de los de ella, mientras esperaba a que procesara lo que acababa de oír.
_______ parpadeó. Varias veces.
—Entonces, ¿eres...?
—Sí.
—Pero eso es imposible. Todavía no hace ni tres meses de la operación.
—Lo sé. Repitieron las pruebas y el resultado fue el mismo. Al parecer, al médico le gustaría poder usar mi caso para un artículo.
La sonrisa orgullosa de Tom desapareció de golpe al ver la cara de _______.
—Aunque sea fértil, no tiene importancia. Llevas tomando la píldora desde septiembre. Haría falta más de un mes para que tu cuerpo recupere la normalidad, ¿no?
—No lo sé. Te advierten que si te saltas un par de pastillas debes usar otro método anticonceptivo por precaución. Y yo me he saltado una caja entera. —_______ se cubrió la boca con la mano.
Tom le rodeó los hombros con el brazo y la atrajo hacia él.
—Ya que estamos aquí iré a comprar un test de embarazo. Así saldremos de dudas.
Ella abrió mucho los ojos.
—¿Ahora?
—¿Prefieres esperar?
—Esto no puede estar pasando. — ________ escondió la cara entre las manos.
Él hizo una mueca.
—¿Tan terrible sería? —murmuró, acariciándose la barbilla.
Al ver que ella no respondía, le dio un toquecito en el hombro.
—En seguida vuelvo.
_______ apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y cerró los ojos, pidiendo a todas las deidades con nombre y sin nombre que acudieran en su ayuda.

CAP 67.-
28 de diciembre de 2011
Washington D. C.

Natalie Lundy miró el teléfono y soltó una maldición. Había hecho mil llamadas y dejado mil mensajes, pero ahora el número al que llevaba semanas llamando estaba fuera de servicio. Simon se lo había cambiado. Y no respondía a sus emails.
Miró la caja de cartón que estaba en el suelo, a su lado. Su contenido parecía burlarse de ella. Se había quedado sin trabajo. El día después del anuncio del compromiso de Simon, la habían llamado de la oficina del director de campaña del senador Talbot. Al menos Robert había tenido la decencia de parecer avergonzado por lo que estaba haciendo.
—Debemos prescindir de tus servicios —dijo, sin mirarla a los ojos.
—¿Por qué?
—Tenemos exceso de personal. El senador quiere hacer recortes y los empleados son los primeros que se ven afectados. Lo siento.
Natalie alzó una ceja.
—Esto no tendrá nada que ver con mi relación con Simon, ¿no?
—Por supuesto que no —mintió Robert—. No es nada personal. Son sólo negocios.
—No me vengas con ese rollo de El Padrino. He visto la película.
Robert miró al fondo de la habitación y asintió.
—Alex te acompañará a la salida. Si quieres, puedo llamar a Harrisburg y ver si puedo
conseguirte trabajo con algún otro senador.
—Jódete. —Se levantó—. Y puedes decirles al senador y a su hijo que hagan lo mismo. ¿Quieren librarse de mí? Bien. Pero esto no acaba aquí. Estoy segura de que Andrew Sampson de The Washington Post estará muy interesado en lo que puedo contarle sobre la manera de hacer negocios de los Talbot.
Robert levantó la mano.
—No te embales. Como te he dicho, puedo conseguirte trabajo en Harrisburg.
—No se me ha perdido nada en el maldito Harrisburg, Robert. Sólo quiero saber por qué me están jodiendo. He hecho mi trabajo y lo he hecho bien. Lo sabes.
Él miró a Alex y le dijo:
—Dame un minuto.
Éste se retiró y cerró la puerta.
—Oye, Natalie. Será mejor que no lances amenazas que no puedes cumplir.
—Es que puedo cumplirlas y pienso hacerlo.
—Eso no sería muy prudente.
—Al diablo con la prudencia.
Robert se removió en la silla.
—Por supuesto, la campaña te proporcionará una generosa indemnización. Los detalles te llegarán a tu casa.
—¿Me estás sobornando para que cierre la boca?
—Indemnización por despido debido a exigencias financieras.
—Lo que sea. —Cogiendo el bolso, Natalie se dirigió a la puerta—. Dile a Simon que tiene cuarenta y ocho horas para ponerse en contacto conmigo. Si no me llama, lo lamentará.
Con esas palabras, salió del despacho con paso decidido. Desde aquel día habían pasado dos semanas y Simon no había llamado. Las pruebas incriminatorias que había enviado a The Washington Post habían sido entregadas. FedEx se lo había
confirmado. Pero ni Andrew Sampson ni nadie se había puesto en contacto con ella. Tal vez había decidido no publicar la historia. Tal vez le había parecido de demasiado mal gusto. El día después de dejar el material en la oficina de FedEx, alguien había entrado en su apartamento y lo había arrasado. No hacía falta ser muy listo para deducir que había sido alguien de la campaña del senador. Se habían llevado el portátil, la cámara digital, sus archivadores y lápices de memoria. Ya no le quedaba nada con lo que chantajear ni a Simon ni a nadie. Había recibido el dinero del soborno: veinticinco mil dólares. Era suficiente para empezar una nueva vida en California. No le vendría mal cambiar de aires. Usaría ese dinero para empezar de nuevo. Ya planearía su venganza contra los Talbot con calma desde Sacramento. No tenía pruebas gráficas para justificar sus acusaciones, así que era difícil que ningún periodista se la tomara en serio. Pero esperaría a que llegara octubre y le vendería la historia a un periódico sensacionalista. Sí, eso haría. Sonriendo, empezó a hacer el equipaje.

CAP 68.-
28 de diciembre de 2011
Selinsgrove, Pensilvania

_______ y Tom estaban juntos en el cuarto de baño de su habitación de casa de Richard, mirando fijamente dos pruebas de embarazo que estaban sobre el mármol del lavabo. Las dos daban el mismo resultado.
—¿_______? —La voz de él era un susurro desgarrador.
Ella siguió con la vista clavada en las pruebas. Estaba inmóvil. Como un ciervo ante un
depredador.
—Es culpa mía. —Levantó una mano para tocarla, pero se lo repensó.
________ se volvió hacia él como si acabara de darse cuenta de su presencia.
—¿Cómo va a ser culpa tuya?
Él guardó silencio, buscando desesperadamente las palabras adecuadas.
—No te protegí. Sabía que te preocupaba la posibilidad de quedarte embarazada. Debí haber usado preservativo. Debí recordarte que te tomaras la píldora. Te he fallado —añadió con un hilo de voz.
La joven cerró los ojos y respiró profundamente.
—Tom, no me has fallado. Soy yo la idiota que me he olvidado de tomarme la píldora. —Una lágrima le cayó por el rabillo del ojo y le resbaló por la mejilla.
Él la capturó con un dedo.
—No vuelvas a decir eso. No eres idiota. Tenías prisa porque querías reunirte conmigo. Como siempre, estabas más preocupada por los demás que por tus cosas.
Más lágrimas siguieron a la primera. Los hombros le empezaron a temblar.
—Es demasiado tarde.
Tom la acercó a él y ella se aferró a su camisa como si se estuviera ahogando.




CAP 69.-
Esa noche, los Kaulitz no durmieron bien. ______ tenía miedo y se sentía culpable. Tenía miedo de lo que pasaría con sus aspiraciones académicas y se sentía culpable por ponerlas por delante de otras cosas. Tom, por su parte, tenía un conflicto de intereses. Por un lado se sentía extasiado al saber que estaban esperando un hijo. Pero la preocupación y el evidente disgusto de ______ le impedían expresar sus auténticos sentimientos. Además, él también se sentía culpable por no haber sido capaz de protegerla. Por supuesto, ninguno de los dos se había imaginado que la intervención para revertir la vasectomía fuese a tener éxito tan pronto.
Mientras en casa de Richard todos pasaban el día siguiente juntos y relajados, _______ se quedó en la cama. Estaba agotada. No se sentía preparada para enfrentarse a Rachel y a Aaron, a pesar de que Tom y ella habían acordado no contarle la noticia del embarazo a nadie hasta que estuviera de tres
meses. Tom se pasó el día fingiendo que no acababa de recibir la mejor noticia de su vida. Había decidido darle a _______ el tiempo que necesitara para hacerse a la idea. No cabía duda de que a ella le había sentado como un jarro de agua fría.
Esa noche, estaba hecha un ovillo en la cama mientras todos dormían. Todos menos su esposo. Estaba tumbado a su espalda y la abrazaba por la cintura. ______ se había pasado buena parte del día durmiendo y en esos momentos no tenía sueño. Aunque él estaba exhausto, la preocupación por ella le impedía descansar.
El mayor temor de _______ se había hecho realidad: estaba embarazada a mitad del segundo curso de un programa de doctorado de siete años. Sollozó al pensarlo.
Instintivamente, Tom la atrajo hacia él y le cubrió el abdomen con la mano.
Por unos momentos, se permitió el lujo de imaginarse cómo habría sido su vida si Maia hubiera llegado a nacer. Cuando Paulina estaba embarazada, casi no le había dedicado tiempo. Dudaba que las cosas hubieran mejorado después del parto.
Se le encogió el estómago al imaginarse a sí mismo gritándole a Paulina para que hiciera callar a la niña porque no lo dejaba trabajar. Ella habría tenido que cargar sola con el peso de la maternidad. Él no le habría dado ni un solo biberón a la pequeña, ni la habría acunado para que se durmiera ni, por supuesto, le habría cambiado los pañales. En aquella época era un cabrón egoísta adicto a las drogas. Habría sido una irresponsabilidad por parte de Paulina abandonar a su hija a su cargo. Se habría ido de casa, dejándola sola con la niña. Tal vez le habría dado dinero, pero su adicción
se lo había llevado casi todo hasta acabar con él. Y luego, Paulina y Maia se habrían quedado desamparadas. Incluso aunque hubiera ido a rehabilitación y se hubiera recuperado, no se imaginaba siendo un buen padre en aquella época de su vida. No, el Profesor habría estado demasiado ocupado escribiendo libros y tratando de abrirse camino en el mundo académico. Habría enviado alguna felicitación por el cumpleaños de la niña con algo de dinero. O, para ser sincero, le habría pedido a su secretaria o a alguna de las muchas mujeres de su vida que lo hicieran por él. Resumiendo, habría actuado igual que su padre, discutiendo con Paulina por teléfono sobre su falta de compromiso hasta que se hartara y rompiera el contacto por completo. La visión le llegó con total claridad. Abrazó a ________ con más fuerza para reafirmarse. Ya no era el antiguo Profesor; era un hombre nuevo. Tomó la firme determinación de ser el mejor padre, el más activo y el marido más atento del mundo. Lo primero que tenía que hacer era consolar a su esposa. Luego tendría que asegurarse de que ella no perdía todo lo que había conseguido a nivel académico con tanto esfuerzo. Abrió la boca para hablar, pero en ese momento _______ apartó las mantas y se dirigió al armario. Encendió la luz y rebuscó entre su ropa. Tom la siguió. Cuando llegó a su lado, _______ se había puesto unos vaqueros, un viejo jersey de cachemira de él y estaba buscando unos calcetines.
—¿Qué haces?
—No puedo dormir. —Sin mirarlo, se inclinó y se puso unos de sus calcetines de rombos.
—¿Adónde vas?
—Pensaba ir a dar una vuelta en coche para aclararme las ideas.
—Pues voy contigo —replicó él, alargando la mano para coger una camisa.
________ cerró los ojos.
—Tom, necesito tiempo para pensar.
Él sacó unos vaqueros y un jersey del armario.
—¿Recuerdas lo que te dije en Nueva York?
—Dijiste muchas cosas en Nueva York.
—Dije que no era buena idea separarnos. Y estuviste de acuerdo conmigo. Somos socios, ¿te acuerdas?
Ella dio una patada al suelo de madera.
—Me acuerdo.
—No me dejes fuera de esto.
—¿Qué quieres que te diga, Tom? Mi peor pesadilla se ha hecho realidad.
Él se tambaleó hacia atrás, casi como si le hubiera dado un puñetazo.
—¿Pesadilla? —susurró—. ¿Pesadilla? —repitió incrédulo.
________ rehuyó su mirada.
—Por eso necesito tiempo para pensar. No sé cómo expresar lo que siento sin hacerte daño. Yo... voy a perder todo lo que he conseguido con tanto esfuerzo por esto. No te imaginas cómo me duele.
Él apretó los dientes.
—Era yo el que no sabía si querría tener hijos algún día —murmuró—. Esto ha sacado a relucir mis viejas inseguridades. Para mí tampoco es fácil.
________ levantó la cabeza y lo fulminó con la mirada.
—Me conoces, Tom. Sabes que no haría nada para privarte de este hijo.
Tras unos segundos de intensa mirada, fue ella la que acabó bajando los ojos.
—Déjame ir contigo. No hace falta que hablemos. Sólo quiero estar cerca de ti —le pidió en un tono más suave.
Ella se dio cuenta de que se estaba esforzando en ser considerado; luchando contra su instinto de tomar las riendas del asunto.
—De acuerdo —aceptó a regañadientes.
Una vez en el vestíbulo, se protegieron del frío cubriéndose con bufandas. En el armario del recibidor, Tom encontró su boina y ______ se puso un viejo gorro de lana de Rachel.
—¿Qué te parece si vamos a dar un paseo en vez de ir en coche? —le propuso Tom,
jugueteando con las llaves que había dejado sobre el mueble de la entrada.
—¿Un paseo? Pero si hace un frío que pela...
—No iremos lejos. El aire frío te ayudará a dormir mejor.
—Vale. —Lo siguió.
Cruzaron el comedor y la cocina, donde él cogió una linterna, y luego salieron por la puerta trasera atravesando el patio cubierto de nieve.
Tom no le ofreció la mano, pero se mantuvo cerca, como si tuviera miedo de que pudiera resbalar. Se adentraron en el bosque, formando nubes fantasmales en el aire con su aliento. Cuando llegaron al huerto de manzanos, ______ se apoyó en la roca, rodeándose la cintura con los brazos.
—Siempre acabamos en el mismo sitio.
Él se plantó ante ella, apuntando con la linterna hacia un lado.
—Es cierto. Este lugar me recuerda lo que es importante de verdad. Me recuerda a ti.
_______ volvió la cara para huir de la preocupación que vio en su mirada.
—En este lugar tengo un montón de recuerdos felices —siguió diciendo Tom con voz
melancólica—. Nuestra primera noche juntos, la noche en que planeamos consumar nuestro amor, el compromiso... —Sonrió—. Aquella noche de verano cuando hicimos el amor justo allí.
Ella siguió la dirección que señalaba su dedo y vio el lugar donde se habían abrazado. Un montón de emociones e imágenes la asaltaron. Casi pudo sentir los brazos de Tom rodeándola, piel contra piel.
—Hace unos meses, la idea de tener un hijo me daba miedo. Pero tú me dijiste que tuviera esperanza. Que mirara hacia el futuro, no hacia el pasado. Y esa esperanza se vio recompensada al descubrir que mi árbol genealógico no estaba maldito por completo.
—Dios me está castigando —soltó ______ de sopetón.
Tom frunció el cejo.
—¿De qué estás hablando?
—Dios me está castigando. Quería doctorarme en Harvard y ser profesora, pero ahora...
—Dios no funciona así —la interrumpió él.
—¿Cómo lo sabes?
Él se quitó un guante de piel y le rozó el cuello con la mano, justo debajo de la oreja.
—Porque una jovencita, muy sabia para su edad, me lo dijo.
—¿Y tú te lo creíste? —le preguntó ella con los ojos brillantes.
—Nunca me ha engañado —susurró él—. Cuando un ángel de ojos castaños te habla, lo mejor que puedes hacer es hacerle caso.
______ se rió sin ganas.
—Creo que tu ángel de ojos castaños la ha jodido bien.
La mueca de Tom mostró el dolor que le causaban sus palabras antes de poder ocultarlo.
—Lo siento —se disculpó ella al darse cuenta—. No quiero hacerte daño.
Alzó la mano hacia su marido y él se acercó, levantando la otra mano para sujetarla suavemente de los hombros con las dos.
—No sé qué decir para no parecer un imbécil insensible y patriarcal.
—¿Ah, sí, Profesor?
Él apretó los labios y bajó la vista.
—Sí.
—Inténtalo.
Tom le acarició la mandíbula con ambos pulgares a la vez.
—Sé que esto no es lo que querías. Sé que es muy mal momento, pero no puedo evitarlo. —Dejó de acariciarla—. Soy feliz.
—Pues yo estoy aterrorizada. Voy a ser madre veinticuatro horas al día, siete días a la semana. No podré estudiar para los exámenes generales, ni investigar para la tesis. No con un bebé del que ocuparme. Esto era exactamente lo que temía que pasara.
Cerró los ojos y dos lágrimas le cayeron por las mejillas. Tom se las secó.
—Estás hablando como si fueras a ser madre soltera, _______. Te aseguro que no tendrás que cargar con la responsabilidad de criar al bebé tú sola. Le propondremos a Rebecca que se mude a vivir con nosotros. Pediré una baja por paternidad o usaré el año sabático que me deben. Yo...
—¿Baja por paternidad? ¿Hablas en serio? —preguntó ella con los ojos como platos.
—Totalmente en serio. —Movió las botas a un lado y a otro—. Estoy seguro de que para el bebé será una pesadilla quedarse conmigo, pero haré lo que haga falta para que puedas acabar los estudios. Y si para ello tengo que pedir la baja por paternidad o usar el año sabático, lo haré. No lo dudes.
—Nunca has cuidado a un bebé.
Tom le dirigió una mirada que sólo podía definirse como estirada.
—Fui a Princeton, Oxford y Harvard. Creo que puedo aprender a hacerlo.
—Cuidar de un bebé no tiene nada que ver con la formación universitaria de élite.
—Investigaré. Compraré todos los libros importantes sobre recién nacidos y los leeré antes de que nazca.
—Tus colegas se reirán de ti.
—Que lo hagan. —Los ojos avellana de Tom brillaron fieros.
Las comisuras de los labios de ella se curvaron en una sonrisa.
—Estarás hundido hasta las cejas en pañales sucios y paños para limpiar la leche que suelte después de tomar el biberón. Tendrás que sobrevivir durmiendo unas pocas horas al día y tratar de calmar a un tirano cascarrabias al que le duele la barriga leyéndole Buenas noches, Luna una y otra vez. Y me temo que no podrás leérselo en italiano, porque Dante no acabó la traducción a tiempo — bromeó.
—Como se suele decir, que gane el mejor.
_______ le agarró la muñeca.
—Tus colegas del departamento te marginarán. Dirán que no te tomas la investigación en serio. Y su opinión hará que te sea más difícil conseguir futuras becas o futuros años sabáticos.
—Tengo plaza fija. Que los jodan.
La joven sintió ganas de echarse a reír, pero logró contenerse.
—Lo digo muy en serio, ________. Que les den a todos. ¿Qué pueden hacerme? A menos que pase algo apocalíptico, tendrán que cargar conmigo. Y cómo elijo llevar mi vida familiar no les incumbe.
—¿Por qué estás tan decidido?
—Porque te quiero. Y porque ya quiero a ese niño o niña, aunque sea todavía más pequeño que una uva. —Le acarició las mejillas con los pulgares—. No estás sola. Tienes un marido que te quiere y que se siente feliz de que vayamos a tener un hijo. No tendrás que pasar por esto sin nadie a tu lado. — Bajando la voz, le susurró al oído—: Estoy aquí, no me cierres las puertas de tu vida.
Ella cerró los ojos y se aferró con fuerza a sus antebrazos.
—Estoy asustada.
—Yo también. Pero te juro por Dios, ______, que todo irá bien. Me aseguraré de que todo vaya bien.
—¿Y si algo sale mal?
Tom pegó su frente a la de ella.
—Espero que no pase, pero no deberíamos empezar este viaje pensando en las cosas malas que pueden suceder. Fuiste tú la que me enseñaste a tener esperanza. No desesperes.
—¿Cómo ha podido pasar?
Él buscó un pañuelo en sus bolsillos y le secó la cara con delicadeza.
—Si no sabes cómo ha pasado, cariño, es que no lo estoy haciendo bien. —Trató de no sonreír, pero fracasó. Completamente.
______ lo miró a los ojos, llenos de orgullo masculino.
—Superman —murmuró—. Debí imaginarme que tenías magia en los genes.
—Y que lo digas, señora Kaulitz. Tengo magia escondida en los vaqueros. Y te haré un pase privado siempre que te apetezca. Sólo tienes que pedirlo.
Ella puso los ojos en blanco.
—Muy gracioso.
La besó entonces con ternura. Era el beso de un hombre que acababa de recibir el mejor regalo posible de su amada. Un regalo inesperado, pero muy deseado.
—Yo... recé por esto —confesó él, inseguro.
—Yo también —admitió ______—. Más de una vez. Debí imaginarme que san Francisco no descansaría hasta convencer a Dios de que nos enviara un hijo.
—Hum, no sé, no sé. —Tom le dio un golpecito en la nariz con el dedo—. Una vez, cierta universitaria especializada en Dante me convenció de que san Francisco solía conseguir sus objetivos en silencio. Tal vez no dijo nada. Sólo estuvo allí.
—Oh, sí. Cuando quiere habla muy clarito —se lamentó ______—. Éste es su modo de mostrarme que mi conferencia estaba equivocada y que en realidad sí que luchó contra el demonio por el alma de Guido.
—Lo dudo mucho. Y el profesor Wodehouse también lo pondría en duda. Seguro que san Francisco está presumiendo de ti, en el círculo de los benditos.
—No le he dado muchos motivos para presumir de mí durante estos últimos días. Me he comportado como una malcriada egoísta.
—No eres ni una cosa ni otra —replicó él, convencido—. La noticia te ha pillado por sorpresa, igual que a mí, pero a ti te afecta de un modo mucho más directo. Aunque, como te he dicho antes, te prometo que intentaré igualar las cosas en todo lo que esté en mi mano.
La abrazó con fuerza y al cabo de un momento, añadió:
—No esperaba que mis oraciones obtuvieran respuesta. Todavía no puedo creerme que Dios me haya escuchado. Que me haya concedido lo que le pedí me resulta del todo increíble.
—Tal vez así sea la generosidad de la gracia de Dios, otorgada cuando uno menos se la espera.
Fun dayn moyl in gots oyern.
—¿Yidish? —preguntó ______, alzando las cejas.
—Exacto. Significa «De tu boca a los oídos de Dios».
Una sensación de calidez se extendió por el vientre de ella.
—Podremos enseñarle yidish. E italiano. Y le contaremos cosas sobre su famoso bisabuelo, el profesor Spiegel.
—Y sobre su famosa madre, la profesora ______ Kaulitz. Acabarás el doctorado, ______, y serás profesora. Lo juro.

Ella escondió la cara en la lana de su grueso abrigo.



4 O MAS Y AGREGO SINO NO ... QUE ESTEN BIEN Y COMENTEN!!!
TOM SERA PAPA!!! QUE EMOCION!! EN LA NOVELA, ESPERO QUE NO EN LA VIDA REAL ... MORIRIA D: ... ADIOS :))

5 comentarios:

  1. Que emoción!! Un hijooo han bendecido su amor..

    Pobre Tom la rayita a sido cruel a llamarlo pesadilla :/ ..

    Esto afecta a Rachel mas q a Aron..

    Siguelaa :)

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  2. :O:O Siiiiiiii no puedo creerlo (Tn) embarazada q emocioooon hay q lindo Tom sera papa jeje y esta dispuesto hacerse cargo x completo de su hijo q bello de verdad y no estuve de acuerdo en q (Tn) haya llamado a esa bendición pesadilla pobre de mi Tom eso si le dolió .S pobre de Rachel cuando se entere le afectara mucho..

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  3. Por fin hay bebeeeeeè pobre Rachel jo

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  4. OMG!!!!!! Embarazadaaaa que emocion jujujujuuu. Me eeencantaaaaaaaaaaa C: subeeee prontooooooo byeee

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